Escenas del film

OPINIÓN:"El Benny": notas altas y bajas de una vida (y de un film)

30-VII-06

Por Frank Padrón

Las primeras imágenes del irrepetible cantante negro irrumpiendo con su banda gigante a toda pantalla (hacía tiempo no se veía una película cubana en cinemascope), con las virtudes del sonido estéreo que trasmite la sensación de estar dentro del mismo, son realmente impresionantes y prometen un film a la altura de su protagonista, el inmenso Bartolomé Moré (El Benny), uno de los íconos no sólo musicales sino culturales, sociales de Cuba, por cuanto representa el genio cristalizado gracias a la tenacidad en un medio hostil, la tragedia que cercena una vida malograda debido al humano errar, la trascendencia de una obra, la permanencia de un trino que se engrandece con el tiempo, "aquella voz, delgada como el viento" al decir del poeta Fernández Retamar que suena más hermosa que nunca, de quien pudiera decirse como de Carlos Gardel, "cada día canta mejor".

Al transcurrir las dos horas de metraje, se descubre una obra irregular, en la que por más de un momento se desvanece la sensación inicial, a la vez que comprobamos no pocos rubros plenamente conseguidos que le confieren la estatura anunciada. Lo primero que sorprende gratamente es la conseguida ambientación de esa Habana de los años 40 a los iniciales 60, particularmente esos 50 tantas veces recreados dentro y fuera de nuestro cine, tradición ya conformada a la cual se suma magistralmente: el rico panorama musical de la urbe nocturna, sus cabarets, restaurantes y bares, o simplemente sus calles, sus taxis y sus casas (sin olvidar la humildad, muchas veces miseria del campo) han sido atrapados y trasmitidos por ese maestro de la dirección de arte en que se ha ido convirtiendo Erick Grass ("Miel para Oshún"), apoyado claro, por el excelente trabajo fotográfico de alguien que aún no había podido (de)mostrar su capacidad a plenitud al menos en el cine cubano: el también documentalista José Manuel Riera, quien explora y explota claroscuros y matices con verdadero detalle, desde el neón, la atmósfera "a media luz" del night club hasta la maravilla del atardecer en esta isla.

El realizador Jorge Luis Sánchez ("Las sombras corrosivas de Fidelio Ponce aún") ha insistido en que no se trata de una biografía fiel y que de los muchos Bennys posibles, él escogió el suyo, algo legítimo por supuesto, pero cuando uno reflexiona en lo que nos ofrece sobre el ser contradictorio y genial que acortó su vida por los efectos ya irreversibles del alcohol, se hubiera preferido más énfasis en las incidencias de la vida artística, las colisiones entre ésta y la personal que ciertos episodios absolutamente prescindibles (como la aventura con la cantante Maggie o las recurrencias del abuelo en el campo). Como mismo hay personajes (¡esa enfermera que lo soba libidinosamente y precipita al final su ruina!) no sólo bien diseñados sino enriquecedores, también se encuentran otros que poco o nada aportan a la trama (como el abuelo de Angeluis) o ese propio nieto, el político que atraviesa las etapas del cantante hasta llegar a la Revolución, cuya historia, como la paralela del movimiento clandestino antibatistiano, no se insertan felizmente en el corpus dramático.

En este sentido, la narración no es todo lo limpia que la historia requería. El director señalaba: "Tampoco quería hacer una película lineal y cronológica...y por eso están las retrospectivas porque me interesaba también inquietar al espectador, confundirlo un poco". A decir verdad, esto lo logra a plenitud, tanto que la diégesis sufre bastante con el exceso, absolutamente superfluo, de saltos y rupturas temporales que sólo enturbian el decursar del tiempo narrativo, mientras el espectador, sí, se confunde y abruma más de la cuenta, como escuché manifestar a varios vecinos de luneta durante una de las tandas en el Yara. Y eso que, todo hay que decirlo, la edición de Manuel Iglesias es otro de esos indiscutibles méritos a los que nos referíamos: remedando en este aspecto el tipo de cine de la época pero a la vez aplicando un criterio moderno, el capaz montajista confiere una continuidad y un ritmo que esas particiones del guión (escrito a dos manos por Sánchez y el desaparecido dramaturgo Abraham Rodríguez, el de "Andoba") hubieran afectado todavía más.

Entremos ahora en un acápite esencial: la música. Creo con toda sinceridad que la labor del ya probado orquestador Juan Manuel Ceruto es sencillamente excepcional, al obtener con artes casi mágicas que lo que escuchamos "suene" a la época de referencias, al Benny y su jazzband, a la vez que apreciamos un sonido increíblemente contemporáneo, con arreglos que respetan y reproducen, digamos, el protagonismo de los vientos-metales, los maravillosos contracantos del coro, la esencia de los ritmos trabajados por el artista (mambo, chachacha, rumba, son, bolero) en una labor de continuidad-ruptura que debe mucho a las conquistas posmodernas. Dentro de esto, la voz que emite este Moré fílmico, perteneciente al trovador santiaguero Juan Manuel Villi, es de un timbre asombrosamente parecido al del cantante emblemático, quizá un tanto engolada en ciertas modulaciones, pero de todos modos ideal para remedar un color y una proyección prácticamente irrepetibles.

Dos señalamientos, sin embargo, en este cristalizado rubro: pienso que se queda un tanto corta la presencia del repertorio del Benny, varios números se reducen demasiado, faltan otros que lo identifican; recientes biopics sobre músicos famosos (como Cole Porter o Ray Charles) sin dejar de ahondar en sus complejas vidas han contado mucho más con su obra en pantalla; en segundo lugar, considero un error finalizar, por cuanto supone una ruptura tonal infeliz, con el rap compuesto con Formell especialmente para el film éste, debió aparecer ya avanzados los créditos y coronar el desenlace con otra pieza del cantante (digamos la esencial "Oh, vida", una de las grandes ausentes aquí) de modo que complementara la fuerza lograda por las imágenes, de este modo debilitadas.

Por último, un ítem sin embargo imprescindible: las actuaciones. Si tantos elementos no fueran necesarios en una empresa como ésta, pudiera decirse con propiedad que "El Benny" es su intérprete, el debutante Renny Arozarena; con una convicción, una autenticidad y una fuerza poco comunes en los primeros trabajos, el joven se introduce en la órbita afectiva, profesional y vital del protagonista de manera simplemente admirable; transiciones, matices, esa impronta criolla, que oscilara entre el humor, la genialidad y la tragedia que signó su vida, son perfectamente entendidos, incorporados y proyectador por Arozarena. Afortunadamente, lo secundan otras labores de semejante alcance: el Olimpio de Enrique Molina (contenido y sensible), el Monchy, traidor y finalmente destruido de Mario Guerra (casualmente su "Benny" de la pieza "Delirio Habanero" estuvo hasta hace poco en cartelera teatral), el ajustado y seguro Pedrito de Kike Quiñones, alejado de los roles habituales del humorista, y , pese a su corto e impostado personaje, la Maggie de la siempre imponente Isabel Santos.

Con esos "do de pecho" y otras tantas desafinaciones "El Benny" es un digno tributo a una de las cumbres de la música cubana, y un film que marca un buen paso en los rumbos de nuestro cine. Enhorabuena a su director, a su competente equipo, a estos maridajes de una cultura tan rica capaz de engendrar frutos jugosos.
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Marta Etura

Emilio Martínez Lázaro inicia el rodaje de "Las 13 rosas"

28-VII-06

Luego de realizar las exitosas comedias "El otro lado de la cama" (2002) y "Los dos lados de la cama" (2005), Emilio Martínez Lázaro ha decidido tornarse más dramático y abordar una cinta histórica acerca de un capítulo de la Guerra Civil Española con "Las 13 rosas", película que comenzará a rodar el 12 de agosto en Madrid.

"Las 13 rosas" está basada en la historia de las 13 muchachas, 7 de ellas menores de edad y casi todas militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas, que fueron fusiladas el 5 de agosto de 1939 en las tapias del cementerio de la Almudena de Madrid. Martínez Lázaro se ha confesado un gran interesado en esta oscura etapa, de la cual considera que el cine solo ha realizado aproximaciones, no películas. Con esta cinta, el realizador adelantó que no buscará "hacer reivindicaciones históricas o políticas".

Producida por Enrique Cerezo, P.C. y Pedro Costa, P.C., el rodaje se iniciará en Madrid el 12 de agosto y los nombres confirmados de su reparto son Verónica Sánchez (colaboró con el director en su última realización "Los dos lados de la cama"), Marta Etura ("Azuloscurocasinegro"), Nadia de Santiago (tiene pendiente de estreno "Alatriste"), Fran Perea (actualmente en cartelera con "Los mánagers") y Alberto Ferreiro ("La bicicleta").
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La actriz en Yellow

La puertorriqueña Roselyn Sánchez presenta su película más personal

28-VII-06

Doce años lleva la puertorriqueña Roselyn Sánchez afincada en Estados Unidos, país al que viajó -como tantas personas- persiguiendo el sueño de triunfar en el mundo del espectáculo. Con la experiencia conseguida y cierto estatus dentro de la industria, la boricua presenta su cinta más personal, donde rememora sus comienzos como artista en un país ajeno y altamente competitivo.

En el marco del Festival de Cine Latino de Nueva York, Sánchez da a conocer su película "Yellow", la cual la tiene como protagonista, productora y co-guionista de la historia de una chica, Amaryllis Campos, que viaja a Nueva York en su afán de iniciar allí una carrera como bailarina. "Pasé siete años buscando apoyo y financiamiento y por fin se logró, se hizo", confesó en entrevista telefónica con AP la actriz de 33 años, quien debió recorrer un largo camino para ver plasmado en la pantalla este proyecto tan anhelado.

Dirigida por Alfredo de Villa y co-escrita por Sánchez y la guionista Nacoma Whobrey, el mayor reto de la actriz, además de conseguir el financiamiento para un film latino, fue tener que convertirse en bailarina exótica, ya que su personaje ante la falta de un futuro se ve forzada a trabajar en un club nocturno, y la preparación que ello supuso. "Estuve dos meses ensayando sin parar, me salieron moretones, me lesioné la espalda...incluso me inyectaron cortisona para poder bailar", detalló, aunque aseguró que el dolor valió la pena.

Pendiente de cada detalle que hace a este largometraje, Sánchez se manifestó nerviosa ante la presentación, pero con una sensación de victoria por ver que su sueño finalmente puede ser compartido con el público. Mientras trabaja en la serie "Without a Trace", la intérprete se prepara para volver a convertirse en la agente Isabella Molina en "Rush Hour 3", como ya lo hiciera en la cinta anterior de la saga protagonizada por Jackie Chan y Chris Tucker que le abrió las puertas de Hollywood.
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El guionista Fernando Castets

Guionistas de "El hijo de la novia" y de "A mi madre le gustan las mujeres" coinciden en "Abrígate"

27-VII-06

Desde el pasado 3 de julio se rueda en Betanzos (A Coruña) la etapa principal de "Abrígate", una coproducción hispano-argentina dirigida por Ramón Costafreda (prestigioso realizador de publicidad que dirigió la película para televisión "Más que hermanos") y cuyos guionistas son Fernando Castets (autor de grandes éxitos de taquilla como "El hijo de la novia" o "Luna de Avellaneda") e Inés París ("A mi madre le gustan las mujeres", "Semen, una historia de amor"), junto con el propio director.

"Abrígate" cuenta la historia de Valeria, una joven argentina de 25 años que ha cambiado su Buenos Aires natal por Betanzos, de donde procede su familia. Excéntrica, soñadora y divertida, se encuentra en la encrucijada sentimental más surrealista de su vida: tras la repentina muerte de su maduro y atractivo amante, se enamora de Marcelo, el hijo del difunto. Su amiga Adela, dueña de la peluquería donde ambas trabajan, la ayudará a despejar la incógnita. Y mientras tanto disfrutan con sus vecinos de las pequeñas alegrías, se ríen de las penas y fantasean con tener una vida diferente, inspirada quizá en los carteles parisinos que decoran la peluquería.

La argentina Manuela Pal, vista en "Palermo Hollywood" y la serie "Vientos de agua" -donde interpretaba a la hija del personaje central de Eduardo Blanco-, encabeza el reparto de este largometraje, que cuenta también con su compatriota Javier Lombardo ("Historias mínimas") y los españoles Félix Gómez ("El año de la garrapata", "El camino de los ingleses"), María Bouzas ("Heroína") y Celso Bugallo ("Los lunes al sol", "Mar adentro").

Coproducida por la gallega Continental, la catalana Oberón Cinematográfica y la argentina Pol-ka, la duración del rodaje es de seis semanas y transcurre en localizaciones de Betanzos, Caión y Miño (A Coruña).
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El coronel no tiene quien le escriba

La obsesión del cine por Gabriel García Márquez

26-VII-06

Por Alberto Duque López

Como todo lo que tiene que ver con Gabriel García Márquez, es decir, con sus libros y las películas basadas en sus historias, esto que ocurre actualmente es exagerado, un despropósito, una auténtica locura, algo fuera de lo común, un homenaje a ese ventarrón cíclico que recorre sus novelas y cuentos, el mismo fenómeno que ha tenido resultados inversos de calidad en casi todas las adaptaciones cinematográficas.

Sin embargo, durante los próximos meses serán filmadas dentro y fuera de Colombia, cinco historias del colombiano. Cinco, como suena. No una, ni dos, como sería lo normal, sino cinco películas que serían estrenadas el próximo año: la más próxima y más costosa, "El amor en los tiempos del cólera", dirigida por el inglés Mike Newell y protagonizada por Giovanna Mezzogiorno, Javier Bardem y Catalina Sandino Moreno; "Memoria de mis putas tristes" por el danés Henning Carlsen, con guión del legendario Jean Claude Carriere; "El otoño del patriarca", que sería dirigida por el bosnio Emir Kusturica; "Del amor y otros demonios" de la costarricense Hilda Hidalgo, alumna del escritor en San Antonio de los Baños, y el quinto proyecto, impulsado por el hijo del novelista, Rodrigo García Barcha, sobre uno de los primeros guiones escritos por el padre, "Tiempo de morir", llevado al cine antes por Arturo Ripstein y Jorge Alí Triana. La primera y la última serían rodadas en Cartagena de Indias y otros lugares de la Costa Caribe; "Memoria..." en Cuba; "Del amor..." en Costa Rica y Cartagena de Indias, y la de Kusturica, posiblemente en Yugoslavia.

La más reciente adaptación de una historia de García Márquez también fue una frustración, porque "La mala hora" de Ruy Guerra (un director que tiene otras dos adaptaciones con temas de Macondo, "Fábula de la bella palomera" y "La Cándida Eréndira", preciosistas y sobrecargadas), lanzada como una coproducción entre Brasil, Portugal y Argentina con el respaldo de Ibermedia, tiene un elenco internacional, música de Chico Buarque y fotografía de Walter Carvalho, el mismo de "Estación Central" y "Carandirú", es una cinta que en septiembre inaugura la Semana de Cine Brasilero en varias ciudades colombianas, comienza con un disparo, refleja las obsesiones literarias del director Guerra, nacido en Mozambique en 1938, y en ella se la pasa lloviendo todo el tiempo.

Ante esta desmesura, esta obsesión de guionistas, productores y directores con el mundo literario de este escritor, esta nueva moda que promete cinco películas con distintos presupuestos, uno se pregunta: dentro de algunos años, cuando la obra narrativa de Gabriel García Márquez siga siendo motivo de estudios, admiración y sorpresa entre las nuevas generaciones, ¿cuáles adaptaciones de sus historias, ideas y guiones realizados para el cine y la televisión, podrán ser recordadas como dignas de su imaginación, su fantasía y sobre todo, su sentido del humor? Difícil respuesta. Más de cuarenta veces los personajes extravagantes, las historias tropicales, los escenarios delirantes y ese sentido de la desmesura y el absurdo que llenan sus novelas y cuentos han aparecido y desaparecido, y lo que es peor, pasado al piadoso olvido, dejando en los espectadores la frustración de haberse topado, en la mayoría de los casos, con films planos que obedecían demasiado a los textos originales o se ceñían respetuosamente a las indicaciones tácitas o expresas del escritor.

De ese medio centenar de películas “garcíamarquianas”, las más notables aunque no las mejores han sido realizadas por un grupo que en la mayoría de las ocasiones también escribió los guiones, marcado por la admiración y la amistad hacia el novelista, compuesto por excelentes directores latinoamericanos como los mexicanos Arturo Ripstein ("Tiempo de morir" y "El coronel no tiene quien le escriba"), Jaime Humberto Hermosillo ("María de mi corazón" y "El verano de la señora Forbes"), Luis Alcoriza ("Presagio"), Alberto Isaac ("En este pueblo no hay ladrones" en la cual aparecen Luis Buñuel, Juan Rulfo y el mismo García Márquez interpretando pequeños papeles), Roberto Gavaldón ("El gallo de oro", con guión del colombiano y Carlos Fuentes sobre un cuento de Juan Rulfo), Felipe Cazals ("El año de la peste"), los colombianos Lisandro Duque ("Milagro en Roma" y "Los niños invisibles"), y Jorge Alí Triana ("Tiempo de morir" y "Edipo Alcalde"), el chileno Miguel Littín ("La viuda de Montiel"), el brasilero Ruy Guerra ("Fábula de la bella palomera”, “Eréndira” y “Veneno de la madrugada") y así sucesivamente, sin olvidar “La langosta azul” en la que participó García Márquez al lado de sus compinches de La Cueva, en Barranquilla, en la costa Caribe: Germán Vargas, Alejandro Obregón, Alvaro Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor, Quique Scopell, Juancho Jinete y otros alegres personajes.

Por supuesto, algunos dirán que el problema de los textos de García Márquez al ser llevados al cine, es el mismo que enfrentan todos los escritores cuando son adaptados. Pero, uno recuerda casos como “Gringo Viejo” (Luis Puenzo con Carlos Fuentes), o “Memorias del Subdesarrollo” (Tomás Gutiérrez Alea con Edmundo Desnoes), o “La luna en el espejo” (Silvio Caiozzi con José Donoso), o “El lugar sin límites” (Arturo Ripstein con José Donoso), o “Como agua para chocolate” (Alfonso Arau con Laura Esquivel), para citar unos cuantos ejemplos latinoamericanos y piensa que sí, que existen películas dignas de sus obras originales. Lo que no ocurre con las historias adaptadas del escritor colombiano.

Si uno tuviera que escoger lo rescatable de tales adaptaciones, con seguridad que aparecerían “Milagro en Roma” de Lisandro Duque, “María de mi corazón” de Hermosillo, “Tiempo de Morir” de un Ripstein jovencísimo que en 1966 hizo un western con estos dos hermanos que persiguen al asesino de su padre, y 33 años después regresó al mundo seco, despiadado, irrespirable y estancado de “El coronel...”. También habría que rescatar la “Palomera” de Ruy Guerra, con esa escena demencial de la decapitación de la mujer infiel a manos del marido que encuentra la prueba reina en el sitio indicado; o las tres mexicanas de una de las mejores épocas del cine de ese país: “En este pueblo no hay ladrones” de Isaac, 1965; “Presagio” de Alcoriza, 1975 y “El año de la peste” de Cazals, 1979.

Para olvidar, piadosamente, ese fracaso absoluto de “Crónica de una muerte anunciada”, 1987, con un Francesco Rosi sin control alguno sobre la producción y realización en escenarios caribes colombianos, con un pésimo guión, unos personajes caricaturescos y unos actores que hablaban más de diez lenguas en el rodaje. Mientras los técnicos italianos recibían a diario su pasta y su salsa italianas llevadas directamente de Roma hasta Cartagena de Indias o Mompox donde filmaban, los actores y extras colombianos se conformaban con raciones modestas.

También para olvidar y borrar de la lista de adaptaciones garcíamarquianas: “Un señor muy viejo con unas alas enormes” de Fernando Birri y otras versiones cubanas de un mundo literario que el mismo escritor en alguna ocasión defendió con estas palabras: “Mientras esté vivo, rechazo cualquier adaptación de “Cien años de soledad” porque me preocupa que la escena de Remedios, la bella, ascendiendo al cielo con poleas y cuerdas despierte las carcajadas de los espectadores que, mejor que los directores y guionistas, tienen un sentido más exacto de lo ridículo y lo inapropiado en el cine”.

Lo curioso de estas frustradas adaptaciones es que las relaciones entre García Márquez y el cine siempre han sido profundas, no solo por las críticas y notas de cine que publicó en periódicos como El Espectador (Bogotá), El Universal (Cartagena de Indias) y El Heraldo (Barranquilla), en los primeros años de su carrera periodística en los cincuenta, convirtiéndose en uno de los primeros críticos cinematográficos en Colombia, sino por su vinculación a tantos proyectos latinoamericanos, encabezados por esa obra estupenda y generosa de la Escuela que funciona en San Antonio de los Baños, a pocos minutos de La Habana, hasta donde van todos los grandes del cine mundial, desde Francis Coppola, Robert Redford y Costa-Gavras hasta los más jóvenes y agresivos directores del continente.

“El amor en los tiempos del cólera”, la historia del hombre que esperó 51 años, 9 meses y 4 días para estar con la mujer que amaba, le costó al productor Scott Steindorff tres años y tres millones de dólares, además de la presencia de Javier Bardem como Florentino Ariza, el enamorado paciente. Ron Harwood, guionista premiado con un Oscar por su trabajo en “El Pianista” de Roman Polanski, ya tiene listo un texto que, según sus propias palabras, "Ha sido la novela más difícil que he tenido que adaptar". Harwood ni estuvo en Colombia ni habló con el escritor. Bastó con el libro.

Kusturica y sus productores avanzan en las negociaciones para adaptar “El Otoño del Patriarca”, una historia tremendista que Miguel Littín, Arturo Ripstein y Humberto Solás quisieron adaptar en algún momento. En cuanto a "Del amor y otros demonios" nació de la amistad entre el Nobel y la directora y guionista costarricense Hilda Hidalgo, durante un taller en San Antonio de los Baños. García Màrquez le cedió los derechos y le indicó quién podía aportar los dos millones de dólares que cuesta un proyecto que sería filmado donde tiene que ser, en la zona histórica de Cartagena de Indias donde transcurre el drama.

Los admiradores cinéfilos de García Márquez que son millones en el mundo, esperan que la “pava” o mala suerte según los venezolanos llegue a su final con alguna de estas nuevas películas.
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