Crítica: "Al filo de la ley", chapucera autoparodia

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''Al filo de la ley''


Por José Romero Carrillo

A veces lo que un tráiler promete es lo que realmente se ofrece. A veces la sorpresa es favorable y a veces la confirmación, lamentable como es el caso de esta película peruana. "Al filo de la ley", primer trabajo en largometraje de los hermanos Hugo y Juan Carlos Flores, no esconde su vocación mercantilista al hilvanar torpemente cuanta intriga policial se venga a la memoria y hacer el esfuerzo de incluir al menos un personaje mediático y polémico de nuestra telechatarra. Todo sea por atraer a la mayor cantidad de espectadores en el primer fin de semana, parece ser la consigna. Todo vale para sobrevivir el mayor tiempo posible en ese campo de batalla en el que se ha convertido la cartelera de los cines.

En una acertada decisión, los hermanos Flores desistieron de figurar frente a los reflectores en la campaña promocional de la película, dejando el primer plano para los verdaderos artífices de este atrevimiento audiovisual: los hermanos Rossini: Oscar y Renato, productores y guionistas. Además, Renato figura como protagonista junto a Julián Legaspi.

Precisamente Renato Rossini y Julián Legaspi protagonizaron allá a inicios de los años noventa, la exitosa miniserie "Calígula: el ángel vengador", recreación de un caso policial donde una pareja de jóvenes ambiciosos se sumergían la criminalidad para llevar una vida de excesos y placeres. Veinte años después, la productora de los hermanos Rossini reúne a los mismos actores, incluso en la misma trama se refiere a ellos como unos extorsionadores que fingieron su muerte ante la opinión pública, con la condición de ir por el buen camino a la espera de pagar su deuda con la sociedad. No se utilizan los mismos nombres, pero el genio y la figura están presentes y sobre esto se erige un verdadero reciclaje de tópicos y clichés policiales de todo calibre y endeble verosimilitud.

Justo este es el problema de "Al filo de la ley", la credulidad de espectador se diluye a los pocos minutos de iniciado el film. Se supone que estamos frente a una película de acción pero cuanto apreciamos son actores desbordados, giros argumentales y plots chapuceros, una pareja de protagonistas que se regodea y juega con escasa fortuna a la autoparodia. Y lo que subyace tras ese supuesto erotismo -que ni es tal- resulta lo más dañino: un machismo incendiario y burdo. Al final lo que queda es la desazón, el fastidio de haber perdido el tiempo.

Pero, si el trailer ya avecinaba lo que iba a venir, no hay por qué quejarse. No se dice acaso, que "sobre advertencia no hay engaño".

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