Crónicas
Casting latino: Buscan a un joven Maradona, Angie Cepeda no trabajará con Quercia, Bichir en Venezuela
29-III-05
- Finalmente este año se rodará el largometraje que refleje la ajetreada vida del futbolista argentino Diego Armando Maradona, un proyecto que interesó a diversos directores de distintas nacionalidades pero que el italiano Marco Risi será el primero en abordarla. Este film se rodará a partir de junio, por lo cual su producción a abierto un casting para encontrar a un niño de entre 8 y 10 años que tenga habilidad con el balón y con la pierna izquierda para interpretar al astro del fútbol en su etapa infantil. Los interesados deben enviar sus fotos y demás datos al mail Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., teniendo como fecha límite el 15 de abril.
- La colombiana Angie Cepeda confirmó que no formará parte del reparto de "El rey de los huevones", el nuevo largometraje del chileno Boris Quercia, el realizador de la exitosa "Sexo con amor". Como con la actriz no se llegó a un acuerdo, ahora Quercia busca una intérprete centroamericana para protagonizar su segundo paso como director. Los más recientes trabajos de Cepeda, radicada en Los Angeles, son "Oculto" y "El muerto".
- El mexicano Demián Bichir rodará en Venezuela desde agosto "Zamuros", una coproducción hispano-venezolana que dirigirá el debutante Javier Mujica. Esta road-movie, en la cual Bichir dará vida a un sicario, cuenta con los españoles Tristán Ulloa y Cristina Brondo como protagonistas. Precisamente con esta última, Bichir ya compartió créditos en el thriller "Hipnos", de David Carreras Solè.
- Finalmente este año se rodará el largometraje que refleje la ajetreada vida del futbolista argentino Diego Armando Maradona, un proyecto que interesó a diversos directores de distintas nacionalidades pero que el italiano Marco Risi será el primero en abordarla. Este film se rodará a partir de junio, por lo cual su producción a abierto un casting para encontrar a un niño de entre 8 y 10 años que tenga habilidad con el balón y con la pierna izquierda para interpretar al astro del fútbol en su etapa infantil. Los interesados deben enviar sus fotos y demás datos al mail Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., teniendo como fecha límite el 15 de abril.
- La colombiana Angie Cepeda confirmó que no formará parte del reparto de "El rey de los huevones", el nuevo largometraje del chileno Boris Quercia, el realizador de la exitosa "Sexo con amor". Como con la actriz no se llegó a un acuerdo, ahora Quercia busca una intérprete centroamericana para protagonizar su segundo paso como director. Los más recientes trabajos de Cepeda, radicada en Los Angeles, son "Oculto" y "El muerto".
- El mexicano Demián Bichir rodará en Venezuela desde agosto "Zamuros", una coproducción hispano-venezolana que dirigirá el debutante Javier Mujica. Esta road-movie, en la cual Bichir dará vida a un sicario, cuenta con los españoles Tristán Ulloa y Cristina Brondo como protagonistas. Precisamente con esta última, Bichir ya compartió créditos en el thriller "Hipnos", de David Carreras Solè.
- © Corresponsales-NOTICINE.com
Beto Cuevas será sacerdote en "La mujer de mi hermano"
28-III-05
El cantante Beto Cuevas, líder del grupo musical La Ley, cumplirá uno de sus sueños de la infancia gracias a la película basada en la novela de Jaime Bayly, "La mujer de mi hermano", ya que interpretará al padre Santiago en dicho film, que comenzará a rodarse en la capital chilena en abril.
"El reto es completamente distinto y estoy fascinado. Seré otra persona y tengo que cambiar mi 'look' completamente. Ya no me voy a parar los pelos, voy a dejarme la barba y usaré lentes. Pero sobre todo, tendré un lenguaje más solemne", comentó Cuevas.
En la cinta también intervendrán la actriz mexicana Bárbara Mori, los galanes Christian Meier y Manolo Cardona, la experimentada Angélica Aragón y la venezolana Gaby Espino, quienes tendrán los roles protagónicos.
El rodaje comenzará en pocos días en Santiago de Chile y será producido por el venezolano Stan Jakubowicz y dirigido por el peruano Ricardo de Montreuil.
El vocalista del conjunto chileno dejará por un tiempo sus actividades con la agrupación para dedicarse a esta nueva faceta y además, para lanzar su carrera como solista. Él asegura que después de los quince años que tiene junto a la banda, ha llegado el momento de tomarse un pequeño receso, sobre todo después del lanzamiento del disco recopilatorio llamado "Historias e histeria".
"Personalmente, llevo varios años haciendo proyectos paralelos con otras personas y siento que necesito apartarme un poco de La ley para tratar de experimentar cosas nuevas que me ayuden a crecer", señaló. El músico quiere, al mismo tiempo, cantar en inglés.
El cantante Beto Cuevas, líder del grupo musical La Ley, cumplirá uno de sus sueños de la infancia gracias a la película basada en la novela de Jaime Bayly, "La mujer de mi hermano", ya que interpretará al padre Santiago en dicho film, que comenzará a rodarse en la capital chilena en abril.
"El reto es completamente distinto y estoy fascinado. Seré otra persona y tengo que cambiar mi 'look' completamente. Ya no me voy a parar los pelos, voy a dejarme la barba y usaré lentes. Pero sobre todo, tendré un lenguaje más solemne", comentó Cuevas.
En la cinta también intervendrán la actriz mexicana Bárbara Mori, los galanes Christian Meier y Manolo Cardona, la experimentada Angélica Aragón y la venezolana Gaby Espino, quienes tendrán los roles protagónicos.
El rodaje comenzará en pocos días en Santiago de Chile y será producido por el venezolano Stan Jakubowicz y dirigido por el peruano Ricardo de Montreuil.
El vocalista del conjunto chileno dejará por un tiempo sus actividades con la agrupación para dedicarse a esta nueva faceta y además, para lanzar su carrera como solista. Él asegura que después de los quince años que tiene junto a la banda, ha llegado el momento de tomarse un pequeño receso, sobre todo después del lanzamiento del disco recopilatorio llamado "Historias e histeria".
"Personalmente, llevo varios años haciendo proyectos paralelos con otras personas y siento que necesito apartarme un poco de La ley para tratar de experimentar cosas nuevas que me ayuden a crecer", señaló. El músico quiere, al mismo tiempo, cantar en inglés.
- © Redacción-NOTICINE.com
Actrices latinas: "Pe" pensaría en la maternidad, Vanessa Bauche espera a Cannes, Francisca Merino "super orgullosa"
26-III-05
- Penélope Cruz quiere ser mamá con la ayuda de su actual novio, Matthew McConaughey, si nos fiamos de la noticia publicada por The Sun, quien cita a la actriz española: "Será muy difícil seguir con nuestras vidas de forma normal en caso de tener hijos, ya que no nos gusta estar mucho tiempo en un lugar. Pero creo que funcionaría". Añade el medio que pronto ambos se separarán para que "Pe" protagonice "Volver", lo próximo de Pedro Almodóvar, pero después se reencontrarán para rodar juntos "The loop", quizás un buen momento para dedicarse a la tarea de escribir a la cigüeña. No obstante, siempre es aconsejable poner en cuarentena cualquier información de los medios sensacionalistas británicos.
- En declaraciones a El Universal, Vanessa Bauche ha dicho sentirse muy satisfecha por su experiencia a las órdenes de Tommy Lee Jones en "Los tres entierros de Melquiades Estrada", la cinta que para el debut como director del actor norteamericano le escribió Guillermo Arriaga. "Es uno de los personajes estelares, una shamana bracera. Se trata de un papel muy profundo e importante para el desenlace de la historia. Las exigencias fueron más en el trabajo físico, además estuve ocho días filmado y tuve que alternarlos con los del rodaje de la película de Felipe Cazals, "Las vueltas del citrillo", afirma la actriz mexicana revelada en "Amores perros", también escrita por Arriaga. Bauche está a la espera de saber si "Los tres entierros..." participa en la próxima edición del Festival de Cannes. Antes, esta semana entrante, tiene la posibilidad de obtener un Ariel por su interpretación en "Digna, hasta el último aliento".
- La actriz chilena Francisca Merino, tras estrenar junto a su director Miguel Littin en el reciente Festival de Guadalajara (México) su película "La última luna" y convertirse -al lado del argentino Gaston Pauls- en conductora de la gala de clausura, espera para el último día de este mes el estreno comercial de este drama rodado en los territorios palestinos. "Se ve como si fuera una película de afuera, están súper parejas las actuaciones, están todos super bien. Me llegó mucho la historia. Y refleja super bien el guión que leí", afirma la actriz al diario La Segunda, añadiendo: "Espero que al público le guste, que apoye al cine chileno y que se conmueva con esta historia... Esta es una película que tiene un perfil intelectual alto, es un tema de mucha profundidad. No podría decir que no es comercial, pero es un tema profundo. Estoy super orgullosa de la película, pero uno siempre siente que lo pudo haber hecho mejor. Además, yo soy muy autocrítica, nunca voy a quedar contenta".
- Penélope Cruz quiere ser mamá con la ayuda de su actual novio, Matthew McConaughey, si nos fiamos de la noticia publicada por The Sun, quien cita a la actriz española: "Será muy difícil seguir con nuestras vidas de forma normal en caso de tener hijos, ya que no nos gusta estar mucho tiempo en un lugar. Pero creo que funcionaría". Añade el medio que pronto ambos se separarán para que "Pe" protagonice "Volver", lo próximo de Pedro Almodóvar, pero después se reencontrarán para rodar juntos "The loop", quizás un buen momento para dedicarse a la tarea de escribir a la cigüeña. No obstante, siempre es aconsejable poner en cuarentena cualquier información de los medios sensacionalistas británicos.
- En declaraciones a El Universal, Vanessa Bauche ha dicho sentirse muy satisfecha por su experiencia a las órdenes de Tommy Lee Jones en "Los tres entierros de Melquiades Estrada", la cinta que para el debut como director del actor norteamericano le escribió Guillermo Arriaga. "Es uno de los personajes estelares, una shamana bracera. Se trata de un papel muy profundo e importante para el desenlace de la historia. Las exigencias fueron más en el trabajo físico, además estuve ocho días filmado y tuve que alternarlos con los del rodaje de la película de Felipe Cazals, "Las vueltas del citrillo", afirma la actriz mexicana revelada en "Amores perros", también escrita por Arriaga. Bauche está a la espera de saber si "Los tres entierros..." participa en la próxima edición del Festival de Cannes. Antes, esta semana entrante, tiene la posibilidad de obtener un Ariel por su interpretación en "Digna, hasta el último aliento".
- La actriz chilena Francisca Merino, tras estrenar junto a su director Miguel Littin en el reciente Festival de Guadalajara (México) su película "La última luna" y convertirse -al lado del argentino Gaston Pauls- en conductora de la gala de clausura, espera para el último día de este mes el estreno comercial de este drama rodado en los territorios palestinos. "Se ve como si fuera una película de afuera, están súper parejas las actuaciones, están todos super bien. Me llegó mucho la historia. Y refleja super bien el guión que leí", afirma la actriz al diario La Segunda, añadiendo: "Espero que al público le guste, que apoye al cine chileno y que se conmueva con esta historia... Esta es una película que tiene un perfil intelectual alto, es un tema de mucha profundidad. No podría decir que no es comercial, pero es un tema profundo. Estoy super orgullosa de la película, pero uno siempre siente que lo pudo haber hecho mejor. Además, yo soy muy autocrítica, nunca voy a quedar contenta".
- © Redacción / Corresponsales-NOTICINE.com
OPINIÓN: "La profesión maldita", libro-antología de Frank Padrón
23-III-05
Por OLGA GARCÍA YERO *
"La profesión maldita" (Santiago de Cuba. Editorial Oriente, 2004), ese nuevo libro donde Frank Padrón ha decidido hacer un balance de su trabajo como crítico cinematográfico, constituye una revisión aguzada y punzante no solo de sus textos sino también una relectura del cine cubano, latinoamericano y europeo con una mirada de repaso, balance y ajuste de cuentas consigo mismo y, por supuesto, con el lector.
Ese ajuste de cuentas, por llamarlo de alguna forma, o ese apelar a la conciencia crítica que no es lo mismo que a la crítica; está presente desde ese primer trabajo que da nombra al texto. Y es que Padrón sabe que no es posible la crítica sin alto contenido de ética y de cultura. Por eso, en un lenguaje lleno de fina ironía, aparentes juegos de palabras que no hacen otra cosa que develar un pensamiento afincado raigalmente en el conocimiento de teóricos, movimientos, libros y tendencias, en ocasiones acusa hasta lo tendencioso, el autor inicia un intercambio dialógico con el lector, una conversación que va a ir tocando las esferas más disímiles de la creación cinematográfica, la personalidad del crítico, la relación con el público, etcétera, y ese diálogo, no va a concluir hasta la última página del libro.
Las funciones de la crítica, la necesidad de una objetividad de la misma que no se logra del todo, hacen que el autor apele a ese grande que fue Roland Barthes, padre de la Nueva crítica cuando se preguntaba en uno de sus ensayos: ¿Cuándo tendremos el derecho de instituir una crítica afectuosa sin que pase por parcial?, ¿cuándo seremos lo suficientemente libres (liberados de una falsa objetividad) para incluir en la lectura de un texto el conocimiento que podamos tener de su autor? Padrón ha hecho un importante cuestionamiento de la crítica, no solo de cine, por cierto, y de sus derroteros actuales en el panorama cultural cubano. No creo que por gusto, Julio García Espinosa haya empleado la frase de "El aquelarre de la crítica" para dar título a un prólogo en el que sabe tocar los puntos más candentes de este libro.
Otro de los ensayos que resulta especialmente enjundioso es "El prodigio y sus contornos (una mirada al cine latinoamericano de los 60)", el hecho mismo de que a Cuba, al fin, alguien la inserte desde el punto de vista de la crítica, en un contexto cultural definido como lo latinoamericano, y no como un ente aislado donde la realidad es diferente, otra y por tanto exenta de contradicciones, ya es un hecho esencial, sobre todo si se hace un balance de los convulsos años sesenta. Es cierto que mucho se acusa al manido quinquenio gris o negro, algunos lo culpan en demasía, para cubrir sus propias mediocridades creadoras; pero pocas veces se hace un recuento crítico de los sesenta, a los que se suele ver desde una óptica meramente triunfalista, llena de apogeo creativo y de pasos definitorios en la consolidación de nuestra realidad histórica.
Si bien esto es cierto, no implica en modo alguno que se sublimen esos años, por tanto, Padrón, al mirar con otra lente este período, nos sitúa ante una verdad que de tan Perogrullo no había sido captada por la crítica dedicada a esos años: el quinquenio gris no es otra cosa que una consecuencia de los problemas que ya se venían gestando desde los primeros años de la revolución en el terreno cultural. Eso le hace afirmar que "junto a documentales y noticieros, nuestros primeros muñequitos en el cine tienen más derecho a protagonizar la referida maravilla de los 60 que los largos de ficción". Lo que en verdad se desprende de esto, y allí el valor de la crítica de este autor, es la necesaria y urgente necesidad de estudiar a fondo y desde una perspectiva culturológica, y por ende histórica, esos convulsos años de los que tanto queda por decir y de los que tenemos una visión fragmentada y fragmentadora de un tiempo histórico indiscutiblemente fundacional. Un intento de esto ya ha sido llevado a cabo por el arquitecto Mario Coyula en su ensayo "La ciudad rampante. La arquitectura cubana en los años sesenta".
Es indiscutible que para Frank Padrón los géneros artísticos existen y viven en un continuo trasvasamiento que los define y les proporciona ese sentido de originalidad, término tan discutido desde hace tantos siglos. Por eso, la literatura y el cine se entrecruzan en ciclos y producciones pero que no siempre van a tener un happy end. Es el caso de la llamada "literatura del presidente" que no ha tenido un buen desempeño cinematográfico, al contrario de los altos vuelos que ha encontrado en figuras como Arguedas, Roa Bastos, Carpentier, entre otros. Lo mismo ha ocurrido en el ámbito del cine latinoamericano con la atmósfera poética, no siempre lograda, y el exceso de tecnicismo y/o experimentalismos.
La mirada al cine español de Almodóvar, desprejuiciada de todo morbo y el análisis del mismo como una consecuencia de una cierta "cultura de resistencia" que emerge sin tapujos para señalar las grietas de un ser humano (pos)moderno, agónico pero que no tiene otra alternativa que insertarse en un mundo y reclamar para sí una cultura de la que es portador y que también le pertenece como autoreconocimiento de su propia esencia, es otra de las importantes calas críticas de este libro.
Por otra parte, el autor ha sabido sopesar muy bien sus textos, de allí que al lado de jugosos ejercicios del criterio haya sabido poner reseñas cinematográficas que fueron el resultado de la inmediatez de un estreno pero que en modo alguno se reducen a simples fichas técnicas y siempre van a develar que la crítica de cine es un acto de fe en y por la cultura. Esto ha hecho que algunos piensen que el libro está desbalanceado, sin embargo, Padrón sabe junto al agudo lector, que esto no es más que un juego de miradas, de saltos como rayuela que hacen que se pueda iniciar la lectura escogiendo aquello por lo que a usted le gustaría volver a leer.
Esa es la trampa de este crítico, que para que no quede dudas de su juego, termina con "La eternidad y una pregunta: ¿la poscrítica?". Y aquel, que desde los inicios del libro se ha descubierto como un nada ingenuo crítico y lector, ahora concluye con una suerte de ejercicio escolar, cómo enfrentar la crítica, cómo ejercerla, en fin, como si fuera necesario, y en efecto, así es, para el crítico, siempre volver a empezar, volver a mirar al otro y a sí mismo para poder ejercer con limpieza el obligado ejercicio del criterio. Y por cierto, también para evitar que alguien le diga a la vuelta de una esquina: "Me encantó la vuelta que le diste a ese trabajo, las imágenes que usaste, los juegos de palabras; pero no me preguntes de qué se trataba, si era a favor o en contra, porque ni me acuerdo".
* Doctora en Ciencias Filológicas en Cuba
Por OLGA GARCÍA YERO *
"La profesión maldita" (Santiago de Cuba. Editorial Oriente, 2004), ese nuevo libro donde Frank Padrón ha decidido hacer un balance de su trabajo como crítico cinematográfico, constituye una revisión aguzada y punzante no solo de sus textos sino también una relectura del cine cubano, latinoamericano y europeo con una mirada de repaso, balance y ajuste de cuentas consigo mismo y, por supuesto, con el lector.
Ese ajuste de cuentas, por llamarlo de alguna forma, o ese apelar a la conciencia crítica que no es lo mismo que a la crítica; está presente desde ese primer trabajo que da nombra al texto. Y es que Padrón sabe que no es posible la crítica sin alto contenido de ética y de cultura. Por eso, en un lenguaje lleno de fina ironía, aparentes juegos de palabras que no hacen otra cosa que develar un pensamiento afincado raigalmente en el conocimiento de teóricos, movimientos, libros y tendencias, en ocasiones acusa hasta lo tendencioso, el autor inicia un intercambio dialógico con el lector, una conversación que va a ir tocando las esferas más disímiles de la creación cinematográfica, la personalidad del crítico, la relación con el público, etcétera, y ese diálogo, no va a concluir hasta la última página del libro.
Las funciones de la crítica, la necesidad de una objetividad de la misma que no se logra del todo, hacen que el autor apele a ese grande que fue Roland Barthes, padre de la Nueva crítica cuando se preguntaba en uno de sus ensayos: ¿Cuándo tendremos el derecho de instituir una crítica afectuosa sin que pase por parcial?, ¿cuándo seremos lo suficientemente libres (liberados de una falsa objetividad) para incluir en la lectura de un texto el conocimiento que podamos tener de su autor? Padrón ha hecho un importante cuestionamiento de la crítica, no solo de cine, por cierto, y de sus derroteros actuales en el panorama cultural cubano. No creo que por gusto, Julio García Espinosa haya empleado la frase de "El aquelarre de la crítica" para dar título a un prólogo en el que sabe tocar los puntos más candentes de este libro.
Otro de los ensayos que resulta especialmente enjundioso es "El prodigio y sus contornos (una mirada al cine latinoamericano de los 60)", el hecho mismo de que a Cuba, al fin, alguien la inserte desde el punto de vista de la crítica, en un contexto cultural definido como lo latinoamericano, y no como un ente aislado donde la realidad es diferente, otra y por tanto exenta de contradicciones, ya es un hecho esencial, sobre todo si se hace un balance de los convulsos años sesenta. Es cierto que mucho se acusa al manido quinquenio gris o negro, algunos lo culpan en demasía, para cubrir sus propias mediocridades creadoras; pero pocas veces se hace un recuento crítico de los sesenta, a los que se suele ver desde una óptica meramente triunfalista, llena de apogeo creativo y de pasos definitorios en la consolidación de nuestra realidad histórica.
Si bien esto es cierto, no implica en modo alguno que se sublimen esos años, por tanto, Padrón, al mirar con otra lente este período, nos sitúa ante una verdad que de tan Perogrullo no había sido captada por la crítica dedicada a esos años: el quinquenio gris no es otra cosa que una consecuencia de los problemas que ya se venían gestando desde los primeros años de la revolución en el terreno cultural. Eso le hace afirmar que "junto a documentales y noticieros, nuestros primeros muñequitos en el cine tienen más derecho a protagonizar la referida maravilla de los 60 que los largos de ficción". Lo que en verdad se desprende de esto, y allí el valor de la crítica de este autor, es la necesaria y urgente necesidad de estudiar a fondo y desde una perspectiva culturológica, y por ende histórica, esos convulsos años de los que tanto queda por decir y de los que tenemos una visión fragmentada y fragmentadora de un tiempo histórico indiscutiblemente fundacional. Un intento de esto ya ha sido llevado a cabo por el arquitecto Mario Coyula en su ensayo "La ciudad rampante. La arquitectura cubana en los años sesenta".
Es indiscutible que para Frank Padrón los géneros artísticos existen y viven en un continuo trasvasamiento que los define y les proporciona ese sentido de originalidad, término tan discutido desde hace tantos siglos. Por eso, la literatura y el cine se entrecruzan en ciclos y producciones pero que no siempre van a tener un happy end. Es el caso de la llamada "literatura del presidente" que no ha tenido un buen desempeño cinematográfico, al contrario de los altos vuelos que ha encontrado en figuras como Arguedas, Roa Bastos, Carpentier, entre otros. Lo mismo ha ocurrido en el ámbito del cine latinoamericano con la atmósfera poética, no siempre lograda, y el exceso de tecnicismo y/o experimentalismos.
La mirada al cine español de Almodóvar, desprejuiciada de todo morbo y el análisis del mismo como una consecuencia de una cierta "cultura de resistencia" que emerge sin tapujos para señalar las grietas de un ser humano (pos)moderno, agónico pero que no tiene otra alternativa que insertarse en un mundo y reclamar para sí una cultura de la que es portador y que también le pertenece como autoreconocimiento de su propia esencia, es otra de las importantes calas críticas de este libro.
Por otra parte, el autor ha sabido sopesar muy bien sus textos, de allí que al lado de jugosos ejercicios del criterio haya sabido poner reseñas cinematográficas que fueron el resultado de la inmediatez de un estreno pero que en modo alguno se reducen a simples fichas técnicas y siempre van a develar que la crítica de cine es un acto de fe en y por la cultura. Esto ha hecho que algunos piensen que el libro está desbalanceado, sin embargo, Padrón sabe junto al agudo lector, que esto no es más que un juego de miradas, de saltos como rayuela que hacen que se pueda iniciar la lectura escogiendo aquello por lo que a usted le gustaría volver a leer.
Esa es la trampa de este crítico, que para que no quede dudas de su juego, termina con "La eternidad y una pregunta: ¿la poscrítica?". Y aquel, que desde los inicios del libro se ha descubierto como un nada ingenuo crítico y lector, ahora concluye con una suerte de ejercicio escolar, cómo enfrentar la crítica, cómo ejercerla, en fin, como si fuera necesario, y en efecto, así es, para el crítico, siempre volver a empezar, volver a mirar al otro y a sí mismo para poder ejercer con limpieza el obligado ejercicio del criterio. Y por cierto, también para evitar que alguien le diga a la vuelta de una esquina: "Me encantó la vuelta que le diste a ese trabajo, las imágenes que usaste, los juegos de palabras; pero no me preguntes de qué se trataba, si era a favor o en contra, porque ni me acuerdo".
* Doctora en Ciencias Filológicas en Cuba
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OPINIÓN: Un Taller de la Crítica...sin críticos
22-III-05
Por Frank Padrón
Desde que en el ya lejano 1992 un grupo de doce críticos (entre los que se incluía el arriba firmante) viajó a Camaguey convocado por el Centro Provincial de Cine, allí, en un grupo que jocosamente fuera bautizado como “Los doce apóstoles”, todos los marzos, por la misma fecha y de manera interrumpida, se ha venido celebrando el Taller de la Crítica cinematográfica, que esencialmente mantiene sus propósitos: la reunión, confrontación e intercambio de mucha de la gente que ejerce esta profesión en el país (e incluso, alguna que otra vez hasta de otros) para analizar problemas relativos al mismo cine, a su relación con otras disciplinas y a la propia crítica.
Con éxito (y de ello hablaré de inmediato) se acaba de celebrar la decimotercera edición del evento, lo cual, en las circunstancias que vive el país, y donde todo, como es sabido, se dificulta (léase hospedaje, transporte, recursos para actividades, etc), debe entenderse como un doble acontecimiento. En verdad, el encuentro resultó una vez más, oportuna ventana por donde asomarse a temas importantes, complejos, y donde se estableció de nuevo el fructífero diálogo entre cineastas, público (numeroso) y especialistas.
Sin embargo, un inmenso lunar, por no decir mancha, empañó este taller, algo que ya viene confrontándose desde las últimas ediciones, y algo que precisamente, no tendría que ocurrir. Dicho de otro modo: pudiera pasar cualquier cosa, asumir el evento diversas dificultades materiales o de otro tipo menos esa a la que me refiero: la indiferencia casi total de quienes son protagonistas, esencia y razón de ser del mismo: los críticos de cine.
Y no es que casi todas las mesas estuvieran integradas por otros especialistas o críticos de otras disciplinas, porque en realidad, siempre el taller, en esa visión amplia y multidisciplinaria que lo ha caracterizado desde sus inicios, ha tenido esto en cuenta, sino porque la casi totalidad de los mejores críticos del país estuvieron ausentes, o siendo todavía más drásticos, la casi totalidad de esta disciplina en Cuba, al margen de las calidades, brilló por su ausencia.
Me pregunto entonces qué ocurre, y por qué el evento de la crítica, por la crítica, no convoca a sus cultores. Sinceramente, no creo que se trate del evento en sí: mejor atención en todo, no puede pedirse a los organizadores; el rigor en sus sesiones teóricas no falta, atractivo en las actividades colaterales, tampoco. ¿O será que nos hemos aburguesado y no queremos salir de casa? Se sabe, por otra parte, que no son pocas las actividades que tenemos que atender en nuestros respectivos trabajos, pero de cualquier manera, un taller de la crítica de cine sin críticos de cine, es una verdadera paradoja, algo simplemente inconcebible.
Debe replantearse el asunto la dirección del evento y volcarse, como ha hecho no pocas veces, a los colegas de provincia, donde, como es bien sabido, hay talento suficiente para garantizar un soporte adecuado en las sesiones y el resto de las actividades, tales como: presentación de films, de libros, charlas, etcétera.
Afortunadamente, y como decía a principio, la sustancia de este taller no se vio esencialmente afectada por tal circunstancia. Las mesas (“El cine en el Caribe”, “Una mirada al espectador” y “Dramaturgia y actuación en el cine cubano”) y otros espacios, contaron con expertos de la talla de los profesores María de los Angeles Pereira, Margarita Mateo, Luis Alvarez, Olga garcía Yero, los especialistas Mario Piedra, Roberto Smith, los cineastas Julio García Espinosa, Enrique Pineda Barnet, el actor Enrique Molina y otros tantos que, moderando o participando desde el público, lograron intervenciones jugosas y provocadoras.
Los muchos ciclos que complementaron tales sesiones (El Caribe Fílmico, Homenaje a la Cinemateca de Cuba, Ecos del Coral, El cine que no se ve...) contaron con el apoyo entusiasta del público local y los propios participantes, agradecidos ante ofertas muchas veces irrepetibles, lo cual se extendió al resto de las mismas: exposiciones, presentaciones especiales, venta de libros y revistas...
Pero, simplemente, duele ver que los “protagonistas de la película” son apenas un personaje referido, una entelequia que hace mirar con nostalgia aquellos años iniciales donde el ómnibus o el avión se dirigían a la hospitalaria ciudad de los tinajones, repletos de esos profesionales sin los cuales resultaba, claro está, inconcebible el Taller de la Crítica.
Esperemos que el próximo año reverdezcan estos laureles, y mientras tanto, felicitemos a Armando Pérez, Juan Antonio García, Reynaldo Pérez Labrada, Amelia Ferrá, Milagros Pedroarias, Frank Domínguez, y los muchos que, a veces frente a un sistema de audio, manejando un auto o en la oscura cabina de un cine, garantizaron la realización y (una vez más lo digo) rotundo éxito del XIII Taller de la Crítica Cinematográfica...pese a la inexplicable apatía de mis entrañables colegas.
Por Frank Padrón
Desde que en el ya lejano 1992 un grupo de doce críticos (entre los que se incluía el arriba firmante) viajó a Camaguey convocado por el Centro Provincial de Cine, allí, en un grupo que jocosamente fuera bautizado como “Los doce apóstoles”, todos los marzos, por la misma fecha y de manera interrumpida, se ha venido celebrando el Taller de la Crítica cinematográfica, que esencialmente mantiene sus propósitos: la reunión, confrontación e intercambio de mucha de la gente que ejerce esta profesión en el país (e incluso, alguna que otra vez hasta de otros) para analizar problemas relativos al mismo cine, a su relación con otras disciplinas y a la propia crítica.
Con éxito (y de ello hablaré de inmediato) se acaba de celebrar la decimotercera edición del evento, lo cual, en las circunstancias que vive el país, y donde todo, como es sabido, se dificulta (léase hospedaje, transporte, recursos para actividades, etc), debe entenderse como un doble acontecimiento. En verdad, el encuentro resultó una vez más, oportuna ventana por donde asomarse a temas importantes, complejos, y donde se estableció de nuevo el fructífero diálogo entre cineastas, público (numeroso) y especialistas.
Sin embargo, un inmenso lunar, por no decir mancha, empañó este taller, algo que ya viene confrontándose desde las últimas ediciones, y algo que precisamente, no tendría que ocurrir. Dicho de otro modo: pudiera pasar cualquier cosa, asumir el evento diversas dificultades materiales o de otro tipo menos esa a la que me refiero: la indiferencia casi total de quienes son protagonistas, esencia y razón de ser del mismo: los críticos de cine.
Y no es que casi todas las mesas estuvieran integradas por otros especialistas o críticos de otras disciplinas, porque en realidad, siempre el taller, en esa visión amplia y multidisciplinaria que lo ha caracterizado desde sus inicios, ha tenido esto en cuenta, sino porque la casi totalidad de los mejores críticos del país estuvieron ausentes, o siendo todavía más drásticos, la casi totalidad de esta disciplina en Cuba, al margen de las calidades, brilló por su ausencia.
Me pregunto entonces qué ocurre, y por qué el evento de la crítica, por la crítica, no convoca a sus cultores. Sinceramente, no creo que se trate del evento en sí: mejor atención en todo, no puede pedirse a los organizadores; el rigor en sus sesiones teóricas no falta, atractivo en las actividades colaterales, tampoco. ¿O será que nos hemos aburguesado y no queremos salir de casa? Se sabe, por otra parte, que no son pocas las actividades que tenemos que atender en nuestros respectivos trabajos, pero de cualquier manera, un taller de la crítica de cine sin críticos de cine, es una verdadera paradoja, algo simplemente inconcebible.
Debe replantearse el asunto la dirección del evento y volcarse, como ha hecho no pocas veces, a los colegas de provincia, donde, como es bien sabido, hay talento suficiente para garantizar un soporte adecuado en las sesiones y el resto de las actividades, tales como: presentación de films, de libros, charlas, etcétera.
Afortunadamente, y como decía a principio, la sustancia de este taller no se vio esencialmente afectada por tal circunstancia. Las mesas (“El cine en el Caribe”, “Una mirada al espectador” y “Dramaturgia y actuación en el cine cubano”) y otros espacios, contaron con expertos de la talla de los profesores María de los Angeles Pereira, Margarita Mateo, Luis Alvarez, Olga garcía Yero, los especialistas Mario Piedra, Roberto Smith, los cineastas Julio García Espinosa, Enrique Pineda Barnet, el actor Enrique Molina y otros tantos que, moderando o participando desde el público, lograron intervenciones jugosas y provocadoras.
Los muchos ciclos que complementaron tales sesiones (El Caribe Fílmico, Homenaje a la Cinemateca de Cuba, Ecos del Coral, El cine que no se ve...) contaron con el apoyo entusiasta del público local y los propios participantes, agradecidos ante ofertas muchas veces irrepetibles, lo cual se extendió al resto de las mismas: exposiciones, presentaciones especiales, venta de libros y revistas...
Pero, simplemente, duele ver que los “protagonistas de la película” son apenas un personaje referido, una entelequia que hace mirar con nostalgia aquellos años iniciales donde el ómnibus o el avión se dirigían a la hospitalaria ciudad de los tinajones, repletos de esos profesionales sin los cuales resultaba, claro está, inconcebible el Taller de la Crítica.
Esperemos que el próximo año reverdezcan estos laureles, y mientras tanto, felicitemos a Armando Pérez, Juan Antonio García, Reynaldo Pérez Labrada, Amelia Ferrá, Milagros Pedroarias, Frank Domínguez, y los muchos que, a veces frente a un sistema de audio, manejando un auto o en la oscura cabina de un cine, garantizaron la realización y (una vez más lo digo) rotundo éxito del XIII Taller de la Crítica Cinematográfica...pese a la inexplicable apatía de mis entrañables colegas.
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