Crítica: "Carmina y amén", humor negro increíble

por © NOTICINE.com
'Carmina y amén'


Por Alejandro Chacón

Cuesta pensar que asistir al visionado de “Carmina y amén”, oportuna secuela de “Carmina o revienta”, puede deparar algún tipo de sorpresa, pues el espectador espera un esquema parecido al de 2011, el mismo tipo de de humor y la personalidad de Carmina Barrios, protagonista absoluta de la función, en este caso más que nunca. Lo cierto es que todos estos elementos están presentes, pero han sufrido una evolución que no en todos los casos ha sido para bien. Y es que más no siempre significa mejor.

El guión de la cinta, que ha sido premiado en el reciente Festival de Málaga, ha tornado las situaciones. En esta ocasión se ha optado por un humor negro desatado hasta llegar al mal gusto. Jugar con la muerte de un ser querido, por muy absurda que sea la propuesta, no es plato apetecible para todos. Y es en el absurdo donde la película sienta sus bases, el surrealismo hace acto de presencia y lo que en su predecesora se reconocían como situaciones más o menos difíciles de creer pero plausibles y reales aquí se torna en momentos que pueden dejar al espectador con cara de estupefacción.

Y no es que el humor se deba ceñir a la realidad, pero sí hay que ser coherente con el universo en el que se mueve la historia, y aquí Paco León parece haber perdido el norte con tal de recrear gags que vayan superándose unos a otros. De esta manera se suceden una serie de sketches, hilvanados débilmente por la trama central con la que arranca la cinta,  a mayor gloria de la señora Carmina Barrios y la familia León, que parecen tener vocación por ser los nuevos Bardem del panorama fílmico español. No se puede dudar de que la madre del clan se desenvuelve con soltura delante de la cámara, con escaso mérito pues parece ser que se interpreta a sí misma, pero en este caso ya a nadie sorprende su actuación, pues no deja de ser más de lo mismo.

El resto de intérpretes dejan una balanza bastante desequilibrada, María León cumple pero ha visto restado su protagonismo respecto a la entrega pasada y los secundarios que pueblan la pantalla no parecen tener más profesionalidad que los niños de las obras escolares. La única que se salva de la quema y que roba absolutamente las escenas en las que aparece es Yolanda Ramos, a la que podemos ver menos histriónica que en sus apariciones televisivas pero que nos regala un personaje que es capaz de dejar a cualquiera fuera de juego.

Muchos se afana en alabar el humor costumbrista que rezuma la cinta ensalzándolo con su origen andaluz, nada más lejos de la realidad; no todos los andaluces comparten cualidades del personaje de Carmina -gracias a Dios- y no todo el humor andaluz es igual que el que se muestra este film. Las generalidades y el éxito de otros productos centrados en estereotipos como “Ocho apellidos vascos” pueden jugar en contra de una cultura que parece ser concebida como la de la fiesta, el baile y el chiste fácil.

Pero no todo son aspectos negativos en esta secuela. El guionista y director merece el aplauso por incluir en su libreto tintes de cine social muy bien camuflado entre el humor, y que insiste en reflejar una realidad que nos ahoga y que de otra manera no podría ser vista por cierta parte de la audiencia potencial de esta película. También hay que felicitar a Paco León por cómo se esfuerza por mejorar en el oficio de director. Si en “Carmina o revienta” se podían ver ecos del falso documental, con buena parte del metraje con la protagonista interpelando a la cámara, aquí se lanza por completo a la ficción, con un lenguaje claro y certero, sin demasiadas pretensiones, pero que también deja atisbar destellos de brillantez como en la secuencia del entierro, donde la mezcla de imágenes y una muy adecuada composición nos hace plantearnos si el andaluz no debería desvincularse de esta fórmula y explotar nuevos territorios, porque parece que talento hay para ello.

“Carmina y amén”, aunque con una fórmula parecida, puede sorprender a aquellos que se acerquen a verla. Paco León se ha decantado por engordar la fórmula del éxito y puede que alguno salga incluso asqueado de la sala, sin embargo, es de esperar que sus incondicionales, sedientos de lenguaje chabacano y situaciones propias de de barriada queden muy satisfechos.

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