Crítica: "Voyage, voyage", un periplo argentino para olvidar

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'Voyage, voyage'


Por Edurne Sarriegui

Los paisajes mendocinos, con sus rutas interminables bordeadas por viñedos, la majestuosidad de la cordillera de los Andes y el encanto de la ruta del vino argentino parecen estar de moda entre los realizadores de cine tanto locales como foráneos. Así lo muestran dos estrenos en semanas sucesivas en Argentina. Tras "Vino para robar", le toca el turno a "Voyage, voyage", ópera prima de Edouard Deluc, coproducción francesa, belga y argentina, y estrenada en Francia con el título de “Mariage a Mendoza” (Boda en Mendoza), escrita por su realizador y Thomas Lilti. Tal y como sugiere el título, es una “road movie” que mezcla drama y humor con algunos altibajos y  que no termina de convencer.

Cuenta el viaje que emprenden dos hermanos franceses hasta Mendoza para el casamiento de un primo radicado en esa provincia argentina. En ese camino, y fiel a las características del género, se pondrán en evidencia hechos que conducirán a los protagonistas a decidir cambios profundos en sus vidas. A su llegada a Buenos Aires, Antoine (Nicolas Duvauchelle), el menor de los hermanos, devastado por el abandono de su mujer, necesita de la ayuda y la  comprensión de su hermano mayor Marcus (Philippe Rebbot). Más adelante, cuando se hagan evidentes circunstancias desconocidas para Antoine, será Marcus quién precise de su hermano menor.

En esta primera parte del film, que se desarrolla en Buenos Aires, se muestra lo peor de la ciudad, lo más estrecho y sucio, tal vez en consonancia con el estado emocional de los protagonistas. Al comenzar su viaje de cuatro días hacia Mendoza, pasando por Salta y el Valle de la Luna, se les une Gonzalo (Gustavo Kamenetzky), conserje del hotel donde se hospedan, que empatiza con Antoine por haber vivido una circunstancia similar a la suya. En la segunda parte se suma Gabriela (Paloma Contreras) una hermosa joven que huye de su casa y es deseada por ambos hermanos, conformando un triángulo que no tiene mayores consecuencias. Aquí la fotografía se luce destacando  los paisajes que se suceden, la larga y desierta carretera y el sol siempre presente.

Se añaden a la trama central una serie de gags de un humor dudoso y aparecen algunos planteos inquietantes que no se resuelven ni van a ningún lado. Esto  deja una sensación de dispersión e inconexión que no aporta nada positivo al film.

¿Lo mejor de la película? Sin duda la música de Herman Dune que acompaña con acierto este viaje y las actuaciones de Duvauchelle, Rebbot, Kamenetzky y Contreras.