Buen arranque para la competencia mexicana en Morelia
- por © José Romero Carrillo (Morelia)-NOTICINE.com
Arrancó formalmente el Festival Internacional de Cine de Morelia en su edición 2016 con el que es su plato fuerte, la competencia de largometraje mexicano y lo hizo con tres películas: "El Vigilante", de Diego Ros; "Tiempo sin pulso", de Bárbara Ochoa Castañeda y "Minezota", de Carlos Enderle. Podemos afirmar que la competencia inició con buen pie, gracias a la opera prima del editor y productor de televisión Diego Ros con "El vigilante". La historia de un guardián de un edificio en construcción en la periferia de la ciudad de México y los extraños sucesos ocurren durante su guardia nocturna.
Lo que más desea Salvador (Leonardo Alonso), el vigilante en cuestión es terminar su jornada de trabajo pues su mujer lo espera ansiosa ya que es un día feriado. Sin embargo, la cotidianidad se empieza a quebrar cuando llega un policía y lo interroga sobre la aparición de una misteriosa camioneta cerca del edificio, y como colofón su colega Hugo (Ari Gallegos) llega una hora tarde para relevarlo.
El cineasta Diego Ros definió su película como "una comedia de errores, donde cada uno de estos errores ingresa en un espiral volviéndose peor y cada decisión que toma el personaje de Salvador hace que se meta en enredos cada vez más graves. Al mismo tiempo quería aportar un punto de vista más fresco sobre situaciones que se viven todos los días y de los cuales los medios de comunicación están muy saturados".
"El Vigilante" a través de una puesta en escena estilizada relata lo más interesante de su propuesta: la pesquisa de un justiciero, un vigilante nocturno y chilango para más señas que pretende hacer las cosas según le dicta su conciencia. Pero todo héroe improvisado y más en nuestras latitudes, se da un tremendo golpe de realidad con la corrupción, la inseguridad y la criminalidad que campea a sus anchas en ciudad de México. Bien hace Ros en dotar a su película de una dimensión lúdica donde suceso a suceso todo se va enrareciendo como el peor de nuestros días, claro está en tono de comedia.
Con "Tiempo sin pulso", de Bárbara Ochoa volvemos a esos temas que ciertamente ya hastían del cine mexicano: el duelo, la depresión y demás estados mentales que estacan a un personaje y su familia. En esta ocasión, se exploran los años posteriores a la muerte prematura de uno de sus miembros, y en especial la de Bruno (Andrés Lupone), el hijo adolescente, desorientado y truncado en su desarrollo sexual por la desaparición de su hermano. Por otro lado, la madre, plena de arranques neuróticos, llora desconsolada y no sabe cómo rehacer su vida sin Esteban, el hijo muerto. El padre que no sabe ni intenta sanar a su mujer; y una hija que observa, sabe que algo anda mal, pero no hace nada al respecto.
Para la directora "el objetivo era contar una historia donde hubiera un duelo pero quería personificarlo en alguien con esa edad y en ese contexto. Y que ese duelo fuera a través de una pulsión de vida, que es como yo siento que es la sexualidad, un juego de espejos la cual no le permite sobrellevar esta situación por la falta de su hermano y él lo vive a través de su imposibilidad de vivir su cotidianeidad sexual propia de su edad".
Debo reconocer que la película toma interés en su última media hora cuando el personaje central despierta de su letargo, a partir de la aparición de mujeres fuera del ámbito familiar, ahí es cuando empieza a tomar decisiones que le otorgan vitalidad a la trama y en definitiva a la película. Sin embargo, todo lo que vemos antes es un desfile de tópicos sobre la pérdida, el duelo con un ingrediente que pretende ser original, el de la sexualidad que apenas se sugiere y no se desarrolla con el atrevimiento y la profundidad que la propuesta requería.
La jornada sabatina cerró con "Minezota", del cineasta Carlos Enderle. Propuesta independiente de presupuesto mínimo, cine de garaje en toda la regla. El título de la película no es un error ortográfico al escribir el nombre del estado de USA sino que se refiere a un sobrenombre de Ciudad Nezahualcóyotl, o también conocida como Ciudad Neza, un sector urbano muy representativo de Ciudad de México.
Violeta -una educadora nezatlense -sueña con tener un hijo. Ismael –su pareja, un rockstar de barriada- le niega dicha posibilidad, pues solo está dispuesto a dedicarle tiempo a Shambala -su banda de rock techno- y a las groupies que eventualmente seduce. La aparición de Elder Rasmunson -un joven misionero mormón- le dará la posibilidad a Violeta de hacer realidad sus ilusiones.
"Minezota" se aleja con mucha astucia de ese desgano y sordidez que ha caracterizado al cine mexicano a la hora de retratar trances existenciales, y los aborda con frescura e irreverencia que desde ya la convierten en uno de los títulos a tomar en cuenta a la hora de la premiación. Cuesta imaginar que en los días siguientes podamos encontrarnos con una producción tan indie y rabiosamente contestataria como esta. A través de una ingeniosa trama se da cuenta de la hipocresía, la doble moral de las sectas religiosas en este caso la de los Mormones y la emancipación de una mujer, querendona como solo la mujer latina puede ser pero consiente que no necesita mantener a un hombre para criar un hijo. Si hay algo de justicia en este negocio del cine, esta película debería tener un fructífero paso por los festivales de cine, y no solo en esos que se especializan en producciones de bajísimo presupuesto.
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Lo que más desea Salvador (Leonardo Alonso), el vigilante en cuestión es terminar su jornada de trabajo pues su mujer lo espera ansiosa ya que es un día feriado. Sin embargo, la cotidianidad se empieza a quebrar cuando llega un policía y lo interroga sobre la aparición de una misteriosa camioneta cerca del edificio, y como colofón su colega Hugo (Ari Gallegos) llega una hora tarde para relevarlo.
El cineasta Diego Ros definió su película como "una comedia de errores, donde cada uno de estos errores ingresa en un espiral volviéndose peor y cada decisión que toma el personaje de Salvador hace que se meta en enredos cada vez más graves. Al mismo tiempo quería aportar un punto de vista más fresco sobre situaciones que se viven todos los días y de los cuales los medios de comunicación están muy saturados".
"El Vigilante" a través de una puesta en escena estilizada relata lo más interesante de su propuesta: la pesquisa de un justiciero, un vigilante nocturno y chilango para más señas que pretende hacer las cosas según le dicta su conciencia. Pero todo héroe improvisado y más en nuestras latitudes, se da un tremendo golpe de realidad con la corrupción, la inseguridad y la criminalidad que campea a sus anchas en ciudad de México. Bien hace Ros en dotar a su película de una dimensión lúdica donde suceso a suceso todo se va enrareciendo como el peor de nuestros días, claro está en tono de comedia.
Con "Tiempo sin pulso", de Bárbara Ochoa volvemos a esos temas que ciertamente ya hastían del cine mexicano: el duelo, la depresión y demás estados mentales que estacan a un personaje y su familia. En esta ocasión, se exploran los años posteriores a la muerte prematura de uno de sus miembros, y en especial la de Bruno (Andrés Lupone), el hijo adolescente, desorientado y truncado en su desarrollo sexual por la desaparición de su hermano. Por otro lado, la madre, plena de arranques neuróticos, llora desconsolada y no sabe cómo rehacer su vida sin Esteban, el hijo muerto. El padre que no sabe ni intenta sanar a su mujer; y una hija que observa, sabe que algo anda mal, pero no hace nada al respecto.
Para la directora "el objetivo era contar una historia donde hubiera un duelo pero quería personificarlo en alguien con esa edad y en ese contexto. Y que ese duelo fuera a través de una pulsión de vida, que es como yo siento que es la sexualidad, un juego de espejos la cual no le permite sobrellevar esta situación por la falta de su hermano y él lo vive a través de su imposibilidad de vivir su cotidianeidad sexual propia de su edad".
Debo reconocer que la película toma interés en su última media hora cuando el personaje central despierta de su letargo, a partir de la aparición de mujeres fuera del ámbito familiar, ahí es cuando empieza a tomar decisiones que le otorgan vitalidad a la trama y en definitiva a la película. Sin embargo, todo lo que vemos antes es un desfile de tópicos sobre la pérdida, el duelo con un ingrediente que pretende ser original, el de la sexualidad que apenas se sugiere y no se desarrolla con el atrevimiento y la profundidad que la propuesta requería.
La jornada sabatina cerró con "Minezota", del cineasta Carlos Enderle. Propuesta independiente de presupuesto mínimo, cine de garaje en toda la regla. El título de la película no es un error ortográfico al escribir el nombre del estado de USA sino que se refiere a un sobrenombre de Ciudad Nezahualcóyotl, o también conocida como Ciudad Neza, un sector urbano muy representativo de Ciudad de México.
Violeta -una educadora nezatlense -sueña con tener un hijo. Ismael –su pareja, un rockstar de barriada- le niega dicha posibilidad, pues solo está dispuesto a dedicarle tiempo a Shambala -su banda de rock techno- y a las groupies que eventualmente seduce. La aparición de Elder Rasmunson -un joven misionero mormón- le dará la posibilidad a Violeta de hacer realidad sus ilusiones.
"Minezota" se aleja con mucha astucia de ese desgano y sordidez que ha caracterizado al cine mexicano a la hora de retratar trances existenciales, y los aborda con frescura e irreverencia que desde ya la convierten en uno de los títulos a tomar en cuenta a la hora de la premiación. Cuesta imaginar que en los días siguientes podamos encontrarnos con una producción tan indie y rabiosamente contestataria como esta. A través de una ingeniosa trama se da cuenta de la hipocresía, la doble moral de las sectas religiosas en este caso la de los Mormones y la emancipación de una mujer, querendona como solo la mujer latina puede ser pero consiente que no necesita mantener a un hombre para criar un hijo. Si hay algo de justicia en este negocio del cine, esta película debería tener un fructífero paso por los festivales de cine, y no solo en esos que se especializan en producciones de bajísimo presupuesto.
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