Crítica: "Paraísos artificiales", sutileza para abordar la dureza

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'Paraisos artificiales'



Por Arantxa Sánchez

Prender el encendedor, jalar, aspirar, contener el humo, soltarlo suavemente para que la lengua sienta el placer, cerrar los ojos, suspirar, pensar en todo lo que se ha dejado atrás para poder repetir esta operación una y otra vez. La maldición de Luisa, la soledad de Luisa, la adicción de Luisa a la heroína. La cineasta mexicana Yulene Olaizola presenta su película "Paraísos artificiales" (2010) con la historia de Luisa, una joven que, para poder enfrentar su adicción, se aleja del caos para escabullirse en una zona alejada de Veracruz y encontrar un punto de equilibrio en compañía de Salomón, un habitante del lugar que toda la vida ha sido consumidor de marihuana.

Con atmosferas frías, grises, tristes, de permanente mutismo, la película logra apostar por un cine que se concentra en las emociones que causan, paradójicamente, la inmovilidad de los planos abiertos y de larga duración, así, con pocos diálogos, se presenta el día a día de la protagonista  y las experiencias en un lugar lleno de hastío y espera.

En 2009 Olaizola presentó su tesis documental "Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo" recibiendo alrededor de 28 premios internacionales, con "Paraísos artificiales"  como segundo proyecto cinematográfico, comparte con el espectador una reflexión entorno a temáticas muy exploradas y explotadas.

El alejamiento de los parámetros convencionales en el cine en Olaizola puede ser un reto para el espectador: el trabajo con personas y actores, la mezcla entre el guión y la improvisación, la combinación entre documental y ficción son elementos difíciles de digerir.

De esta manera, pareciera que hay una doble función entre la realidad del producto y la realidad del publico: elementos arriesgados como la familiaridad con las personas que no son actores, los testimonios vivos que van de un lugar a otro, que juguetean entre la verdad y la invención. Sin duda, la directora tomó el riesgo al fusionar elementos aparentemente distantes dentro de la construcción cinematográfica.

Realizada como una película de bajo presupuesto, la naturalidad entre cada corte, entre cada secuencia toman la dirección de una puesta en escena sincera, espontánea, franca. El experimento de trabajar con los pobladores del lugar e integrarlos a la realidad de su ficción le sirvió como acomodo e integración de la historia: Luisa no está sola, la soledad de la adicción se reconstruye con Salomón y en esta integración, la familiaridad y la cercanía del tema en la película se hacen presentes.

Por su lado, el complemento casi fundamental en la película es el realizado a través de los sonidos. Con un trabajo en sonido directo por Federico González, de música por José Miguel Enríquez y de diseño sonoro de la mano de Emiliano Motta y Emiliano González de León, todas las atmósferas recreadas cobran una crudeza que añade sentido a la forma en que Luisa y Salomón perciben el mundo de la adicción.

En palabras de Olaizola, "Paraísos artificiales" ha tenido buenas criticas, una aceptación del publico joven por haberse presentado en la primera edición de FICUNAM en 2010 en donde se reconoció el proceso intimo de producción y quizá, admirarse que lo circunstancial es lo que añade ímpetu a la historia.

"Paraísos artificiales" no es una historia de superación, de enseñanza, de logros y el virtual abandono de una adicción, sino todo aquello que no se dice sobre la heroína y la marihuana, el tratamiento intimo y casi tradicional, inocente quizá de cómo un adicto sobrelleva su realidad.

¿Cuántas veces no hemos leído, visto y escuchado sobre la drogadicción? Todas las implicaciones se dirigen hacia imágenes de miseria y podredumbre, del horrible destino, de la mala suerte, de la violencia y la jerga mexicana. Mil historias aquí, mil historias allá, miles de tratamientos que apuntan hacia las referencias sencillas que se hace en la película.

Apoyada por la Hubert Bals Fund y el Tribeca Film Institute, la película se estrenó en febrero de 2011 en el Festival de Cine de Rotterdam para hacer un recorrido por festivales y premiaciones como el de TRIBECA y Santiago Festival Internacional de Cine, SANFIC. El proyecto de Olaizola se ha destacado de manera discreta, sin el reconocimiento necesario para los inicios de una cineasta que promete más e interesantes lecturas de la condición humana.

Como parte de un "reestreno" de la película y antesala de su tercer proyecto cinematográfico ("Fogo"), "Paraísos artificiales" se exhibe en las salas de la Cineteca Nacional.