Ventura Durall escribe sobre "Las dos vidas de Andrés Rabadán"

por © Nanouk Films-NOTICINE.com
El director catalán Ventura Durall
El director catalán Ventura Durall
Por Ventura Durall *

La primera vez que hablé con Andrés Rabadán fue en el año 2000. Desde el 2002 lo visito regularmente en la prisión de turno donde se encuentra hacinado.

Diagnosticado como enfermo mental después de descarrilar tres trenes y matar a su padre con una ballesta en 1994, Rabadán fue encerrado en un psiquiátrico penitenciario en el que debía permanecer durante 20 años si los psiquiatras no consideraban antes que ya no suponía un peligro para la sociedad.

Me costó convencerle de la necesidad de emprender un viaje hacia su propio pasado, de escarbar en lo más profundo de su alma, de revisitar aquellos tiempos que lo llevaron a ese estado mental y a una situación límite, Poco a poco, carta a carta, Andrés se fue abriendo, contándome pequeñas historias íntimas de su niñez, de su adolescencia, de su círculo familiar y de amistades.

Poco a poco llegué a entenderlo y surgieron dos obras cinematográficas que reflejan su vida interior, sus miedos, sus anhelos y su ventana abierta al mundo: “El perdón” y “Las dos vidas de Andrés Rabadán”.

En estas obras, que creo complementarias, he intentado mostrar una explicación detallada de los hechos y un análisis jurídico y psicológico del caso, con una visión poética y fantástica de la vida desde la propia objetividad.

Pero más allá de eso, creo que su historia nos permite abordar desde un punto de vista metafísico una serie de cuestiones que nos hacen cuestionarnos a nosotros mismos: la importancia de las propias vivencias en la formación del yo, el sentimiento de culpa, la capacidad de cambiar la propia estructura y la fuerza redentora del amor.

(*): Durall es licenciado por la ESCAC en especialidad de guión y ha estudiado también en San Antonio de los Baños (Cuba). Ha dirigido y productido varios documentales, entre ellos "El Perdón", sobre el mismo tema de la película -de ficción- que ahora estrena en España, la vida de Andrés Rabadán, quien con 19 años (en 1994) mató a su padre y fue apodado por los medios "El asesino de la ballesta". Fue exculpado del crimen por sufrir una esquizofrenia paranoide, de la que 15 años después está curado según todos los dictámenes psiquiátricos, pero el fiscal sigue oponiéndose a su libertad en nombre de una supuesta peligrosidad.