Daniel Burman y Guillermo Francella hablan sobre "El misterio de la felicidad"

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Francella y Estévez, en 'El misterio de la felicidad'
Primer estreno importante del cine argentino en 2014, "El misterio de la felicidad" reunió al internacional cineasta local Daniel Burman con uno de los actores más populares y queridos del país, Guillermo Francella. Ambos hablaron con nuestros compañeros de EscribiendoCine sobre la materia de este encuentro, una historia triangular sobre dos maduros amigos del alma y la esposa de uno de ellos, que se estrena esta semana. Con "El misterio de la felicidad", que cuenta con la actuación también de Inés Estévez y Fabian Arenillas, Burman espera tener más suerte que con su previa "La suerte en sus manos", que pasó con más pena que gloria.

Guillermo Francella cuenta qué fue lo que determinó su presencia en el film, a partir de uno de sus aspectos cruciales: "La relación con amigos, la incondicionalidad, es algo que yo respeto mucho. Ese código de varones que me gusta llevar a cabo. Posiblemente, elegimos exacerbar un poco ese tipo de incondicionalidad a los efectos de que, cuando él decide en irse, se puede observar qué genera en mi personaje. Yo tengo una familia armada, él no la tiene; yo tengo hijos, Santiago no. Conozco muy bien el espíritu familiar y la familia de él es Eugenio. Tiene relaciones ocasionales pero no tiene una pareja formada. Tengo rutinas pero muy antagónicas a las de Santiago". Y completa su idea: "El universo masculino me atrae mucho, esta cosa hermosa y genuina que tenemos entre varones. Una relación muy envidiada por las mujeres, porque la mujer no tiene eso. Puede tener una gran amiga… Pero hay otros códigos".

Por su parte, Daniel Burman celebró el encuentro con el actor cómico y también subrayó la importancia del proceso creativo en su nuevo film: "Para mí fue muy particular. Con él teníamos ganas de trabajar hace tiempo y yo creo que cuando querés trabajar con un actor tiene que ser con el proyecto justo. Yo no lo conocía trabajando, y cuando le llevé la idea (que eran unas ocho páginas y la primera escena) comenzamos a tener una dinámica de trabajo que era novedosa y consistía en trabajar con el actor desde una etapa muy primitiva del guion. Y todo el tiempo ir poniendo a prueba las escenas. Entonces fueron encuentros semanales o cada dos semanas en donde avanzábamos en el guion, y en esas charlas surgían cosas inesperadas que me hacían replantear la estructura y a veces ratificarla o rectificarla. Yo me sorprendí mucho del conocimiento innato que tiene de la estructura dramática, al que a veces uno necesita estudiarlo de una forma más formal. Sumado a ese don, Guillermo conoce al público. Los actores que se llegan a incrustar en el inconsciente colectivo con él, que son muy pocos a lo largo del tiempo, son personas que siguen siendo el público. Saben cuándo vos estás comunicando bien una idea. Después de nueve películas, reformular el proceso de escritura fue muy interesante. Es bueno encontrar otros caminos."

Como lo decía el realizador, la posibilidad de trabajar juntos se hizo esperar. Para Fracella, hubo dos cuestiones que determinaron su presencia. "El hecho de que Daniel sea el director para mí fue más que nada. Luego, la historia me sedujo, el disparador; este código de amistad, qué sucede cuando el amigo decide patear el tablero, todo fue un condimento extra. Fue un combo perfecto. Una vez casi hicimos algo y casi se cumplió, otra vez hace muchos años me llamó para participar de 'Todas las azafatas van al cielo' (2002) y yo no pude y luego hubo otro intento de algo y quedó en nada. Su filmografía me gusta, siempre me ha gustado. Ahora lo quiero como un amigo y la pasé muy bien".

No menos crucial es el aporte de Inés Estévez, actriz que años atrás se retiró del medio y que vuelve a destacarse en El misterio de la felicidad. Su coprotagonista contó cómo se incorporó al proyecto: "Dani tiene un vínculo muy cercano con ella. Tampoco habían podido trabajar juntos en un momento determinado y fue una idea de Daniel. En un momento me nombró a Inés y le dije que me encantaba la idea de trabajar con ella. ‘Confío en que tal vez le acerque la historia y le agrade', me dijo. Se entusiasmó muchísimo con el guion, es un personaje hermoso para una mujer. Y aceptó. Además de ser una gran actriz fue una gran compañera, colaboró mucho en todo el proceso. Los ensayos fueron muy enriquecedores; siempre surgía algo nuevo. Hubo muchas horas de trabajo, entonces se llegó al set con un panorama muy claro. Fue muy placentero trabajar con Inés".

"Recuerdo -dijo Burman- que en algún momento hablamos con Inés y yo le dije que no quería que fuera un tema de la película el hecho de que no hayan tenido hijos. Yo soy padre, tengo tres hijos, pero siendo padre a veces me genera irritación cómo a veces los que somos padres creemos que el hecho de no tener hijos es un tema en sí. Y la gente tiene muchos más temas más allá de no ser padre. De la misma manera que ser padre, y en el caso mío es algo maravilloso, tampoco resuelve todo; no tener hijos tampoco no resuelve nada. Sus conflictos existenciales, la búsqueda de la felicidad, no tienen que ver con ser con la maternidad o paternidad. En mis películas la familia está muy presente, pero acá me interesaba ahondar personajes solitarios que todavía no se convirtieron en lo que quieren ser. Muchas veces, el hecho de ser padres, interrumpe el proceso de identidad o de conocimiento. Y los deja latentes".

Pese a ser conocido sobre todo como astro del humor, en televisión y cine, Guillermo Francella ha brillado en los últimos años en personajes que deambulan entre la comedia y casi la tragedia, o al menos el drama. Es también el caso de esta película. "En cuanto a cómo se llega a lo trágico, el texto me ayudó. La situación, la incertidumbre de qué había sucedido con alguien que adoro. Para él fue un mazazo en la cabeza. Nosotros, con Daniel, elegimos un camino de cierto grado de austeridad en lo interpretativo. Hay mucho juego con el tema de las miradas, él observa mucho a ella, al sereno, su conducta en un domingo familiar. Cosas que le resultan ajenas a su vida porque su vida es Eugenio, la casa de electrodomésticos. Él tiene su rutina armada. El texto llevaba muy bien lo ameno, lo cotidiano, con lo trágico; "¿cómo llevo ahora mi vida?", comentó el actor.