"Paraíso travel" llega a su destino en Estados Unidos
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Por Alberto Duque López
Una de las mejores películas latinoamericanas de los últimos años, "Paraíso travel", del colombiano Simón Brand, abre su marcha este fin de semana en el mercado de Estados Unidos con la exhibición de varias copias en salas de Manhattan, New Jersey y Los Angeles, luego de imponer marcas de taquilla en su país y ganar numerosos premios en festivales internacionales.
La columnista Jeannette Catsoulis saluda el estreno de la película con una breve pero entusiasta nota en la sección de Cine de la fecha en el New York Times y destaca no solo el pulso del director para acercarse a un tema, los inmigrantes ilegales en Estados Unidos. Sino las actuaciones de quienes logran personajes verídicos.
"Paraíso Travel" se estrena en un nuevo mercado mientras el próximo 7 de agosto arranca otra importante película colombiana, "La Pasión de Gabriel" de Luis Alberto Restrepo sobre la cual comentaremos en su momento.
Una ratonera. Las primeras escenas de "Paraíso Travel", tomadas desde arriba con una cámara que repta sobre el techo de ese depósito donde se hacinan los ilegales que lograron entrar por una frontera extendida en desiertos, selvas y cuevas de Centro América y México hasta llegar a ese Jackson Heights miserable, esas primeras escenas marcan la imagen de una ratonera de cartón donde el frío, el hambre, la soledad, la desesperación y la violencia se ensañan en los dos jóvenes protagonistas, Marlon y Reina, condenados al fracaso desde cuando estaban en las barriadas de Medellín, soñando con alcanzar ese sueño americano.
Una ratonera, el escondite de los ilegales. Una ratonera, las calles de esa zona de Nueva York que el muchacho recorre en busca de la amada, luego de perderla al cometer una nueva equivocación. Una ratonera, los distintos trabajos y dormitorios que comparte mientras sigue la búsqueda. Una ratonera, el largo viaje emprendido para llegar con esa muchacha que le miente muchas veces y lo tiene atrapado con el olor de su cuerpo. Una ratonera, la solitaria y salvaje pelea de los inmigrantes ilegales, los mismos que seguramente verán la película durante las próximas semanas, en Estados Unidos o cualquier lugar del mudo donde se encuentren sobreviviendo sin papeles.
Una ratonera. Primero, fue la novela breve de Jorge Franco, autor de otras historias como "Mala Noche", "Maldito Amor", "Melodrama" y sobre todo, "Rosario Tijeras", también llevada al cine por un equipo de jóvenes. Luego, el encuentro del director Simón Brand (el mismo de "Mentes en blanco" con Jim Caviezel), con esa historia mientras volaba de Bogotá a Los Angeles.
Considerado uno de los mejores realizadores de videos musicales, videoclips y comerciales, locutor, empresario de artistas, viajero, artesano del cine y la televisión que aprendió de la mano de oportunos maestros todos los trucos del lenguaje, se entusiasmó con los personajes, la historia, las circunstancias y sobre todo, las posibilidades comerciales de una película que preparó cuidadosamente.
Brand, alimentado por su propia experiencia (a los 19 años también enloqueció por una mujer y fue capaz de enfrentar todos los sinsabores en Los Angeles, aunque sus papeles estaban en regla), apoyado por un grupo de productores encabezado por Jonathan Sanger, Ed Elbert, Sarah Black, Isaac Lee y otros inversionistas, trabajó de la mano del autor de la novela y el guionista Juan Rendón (con una larga trayectoria como editor y cronista de publicaciones nacionales y extranjeras), escribieron, reescribieron, rompieron borradores, escucharon consejos y poco a poco, en largas sesiones antes del rodaje y la elección de actores, le dieron forma a una historia llena de violencia, sexo, mentiras, engaños, sueños, pesadillas, amor, trampas, golpes, lágrimas, sonrisas, fracasos, triunfos esquivos y otros elementos que en el cine comercial saben funcionar, es decir, hacen que la taquilla reaccione, dentro y fuera de Colombia.
Para los papeles principales, dos nuevas caras en el cine, Aldemar Correa (Marlon, quizás lo mejor del elenco) y Angélica Blandón (Reina, tramposa y mentirosa, sensual e infiel), acompañados por Margarita Rosa de Francisco (Raquel, la madre de Reina), Ana de la Reguera (Milagros, que hace honor a su nombre), Luis Fernando Múnera (el dueño de un restaurante colombiano) y John Leguízamo, cuyo personaje fue alterado para hacerlo más picaresco.
Correa y De la Reguera están muy bien en sus personajes, y aunque Franco acepta que siempre dejó en libertad al director y el co-guionista para el tratamiento de la historia, se siente su cercanía en los diálogos, los gestos de los personajes, las situaciones y aún en los cambios producidos en el rodaje por simples razones técnicas, como el reencuentro fugaz y callejero de los amantes después de largas semanas de separación. En la novela, se miran desde dos trenes que vuelan en direcciones opuestas, y en la película, él la descubre caminando en la calle mientras se moviliza en un bus.
Más de cuarenta locaciones utilizadas en Nueva York, Atlanta, Bogotá, Centro América y México; jornadas de hasta 20 horas sin interrupción; temperaturas insoportables, para el joven director esta es "Una historia de amor que nada tiene que ver con violencia, con un personaje protagónico con el que me sentí identificado". Para el escritor esta es la experiencia de "muchos jóvenes colombianos que se van a con el objetivo de encontrar un mejor futuro en otras tierras, eso fue lo que me llevó a contar y a buscar esos personajes". Es decir, "no hubo un par de personajes reales que me inspirara, fue un colectivo".
Con un desenlace abierto a la interpretación de cada espectador, éste sale de la sala con ese reencuentro de dos muchachos perdidos para ellos y los demás, junto a ese remolque en las afueras de Atlanta, con la chica convertida en una prostituta barata, su madre cegada por el alcohol y el joven regresando a lo mismo pero con un tesoro entre las manos, haberle visto la cara a la soledad y la desgracia, sin aceptar lo que ella le ha gritado en distintas ocasiones, en el libro y la película: matarse para librarse de todo.
Una de las mejores películas latinoamericanas de los últimos años, "Paraíso travel", del colombiano Simón Brand, abre su marcha este fin de semana en el mercado de Estados Unidos con la exhibición de varias copias en salas de Manhattan, New Jersey y Los Angeles, luego de imponer marcas de taquilla en su país y ganar numerosos premios en festivales internacionales.
La columnista Jeannette Catsoulis saluda el estreno de la película con una breve pero entusiasta nota en la sección de Cine de la fecha en el New York Times y destaca no solo el pulso del director para acercarse a un tema, los inmigrantes ilegales en Estados Unidos. Sino las actuaciones de quienes logran personajes verídicos.
"Paraíso Travel" se estrena en un nuevo mercado mientras el próximo 7 de agosto arranca otra importante película colombiana, "La Pasión de Gabriel" de Luis Alberto Restrepo sobre la cual comentaremos en su momento.
Una ratonera. Las primeras escenas de "Paraíso Travel", tomadas desde arriba con una cámara que repta sobre el techo de ese depósito donde se hacinan los ilegales que lograron entrar por una frontera extendida en desiertos, selvas y cuevas de Centro América y México hasta llegar a ese Jackson Heights miserable, esas primeras escenas marcan la imagen de una ratonera de cartón donde el frío, el hambre, la soledad, la desesperación y la violencia se ensañan en los dos jóvenes protagonistas, Marlon y Reina, condenados al fracaso desde cuando estaban en las barriadas de Medellín, soñando con alcanzar ese sueño americano.
Una ratonera, el escondite de los ilegales. Una ratonera, las calles de esa zona de Nueva York que el muchacho recorre en busca de la amada, luego de perderla al cometer una nueva equivocación. Una ratonera, los distintos trabajos y dormitorios que comparte mientras sigue la búsqueda. Una ratonera, el largo viaje emprendido para llegar con esa muchacha que le miente muchas veces y lo tiene atrapado con el olor de su cuerpo. Una ratonera, la solitaria y salvaje pelea de los inmigrantes ilegales, los mismos que seguramente verán la película durante las próximas semanas, en Estados Unidos o cualquier lugar del mudo donde se encuentren sobreviviendo sin papeles.
Una ratonera. Primero, fue la novela breve de Jorge Franco, autor de otras historias como "Mala Noche", "Maldito Amor", "Melodrama" y sobre todo, "Rosario Tijeras", también llevada al cine por un equipo de jóvenes. Luego, el encuentro del director Simón Brand (el mismo de "Mentes en blanco" con Jim Caviezel), con esa historia mientras volaba de Bogotá a Los Angeles.
Considerado uno de los mejores realizadores de videos musicales, videoclips y comerciales, locutor, empresario de artistas, viajero, artesano del cine y la televisión que aprendió de la mano de oportunos maestros todos los trucos del lenguaje, se entusiasmó con los personajes, la historia, las circunstancias y sobre todo, las posibilidades comerciales de una película que preparó cuidadosamente.
Brand, alimentado por su propia experiencia (a los 19 años también enloqueció por una mujer y fue capaz de enfrentar todos los sinsabores en Los Angeles, aunque sus papeles estaban en regla), apoyado por un grupo de productores encabezado por Jonathan Sanger, Ed Elbert, Sarah Black, Isaac Lee y otros inversionistas, trabajó de la mano del autor de la novela y el guionista Juan Rendón (con una larga trayectoria como editor y cronista de publicaciones nacionales y extranjeras), escribieron, reescribieron, rompieron borradores, escucharon consejos y poco a poco, en largas sesiones antes del rodaje y la elección de actores, le dieron forma a una historia llena de violencia, sexo, mentiras, engaños, sueños, pesadillas, amor, trampas, golpes, lágrimas, sonrisas, fracasos, triunfos esquivos y otros elementos que en el cine comercial saben funcionar, es decir, hacen que la taquilla reaccione, dentro y fuera de Colombia.
Para los papeles principales, dos nuevas caras en el cine, Aldemar Correa (Marlon, quizás lo mejor del elenco) y Angélica Blandón (Reina, tramposa y mentirosa, sensual e infiel), acompañados por Margarita Rosa de Francisco (Raquel, la madre de Reina), Ana de la Reguera (Milagros, que hace honor a su nombre), Luis Fernando Múnera (el dueño de un restaurante colombiano) y John Leguízamo, cuyo personaje fue alterado para hacerlo más picaresco.
Correa y De la Reguera están muy bien en sus personajes, y aunque Franco acepta que siempre dejó en libertad al director y el co-guionista para el tratamiento de la historia, se siente su cercanía en los diálogos, los gestos de los personajes, las situaciones y aún en los cambios producidos en el rodaje por simples razones técnicas, como el reencuentro fugaz y callejero de los amantes después de largas semanas de separación. En la novela, se miran desde dos trenes que vuelan en direcciones opuestas, y en la película, él la descubre caminando en la calle mientras se moviliza en un bus.
Más de cuarenta locaciones utilizadas en Nueva York, Atlanta, Bogotá, Centro América y México; jornadas de hasta 20 horas sin interrupción; temperaturas insoportables, para el joven director esta es "Una historia de amor que nada tiene que ver con violencia, con un personaje protagónico con el que me sentí identificado". Para el escritor esta es la experiencia de "muchos jóvenes colombianos que se van a con el objetivo de encontrar un mejor futuro en otras tierras, eso fue lo que me llevó a contar y a buscar esos personajes". Es decir, "no hubo un par de personajes reales que me inspirara, fue un colectivo".
Con un desenlace abierto a la interpretación de cada espectador, éste sale de la sala con ese reencuentro de dos muchachos perdidos para ellos y los demás, junto a ese remolque en las afueras de Atlanta, con la chica convertida en una prostituta barata, su madre cegada por el alcohol y el joven regresando a lo mismo pero con un tesoro entre las manos, haberle visto la cara a la soledad y la desgracia, sin aceptar lo que ella le ha gritado en distintas ocasiones, en el libro y la película: matarse para librarse de todo.