Crítica: "Leones", una fantasmada campestre
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Por Edurne Sarriegui
"Leones", primer largometraje de Jazmín López, del cual, además de realizadora, es guionista, llega esta semana a unas pocas salas argentinas tras ser premiado en el último BAFICI. Anteriormente también dirigió y escribió los cortos "Parece la pierna de una muñeca" (2007), "Juego vivo" (2008) y "Te amo y morite" (2009). Su debut en el campo del largo queda reservado para cinéfilos "exquisitos", amigos de las experiencias surrealistas en las que poco o nada se entiende, y es el espectador quien debe fabricarse en su cabeza la película, ya que el director (o directora) no quiere o no es capaz de hacerlo.
Cinco jóvenes, casi adolescentes todavía, caminan por un bosque. Son los leones de esta manada que merodea, aparentemente, buscando una cabaña. Nada en el desarrollo de la trama ni ningún elemento del relato nos indicarán por qué ni para qué. Deambulan de manera errática pasando reiteradamente por los mismos lugares, haciendo evidente su desconocimiento del camino. En el transcurso del mismo, se enredan en juegos de palabras sin mucho sentido, y por momentos ininteligibles pero que pueden aportar una leve pista en la temática por las múltiples referencias a la muerte.
Bien avanzada la película se insinúa apenas la existencia de una tragedia que acongoja a los protagonistas. El rumor del viento, por momentos sordo y por momentos intenso, es otro elemento que sugiere la inminencia de lo trágico. Y esto es todo lo que vamos a sacar en claro después de 82 minutos.
La cámara, que persigue tenazmente a los personajes, nos hará conocer sus nucas y apenas muestra sus rostros como si fuera la intención de su directora mantenerlos fuera de nuestro conocimiento. Como escasamente vamos a entrever sus caras, no podremos conocer por sus gestos o sus expresiones un poco más de lo que ocurre o de lo que les pasa.
Tampoco las actuaciones nos dan mucho. Cuando lo gestual es escaso cabría esperar más de lo que se dice y, sin embargo, también en esto nos vemos decepcionados porque los diálogos, por momentos intrascendentes y por momentos pretenciosos, carentes de inflexiones, parecen recitados. El final, más que obvio después de una larguísima caminata entre las dunas hacia la orilla del mar, no aporta ni sorpresa ni emoción.
Lo más notable del film es la belleza de las locaciones aun cuando la fotografía está obsesionada en la pertinaz persecución dorsal y no en mostrar ni destacar el entorno. De todas maneras, los bosques de Bariloche y El Bolsón y las dunas salvajes de Claromecó no alcanzan para remontar una película que deja muchas cosas sin decir, y excluye al espectador al no darle los elementos suficientes para comprender ni lo que se dijo ni lo que se pretendía decir. "Leones" es de esas películas que exigen la lectura de la sinopsis antes de entrar en la sala, aunque lo que ésta cuenta haya que ir suponiéndolo en la pantalla, un experimento sólo aconsejable a esforzados de la ruta y amantes de la "fantasmada".