Crítica: "Anacleto, agente secreto", al tebeo le faltan hojas

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''Anacleto, agente secreto'


Por Jon Apaolaza

Varios son los mimbres de calidad con los que Javier Ruiz Caldera engarzó "Anacleto, agente secreto" (2015), adaptación del popular tebeo (comic) de Vázquez creado hace más de medio siglo, y la película tiene momentos brillantes y muy divertidos, pero entre medias algunas incoherencias, desequilibrios y falta de uniformidad debilitan lo que pudo ser una buena comedia de acción. Pese a que la aproximación a la vez imaginativa y fiel al original era la mejor opción para un personaje que sólo recuerdan los que peinan prematuras canas en el mejor de los casos, en el guión, irregular y algo disperso, y la falta de coherencia del conjunto están sus principales fallos.

Es "Anacleto, agente secreto", una comedia de acción. Por tanto, sus ingredientes son el humor y las persecuciones, que se suceden a lo largo del metraje, a partir de que el Malvado Vázquez (Carlos Areces), sempiterno némesis de Anacleto (Imanol Arias), consigue escapar cuando el agente secreto español lo traslada de una prisión del desierto a otra "aún peor". El villano, que en el furgón donde ambos iban tuvo la oportunidad de eliminarlo pero no lo hizo, sin embargo sigue empeñado a lo largo de la película en acabar con él (?). El tercer personaje en liza es el hijo del espía encubierto, Adolfo, un treintañero aburrido que siempre pensó que su papá era un payés fabricante artesano de embutidos. El también se convierte en objetivo de Vázquez, de manera que el veterano Anacleto tendrá que contar su secreto, protegerlo y hacer de él su futuro sucesor, de paso para poder asegurar la continuidad de una posible saga.

Dejando de lado la primera incoherencia (¿por qué Vázquez no se cargó a Anacleto cuando estaba inerme e inconsciente en el furgón?), se suceden otras cuantas "ambientales". No estamos ante un universo de fantasía propia del comic en el que cualquier cosa puede pasar, sino en una dimensión más cotidiana y realista con decoraciones, edificios y algunos automóviles que nos remiten inevitablemente a los años 70. Pero he aquí que sin el menor apuro, vemos teléfonos móviles de penúltima generación conviviendo con "ladrillos" propios del Superagente 86 y con aparatos físicos setenteros y ordenadores de un par de décadas después. A ello añadamos que la agencia para la que trabaja Anacleto, camuflada en una oficina de Correos, vive una especie de crisis de recortes más propia de la España de hoy, que justifica unas cuantas situaciones, mientras Adolfo trabaja en un almacén de electrodomésticos del que ladrones se llevan televisores de pantalla plana contemporáneos. Un desorientador batiburrillo espacio-temporal, vamos...

Lo que impide que "Anacleto, agente secreto" naufrague son sobre todo dos elementos: el primero y principal el elenco, encabezado por Imanol Arias, Quim Gutiérrez, Carlos Areces y Alexandra Giménez, que aportan su buen hacer para hacer creíbles sus personajes en ese decorado desconcertante y anacrónico, y algunas situaciones disparatadas y a la vez cotidianas, como el desayuno en casa de la novia de Adolfo, donde surgen las mejores entre las escasas carcajadas de la película. Ruiz Caldera, por su parte, se limita a seguir el irregular guión de Pablo Alén, Breixo Corral y Fernando Navarro, procurando mantener un buen ritmo en la hora y media escasa del metraje.

De ahí que la película, una producción comercial más del grupo Antena 3 con lo que ello conlleva de apoyo promocional, cubra el expediente del entretenimiento sin mayores pretensiones. Lástima que el personaje, los actores y en definitiva el público merecían algo más.

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