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Por Edurne Sarriegui

Este jueves se estrenar en Argentina "La parte ausente", opera prima de ficción del hondureño radicado en Buenos Aires Galel Maidana. El director y guionista antes había dirigido el documental "La Asamblea" (2009). Obra de ciencia-ficción que se desarrolla en una Buenos Aires futurista y postapocalíptica, no consigue "La parte ausente", pese a su atractivo elenco, atrapar al espectador debido a una historia demasiado enrevesada y con demasiados cabos sueltos.

Chockler (Eduardo Ajaka), mezcla de detective y asesino a sueldo, recibe la visita de una misteriosa mujer, Lucrecia (Celeste Cid). Atraído por ella, acepta a cambio de una abultada suma de dinero buscar a Víctor (Guillermo Pfëning), un fugitivo con características especiales.

En su deambular por la ciudad ruinosa se cruzará con criaturas raras, científicos empeñados en conseguir la inmortalidad, prostitutas y travestis, carreras de caballos amañadas, secuestros… y un sinfín de personajes y elementos de los cuales nunca sabremos por qué están ahí. Tampoco llegaremos a conocer realmente a los personajes protagonistas o sus motivaciones. Todo está apenas sugerido y en nada se profundiza.

En la oscuridad casi permanente (apenas dos secuencias transcurren al amanecer) de una noche eterna, todo se hace confuso: la naturaleza de algunos personajes, el propósito de otros,  como la pequeña narradora que aparece musitando frases en su mayoría ininteligibles en dos ocasiones o un grupo de skaters que deambula en las sombras.

Para hacer ciencia-ficción no alcanza con crear escenarios más o menos efectivos y llenarlos de personajes a cual más insólito y extravagante. Es necesario transmitir una idea con una cierta coherencia dentro del verosímil de la historia que se quiere contar.
Y aquí es donde "La parte ausente" se queda corta, a medio camino. Deja al que la ve con la sensación de que faltó algo y de que otras cosas sobraron como un rompecabezas mal armado. ¿Será ésa la parte ausente?

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