Mario Casas y Hugo Silva, la atractiva pareja masculina de "Las brujas de Zugarramurdi": "Chicos y chicas nos necesitamos"

por © Jon Apaolaza-NOTICINE.com
Hugo Silva


Tony y Jose, a Mario Casas y Hugo Silva, dos de los hombres más deseados por las jovencitas españolas, con carreras no muy dispares, surgidas de la televisión hasta consagrarse también en la gran pantalla. Ahora ambos comparten elenco, robo y huída en "Las brujas de Zugarramurdi", la nueva comedia de terror de Alex de la Iglesia que se estrena este viernes en España. La química entre ambos es innegable, dentro y fuera del plató, y -de buen grado- se sometieron a un "tratamiento de desmitificación" de parte del director vasco, hasta convertirlos en antihéroes que rozan el patetismo. Hablamos en exclusiva con ellos.

- ¿Aceptaron la pelicula más por el guión o por trabajar con Alex y este amplio elenco de actores españoles?

Hugo Silva: Los dos dijimos que sí de entrada, sin haber leído aún el guión. Si te llama un “grande”, no hay otra respuesta. Luego, tuvimos la suerte de encontrarnos con un guión fantástico y unos diálogos brillantes. No da tregua, entretiene y te tiene agarrado totalmente a la historia. Es fantástico cuando te toca algo así.

- En su carrera, ambos han sido con frecuencia los héroes, los duros, en sus películas, y aquí sufren de todo... Hasta casi los aniquilan las mujeres...
Mario Casas: Sí. Era parte de lo que quería Alex al ofrecernos estos personajes a Hugo y a mí, desmitificar esos papeles que hemos interpretado en los últimos proyectos y darles la vuelta, cambiarnos físicamente, ponernos más feos… Yo había engordado unos kilos, tenía  la cabeza rapada… Una serie de cosas necesarias para otorgar credibilidad al personaje, pues sin duda es un poco inocentón y “le faltan unos cuantos veranos”. Se crea así un rol de familia dentro de ese taxi y yo podría ser el hijo pequeño o el hijo grande o el hijo tonto del personaje de Hugo.

- Se divirtieron entonces tanto filmando como nosotros viendo la película...

M.C.:Nosotros lo único que hacíamos era tirarnos a la piscina con Alex. Él se reía en los ensayos, se lo pasaba muy bien. Nosotros nos reíamos de nosotros mismos. Hugo, a veces, me miraba como pensando “¿de verdad estás diciendo lo que estoy oyendo?”. Se creaban situaciones en que lo vivíamos. Había una química especial en ese conjunto de actores. Era mágico para nosotros y a mí, Alex me ha regalado un personaje con el que he disfrutado mucho rodando.

- "Las brujas de Zugarramurdi" es una película en las que ellas son las malas pero ustedes tampoco son los buenos...

H.S.: Yo creo que se ha dado una vuelta de tuerca. No se está criticando la figura de la mujer (que sería algo absurdo además, tanto como criticar la figura del hombre). Yo creo que lo que hacemos aquí es reírnos del rol masculino. Se trata, precisamente, de reírnos de nosotros mismos y de que la gente disfrute de ello. Todo ello, eso sí, con sentido del humor y en un marco muy bestia, muy Alex de la Iglesia, con un imaginario muy potente, muy concreto y con muchísima libertad. Pero yo creo que hay que ir un poco más allá y darse cuenta de que nos estamos riendo realmente del rol de los chicos en la pareja, más que el de las mujeres.

- O sea que no es tan misógina como se dice...

M.C.: Sí. La película puedes “leerla” como quieras y te puede afectar lo que a ti te apetezca. Yo veo a tres tipos diciendo barbaridades, riéndose de ellos mismos, absurdos… Si te crees realmente lo que están diciendo, es también un problema. Alex plasma a las mujeres como fuertes, poderosas… Tal vez, lo que quiere mostrar con eso es que así son las mujeres en verdad. Yo pienso que ellas siempre van un paso por delante, son más inteligentes, tienen ese sexto sentido. Y a lo mejor es de esa manera como lo plasma, pero no creo que sea misógino. Tú ves a lo largo de la película el recorrido de las mujeres, que al final se ríen de los tipos. Es un tira y afloja que cada uno interpretará como quiera.

H.S.: Luego, de repente, con todo este “conflicto” -entre comillas- de sexos, pasa lo inevitable, que hay una historia de amor y a pesar de que es una contradicción, es lo que le pasa a todo el mundo al final, tanto a las chicas como a los chicos, que luego nos necesitamos. Es el curso de la vida.