Fernando León de Aranoa escribe sobre "Un día perfecto / A perfect Day"

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Fernando León de Aranoa
Por Fernando León de Aranoa *

Esta película se ocupa de los que tienen a su cargo la difícil tarea de ordenar el caos, de encontrarle un sentido a lo que hace ya tiempo que lo perdió. Y relata su empeño en librar cada día una guerra dentro de otra guerra: contra la irracionalidad, contra el desánimo. Contra las ganas enormes de volver a casa.

Como ellos, esta película utiliza el humor como forma de distanciamiento: las mejores ocurrencias, el humor más salvaje y despiadado, el más desesperado, se escucha a menudo en el centro mismo de la tragedia. Porque no hay otro lugar en el mundo donde sea tan necesario.
Y cuenta la rutina de los que trabajan en el lugar en el que nada es rutina. Sus fortalezas y sus debilidades, sus errores, sus aciertos, sus pequeñas miserias. Sin perder de vista nunca que lo heroico no es salvar vidas. Lo heroico es intentarlo.

Transcurre en una zona de montaña, en realidad un pequeño microcosmos en el que todos los agentes de la guerra están presentes: soldados, civiles, cascos azules, periodistas... En él, un pequeño grupo de trabajadores humanitarios trata de sacar un cadáver de un pozo. Alguien lo ha arrojado allí para corromper el agua: una forma primitiva pero eficaz de guerra biológica.

Un problema en apariencia sencillo de resolver. Pero la primera víctima de cualquier conflicto armado es la razón, quizá por eso sus coches van y vienen por las estrechas carreteras de montaña de la zona como por un laberinto, tratando de encontrar una salida que bien pudiera no existir.

Un laberinto abierto y luminoso bajo el inmenso cielo azul de los Balcanes: su amplitud lo hace más claustrofóbico.

Las imágenes a vista de pájaro de los dos todoterreno avanzando, maniobrando, perdiéndose en él como cobayas, me acompañan desde que empecé a escribir este guión.

Mi trabajo me ha dado varias veces la oportunidad de trabajar junto a trabajadores humanitarios en zonas de conflicto. La primera vez fue en febrero de 1995, en la guerra de Bosnia. Recorrimos el conflicto con dos cámaras de Betacam registrando su trabajo allí.

Trajimos varias docenas de cintas grabadas y unas cuantas palabras, pocas, que a nuestro regreso utilizamos con frecuencia para describir la guerra a los que preguntaban ella: Confusión, Irracionalidad, Babel, Laberinto, Impotencia.

Hace unos años rodé un documental en el norte de Uganda junto a cooperantes de Médicos Sin Fronteras.

En lo más parecido a un bar que encontramos a 15 kilómetros de la frontera con Sudán, bebiendo una cerveza Nile Special caliente, escuché por primera vez al responsable de seguridad de nuestra misión hablar de la novela de Paula Farias, "Dejarse llover".

Paula es médico y coordinadora de emergencias para MSF, y también escritora. De las dos maneras se ocupa de la gente que lo necesita. De su novela me cautivó la sencillez de su pretexto argumental y su profundidad, que van juntas. Porque habla de la crueldad de la guerra, pero lo hace con sentido del humor y del absurdo. Entre sus páginas, también entre mis propios recuerdos de aquel laberinto montañoso, balcánico e impenetrable que recorrí hace ya veinte años, he encontrado esta película.

(*): "Un día perfecto", que se estrena esta semana en España, tras pasar en mayor por Cannes, es la sexta película del madrileño Fernando León de Aranoa, tras "Familia", "Barrio", "Los lunes al sol", "Princesas" y Amador. El denominador común de todas las historias de este productor, guionista y realizador es su preocupación por la realidad social, a partir de historias personales de supervivencia.

Más información sobre "Un día perfecto" en NOTICINE.com:

- Entrevista con Fernando León de Aranoa


- Entrevista con Benicio del Toro

- Crítica de la película

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