Colaboración: El Macho de "Mi Villano Favorito 2" y otros mexicanos según Hollywood

por © Correcamara.com-NOTICINE.com
El Macho, de luchador a restaurador
Por Hugo Lara Chávez

Para mucho ha pasado por alto, pero el hecho de que el villano sea un mexicano en la exitosa película animada "Mi villano favorito 2" (2013) es resultado de una vieja y aberrante tradición hollywoodense. En el libro coral "Cine y revolución" (Conaculta, 2010) nuestro amigo y colaborador de CorreCamara.com Raúl Miranda ya había explorado la genealogía del bandido mexicano en el cine de Hollywood, cuyos antecedentes se remontan al cine mudo: "En la década de los 20 se dio continuidad en la construcción del estereotipo más arraigado sobre México en el cine de estadounidense: el bandido. Aparecían en revistas como 'The Black Mask', lanzada en 1920, portadas con terribles forajidos mexicanos y la oferta de recompensa por su captura", escribe Miranda en su ensayo "La mirada de los otros: el cine extranjero de la revolución mexicana".

Así pues, la segunda parte de "Mi villano favorito", situada como la número uno de la taquilla tanto en México como en Estados Unidos, viene a reforzar este viejo estereotipo en la figura de El Macho, un temible villano que usa máscara de luchador y que oculta su perversa identidad tras la apariencia de un inocente y extrovertido propietario de un restaurante mexicano.

Por Hugo Lara Chávez

Esta película de animación y de corte familiar tiene como protagonista a Gru, un exvillano que ahora está dedicado a cuidar de sus tres pequeñas hijas adoptivas:  Margo, Edith y Agnes. Sin embargo, una agencia policiaca dedicada a perseguir supervillanos lo saca del retiro para que les ayuda a atrapar a un misterioso malhechor que se ha robado una formula científica capaz de transformar a seres inofensivos en depredadores indestructibles. Sin saberlo, Gru se enfrentará a un malévolo plan de El Macho.

Evidentemente se trata de una película de entretenimiento ligero. Y en ese sentido han dotado al personaje de El Macho de todas la señas del folclor mexicano que suelen considerarse extravagantes. En su malvada identidad, el personaje adopta el atuendo de un luchador enmascarado, pero lo más llamativo en realidad es su identidad como empresario de restaurante: caray, cualquier mal pensado vería en él más bien la imagen de un narcotraficante opulento, un gordo con llamativas joyas que ofrece tremendas fiestas en su casa, donde se rompen piñatas y se reparten grandes sombreros de tostada con guacamole.

El personaje provoca hilaridad pero también debería desatar una reflexión sobre la manera en que suelen ser vistos los mexicanos por el cine de Hollywood y el cine extranjero (¿y hasta cuánto los mexicanos mismos se ven de esta manera?): a veces sucios, a veces gordos, a veces borrachos y con reiteración como peligrosos bandidos como Alfonso "El Indio" Bedoya en "El tesoro de la Sierra Madre" (John Huston, 1948) o "El General Comanche" que interpreta Emilio Fernández en "La pandilla salvaje" (Sam Peckinpah, 1968), antecedentes de los actuales narcos. Valdría la pena rebelarse frente a estos estereotipos que, ciertamente, quedan muy alejados de la mayoría de los mexicanos.