Crítica: "Brisas heladas", mezcla mal ligada

por © NOTICINE.com
''Brisas heladas''


Por Edurne Sarriegui

El cineasta argentino Gustavo Postiglione estrena esta semana su largometraje "Brisas heladas" después de seis años desde la llegada al circuito comercial de su obra "Días de Mayo" (2006).  En ese intervalo, además de trabajar para la televisión, escribió y dirigió la obra de teatro homónima -estrenada en su ciudad natal y Buenos Aires- en la cual se basa su última producción, un policial con un toque de drama familiar y algún punto de cine negro.

Mabel (María Celia Ferraro) y Bruno (Juan Nemirovsky) son dos hermanos que viven al límite de la legalidad. Bruno trabaja para Antonio (Norman Brisky), un capo mafioso, y su esposa Carmen (Elli Medeiros). Junto a ella, que además es su amante, se apodera de un bolso que contiene algo valioso para Antonio y planean su huida. Antonio, sospechando de Bruno, le conmina para que recupere el bolso. De Mabel no se sabe mucho, salvo que tuvo algún encontronazo con la ley, está separada y tiene un pequeño hijo. En el momento más complicado para Bruno aparece su hermana en su casa para recordar viejos tiempos.

El problema de "Brisas heladas" es que no se decanta por ningún género. Comienza con una humorada hacia los críticos o hacia quienes miren con una actitud crítica el film y plantea una investigación policial a cargo del detective que interpreta Gastón Pauls. Continúa con los conflictos familiares de los dos hermanos, recuerdos filiales y multitud de guiños cinematográficos y musicales. En este punto no consigue despegarse de su origen teatral con largos parlamentos de los personajes. Paralelamente aparecen toques de cine negro, "femme fatal" incluida. Una mezcolanza que desvía la atención del planteamiento inicial.

"Brisas heladas" se pierde un poco en su nudo cuando afloran las relaciones familiares de los hermanos protagonistas. Deja la intriga del argumento a un lado para centrarse en sus motivaciones y psicologías y lleva al espectador a perder interés. Es una pena porque al final retoma nuevamente el hilo argumental y resuelve la historia perfectamente. Pero no llega a generar el suspense que cabe esperar de un policial, distraídos como estábamos, con las idas y vueltas de los recuerdos fraternales de los protagonistas.

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