Crítica: "A la deriva", la dureza de sobrevivir

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Fernando Pacheco dirigió 'A la deriva'


Por Edurne Sarriegui

"A la deriva", ópera prima de Fernando Pacheco, realizador que creció en la provincia de Misiones en el norte argentino, llega a las pantallas comerciales del país austral. Refleja la vida dura de un trabajador que queda desempleado en un lugar carente de oportunidades. Retrata también una sociedad rural con códigos propios en la que las relaciones familiares sorprenderán a más de uno. Filmada en escenarios naturales de la tierra colorada, trae a la pantalla personajes y situaciones de gran realismo.

Ramón Antúnez (Daniel Valenzuela) es peón en un aserradero y se queda sin trabajo. Vive en una zona económicamente deprimida y a pesar de sus esfuerzos por conseguir cualquier tarea no lo logra. Agobiado por la necesidad de sacar adelante a su familia termina aceptando la propuesta de su compadre y amigo "el Polaco" (Julián Stefan) que, atravesando el río durante la noche, pasa marihuana desde Paraguay para Leiva (Juan Palomino), un traficante local. La codicia o el conocimiento del alto riesgo asumido a cambio de una paga miserable llevan al "Polaco" a enfrentarse con Leiva, oponente sin duda formidable para él.

"A la deriva" toma  su nombre de un cuento de Horacio Quiroga -escritor uruguayo que pasó casi toda su vida en Argentina y vivió muchos años en la selva del norte- publicado en "Cuentos de locura de amor y de muerte". Además de tomar el título, la escena final del cuento se convierte en una escena muy significativa en la película. En el cuento, la naturaleza es el enemigo a vencer. En la película, los hombres se ven acosados por la necesidad, el hambre y la pérdida de dignidad que significa no poder sustentar a sus familias.

El penoso trajinar de Antúnez en una vieja bicicleta en busca de trabajo, su aceptación sumisa ante las negativas que recibe, la vergüenza de pedir fiado para llevar comida a casa y su resistencia a la emigración forzosa forman parte de una situación de indudable sabor local acentuada no solo por el paisaje sino también por las características de los personajes que pueblan la cinta.

Sin embargo estas situaciones bien podrían repetirse en cualquier lugar del planeta y esto le otorga universalidad a una historia de hombres devorados por un medio hostil.