Luis García Berlanga: El cine español pierde a su último "clásico"
- por © Redacción-NOTICINE.com
A los 89 años, ha fallecido en la madrugada de este sábado en Madrid el realizador y guionista Luis García Berlanga, presidente de Honor de la Academia de Cine y uno de los personajes más emblemáticos del espectáculo español durante más de medio siglo. El autor de "Bienvenido Mr. Marshall", "El verdugo", "Plácido", "Tamaño natural", "La escopeta nacional", "La vaquilla" o "Todos a la cárcel" fue probablemente el más hábil "toreador" de la censura franquista en los años 50 y 60. Erotómano, "bon vivant" y ácrata integrado, este hijo de un terrateniente levantino resultó precedido en su despedida por la de su habitual cómplice y coguionista Rafael Azcona, hace cinco años.
Su última aparición ante una cámara fue para apoyar la actual campaña de Médicos sin Fronteras "Pastillas contra el dolor ajeno", presentada esta misma semana, que busca la sensibilización y lucha contra las enfermedades olvidadas.
Nacido en Valencia en 1921, en el seno de una familia adinerada que le dio estudios de Derecho y Filosofía, se enroló en la División Azul para combatir al comunismo al lado de Hitler, pero tanto su vida como sus ideas dieron un giro radical a partir de su contacto con el Séptimo Arte. En 1947 se matriculó en el pomposamente llamado "Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas", junto a su amigo Juan Antonio Bardem, con quien correalizaría su opera prima, "Esa pareja feliz", en 1951. Al año siguiente hizo un primer gran éxito, "Bienvenido Mr. Marshall", donde quedarían expuestas sus premisas temáticas: la disección de la vida española a través de populares historias casi siempre corales cargadas de humor.
Durante los años 70 su carrera se aletargó, y antes de la muerte de Franco sólo hizo en Francia "Tamaño natural", protagonizada por Michel Piccoli, donde expresaba sus tendencias fetichistas. Desaparecido el dictador regresó su inspiración con la exitosa saga sobre los cambios sociopolíticos de la Transición Democrática "Patrimonio Nacional". Sus últimas películas, en los años 90, siempre junto a Azcona, reincidían en los pecados de la nueva España donde los sueños de Libertad se habían convertido en corrupción y ambiciones político-económicas. "París Tombuctú", en 1999, constituyó su última realización.
A pesar de una confesada tendencia anarquista, nunca rechazó cargos y honores, y aparte de presidir la Academia de Cine estuvo en algún momento al frente de la Filmoteca Nacional, los estudios Ciudad de la Luz y otros organismos.
El comediógrafo levantino hacía gala de su escaso interés por el cine, y aseguraba haber pasado 30 años sin pisar una sala y sólo ver películas en su casa, aunque prefería el VHS al DVD. Tampoco veía las suyas: "Desde que terminé el último plano nunca he vuelto a verlas, y esto me ha dado mucha tranquilidad".
Berlanga, quien fue víctima en su día de las iras de los censores franquistas, pensaba que en la Democracía seguía existiendo censura, pero ya no la ejerce el Estado, sino "el productor que es quien te dice lo que hay que hacer, si en vez de Pepita tiene que salir Lolita o qué escenas hay que suprimir". Más que censura, puntualiza que a esto habría que llamarlo "cabronada de los productores".
En su retiro, el director de "Calabuch" no añoraba los tiempos tras la cámara, y aunque afirmaba que le seguían viniendo ideas para películas, las desechaba porque "biológicamente no podía hacerlas, me falla la memoria y tampoco las quiero regalar".
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Su última aparición ante una cámara fue para apoyar la actual campaña de Médicos sin Fronteras "Pastillas contra el dolor ajeno", presentada esta misma semana, que busca la sensibilización y lucha contra las enfermedades olvidadas.
Nacido en Valencia en 1921, en el seno de una familia adinerada que le dio estudios de Derecho y Filosofía, se enroló en la División Azul para combatir al comunismo al lado de Hitler, pero tanto su vida como sus ideas dieron un giro radical a partir de su contacto con el Séptimo Arte. En 1947 se matriculó en el pomposamente llamado "Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas", junto a su amigo Juan Antonio Bardem, con quien correalizaría su opera prima, "Esa pareja feliz", en 1951. Al año siguiente hizo un primer gran éxito, "Bienvenido Mr. Marshall", donde quedarían expuestas sus premisas temáticas: la disección de la vida española a través de populares historias casi siempre corales cargadas de humor.
Durante los años 70 su carrera se aletargó, y antes de la muerte de Franco sólo hizo en Francia "Tamaño natural", protagonizada por Michel Piccoli, donde expresaba sus tendencias fetichistas. Desaparecido el dictador regresó su inspiración con la exitosa saga sobre los cambios sociopolíticos de la Transición Democrática "Patrimonio Nacional". Sus últimas películas, en los años 90, siempre junto a Azcona, reincidían en los pecados de la nueva España donde los sueños de Libertad se habían convertido en corrupción y ambiciones político-económicas. "París Tombuctú", en 1999, constituyó su última realización.
A pesar de una confesada tendencia anarquista, nunca rechazó cargos y honores, y aparte de presidir la Academia de Cine estuvo en algún momento al frente de la Filmoteca Nacional, los estudios Ciudad de la Luz y otros organismos.
El comediógrafo levantino hacía gala de su escaso interés por el cine, y aseguraba haber pasado 30 años sin pisar una sala y sólo ver películas en su casa, aunque prefería el VHS al DVD. Tampoco veía las suyas: "Desde que terminé el último plano nunca he vuelto a verlas, y esto me ha dado mucha tranquilidad".
Berlanga, quien fue víctima en su día de las iras de los censores franquistas, pensaba que en la Democracía seguía existiendo censura, pero ya no la ejerce el Estado, sino "el productor que es quien te dice lo que hay que hacer, si en vez de Pepita tiene que salir Lolita o qué escenas hay que suprimir". Más que censura, puntualiza que a esto habría que llamarlo "cabronada de los productores".
En su retiro, el director de "Calabuch" no añoraba los tiempos tras la cámara, y aunque afirmaba que le seguían viniendo ideas para películas, las desechaba porque "biológicamente no podía hacerlas, me falla la memoria y tampoco las quiero regalar".
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