Crítica: "Caballero Aguila", deseos que se hacen realidad
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Por Angela Pérez Torres
En un paisaje rural alejado de la impureza y la corrosión de la gran ciudad, con sólo un primer plano de una cometa surcando los cielos, el espectador ya puede intuir, y adivinar, el tono que tiene esta película. Así empieza Alejandro Blázquez de Nicolás el metraje de su ópera prima, con una escena que avisa al público de que está a punto de disfrutar una de esas "feel good movies" que, como las de su índole, le hará salir del cine con un buen sabor de boca y una sonrisa en los labios.
El germen de esta historia nace de la hazaña del volador de parapente José Luis Jaramillo, que en 2015 se convirtió en campeón del mundo en el peñón de Temascaltepec, y partiendo de esta premisa surge un relato que, enmarcado en un paisaje árido, pero bello al mismo tiempo, se pinta como un retablo de las localidades de la periferia mexicana.
Con un guion (firmado por el propio Blázquez) que rebosa optimismo y esperanza, "Caballero Aguila" es la historia de un grupo de jóvenes recién graduados que enfrentan una decisión vital, una cuestión ineludible que, tarde o temprano, nos llega a todos en la vida: qué hacer, qué camino tomar, a qué dedicar el resto de nuestras vidas. Esto es lo que se plantea el trío principal que, desde un pueblo situado cerca del peñón de Temascaltepec, deben decidir hacia dónde encaminar su futuro. En este cariñoso coming-of-age, la pandilla de amigos se ve confrontada a distintas situaciones que, de una forma u otra, terminan por conformar los caminos que tomará cada uno, aunque, por su parte, el protagonista nunca pierde de vista su sueño: convertirse en piloto de parapente. Y es que Pastor quiere volar y surcar el cielo como un pájaro. Desde el minuto uno de la película, mantiene la cabeza alta, con la mirada fija en su sueño, en el cielo, donde sabe que algún día volará como la cometa que iniciaba la cinta. Aunque sus amigos, por su parte, toman decisiones radicalmente distintas, sus caminos se van entrelazando a lo largo del largometraje, reforzando una amistad consolidada en el contexto rural de una región periférica de México.
Para hacer realidad esta especie de sueño colectivo en que se ha convertido "Caballero Aguila", su director, quien además de producir la cinta se ha hecho cargo de la dirección de fotografía, se ha rodeado de un elenco de laureados intérpretes locales. A la cabeza del reparto, dando vida al trío protagonista, aparecen José Pescina, reconocido por su trabajo en "Carmín Tropical", Américo Hollander (de "La delgada línea amarilla") y un Jorge Guerrero popularmente recordado como Fermín, por su papel en la "Roma" de Cuarón.
Aunque para ciertos públicos las situaciones de estos personajes puedan antojarse, a priori, lejanas (por un contexto muy ligado al México profundo), "Caballero Aguila" tiene la habilidad de universalizar unos dilemas que, a pesar de aparecer enmarcados en planos muy concretos, tienen la particularidad de ser extrapolables a cualquier región y a cualquier persona. Porque la historia de estos entrañables personajes es, en realidad, la de unos jóvenes que luchan por encontrar su lugar en el mundo, y el espectador que vea esta cinta, independientemente de su cultura o su edad, ha sido, es o será una versión propia de un idealista Pastor, un estoico Nacho o un pragmático Chino.
En definitiva, el debut de Blázquez en la gran pantalla es una historia de soñadores, un largometraje hecho por y para aquellos que persiguen sus sueños de forma incansable, contra toda crítica y enfrentando todo tipo de adversidades. "Caballero Aguila" es una historia de resiliencia, de coraje y tenacidad, una narrativa de aliento a los que se mantienen a flote, como la cometa de Pastor, en un mundo en el que sobra fatalismo y la esperanza es un bien escaso. Pero, además de un film de aventuras lleno de matices, "Caballero Aguila" es, sobre todo, una historia de deseos que se hacen realidad.
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En un paisaje rural alejado de la impureza y la corrosión de la gran ciudad, con sólo un primer plano de una cometa surcando los cielos, el espectador ya puede intuir, y adivinar, el tono que tiene esta película. Así empieza Alejandro Blázquez de Nicolás el metraje de su ópera prima, con una escena que avisa al público de que está a punto de disfrutar una de esas "feel good movies" que, como las de su índole, le hará salir del cine con un buen sabor de boca y una sonrisa en los labios.
El germen de esta historia nace de la hazaña del volador de parapente José Luis Jaramillo, que en 2015 se convirtió en campeón del mundo en el peñón de Temascaltepec, y partiendo de esta premisa surge un relato que, enmarcado en un paisaje árido, pero bello al mismo tiempo, se pinta como un retablo de las localidades de la periferia mexicana.
Con un guion (firmado por el propio Blázquez) que rebosa optimismo y esperanza, "Caballero Aguila" es la historia de un grupo de jóvenes recién graduados que enfrentan una decisión vital, una cuestión ineludible que, tarde o temprano, nos llega a todos en la vida: qué hacer, qué camino tomar, a qué dedicar el resto de nuestras vidas. Esto es lo que se plantea el trío principal que, desde un pueblo situado cerca del peñón de Temascaltepec, deben decidir hacia dónde encaminar su futuro. En este cariñoso coming-of-age, la pandilla de amigos se ve confrontada a distintas situaciones que, de una forma u otra, terminan por conformar los caminos que tomará cada uno, aunque, por su parte, el protagonista nunca pierde de vista su sueño: convertirse en piloto de parapente. Y es que Pastor quiere volar y surcar el cielo como un pájaro. Desde el minuto uno de la película, mantiene la cabeza alta, con la mirada fija en su sueño, en el cielo, donde sabe que algún día volará como la cometa que iniciaba la cinta. Aunque sus amigos, por su parte, toman decisiones radicalmente distintas, sus caminos se van entrelazando a lo largo del largometraje, reforzando una amistad consolidada en el contexto rural de una región periférica de México.
Para hacer realidad esta especie de sueño colectivo en que se ha convertido "Caballero Aguila", su director, quien además de producir la cinta se ha hecho cargo de la dirección de fotografía, se ha rodeado de un elenco de laureados intérpretes locales. A la cabeza del reparto, dando vida al trío protagonista, aparecen José Pescina, reconocido por su trabajo en "Carmín Tropical", Américo Hollander (de "La delgada línea amarilla") y un Jorge Guerrero popularmente recordado como Fermín, por su papel en la "Roma" de Cuarón.
Aunque para ciertos públicos las situaciones de estos personajes puedan antojarse, a priori, lejanas (por un contexto muy ligado al México profundo), "Caballero Aguila" tiene la habilidad de universalizar unos dilemas que, a pesar de aparecer enmarcados en planos muy concretos, tienen la particularidad de ser extrapolables a cualquier región y a cualquier persona. Porque la historia de estos entrañables personajes es, en realidad, la de unos jóvenes que luchan por encontrar su lugar en el mundo, y el espectador que vea esta cinta, independientemente de su cultura o su edad, ha sido, es o será una versión propia de un idealista Pastor, un estoico Nacho o un pragmático Chino.
En definitiva, el debut de Blázquez en la gran pantalla es una historia de soñadores, un largometraje hecho por y para aquellos que persiguen sus sueños de forma incansable, contra toda crítica y enfrentando todo tipo de adversidades. "Caballero Aguila" es una historia de resiliencia, de coraje y tenacidad, una narrativa de aliento a los que se mantienen a flote, como la cometa de Pastor, en un mundo en el que sobra fatalismo y la esperanza es un bien escaso. Pero, además de un film de aventuras lleno de matices, "Caballero Aguila" es, sobre todo, una historia de deseos que se hacen realidad.
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