Colaboración: We Are the World, somos el mundo
- por © NOTICINE.com
Por Tony Berrocal
La pregunta del día: ¿Alguien se acuerda de Haití?, ¿Alguien se acuerda de la última catástrofe que asoló ese país que es considerado como el más pobre de América y que probablemente es por encima de todas las estadísticas uno de los más miserables del mundo?. Someto dicha cuestión porque realmente a nadie parece importarle ese país que tanta carga histórica soporta y que tiene en su historia parte de gran cultura.
El huracán dejó en 2010 por lo menos 316 000 muertos. El temblor de tierra de 2016 otros mil muertos más por lo menos. La sangría continúa.
A estos horrorosos resultados habría que agregar las insoportables destrucciones, que echaron a la calle a miles y miles de haitianos.
Siempre hay almas caritativas, organizaciones internacionales, pero nada es suficiente para doblegar la furia de los elementos, de la mala suerte, de la fatalidad. Uno se pregunta si los niños, esos niños negros que con tanto gusto apadrinamos en África, donde los recién nacidos siguen muriéndose de hambre día a día, podrán llegar a un día a comprender el porqué de tanto horror. No son cosas que se enseñan en los manuales escolares.
Aunque está clarísimo que la caridad no existe como debiera.
Mientras estaba sentado en un bar cualquiera de esta localidad del sur de España repletas de turistas, tomando una nubecita (poco café con mucha leche, típicamente andaluz), dejando que el día aclarase, se me ocurrió preguntarme: "¿Qué puñetas le pasa a esta sociedad?".
Al mirar a mí alrededor observé en una mesa cercana a un grupo de guiris (nombre con el que los indígenas designan a los extranjeros) que dejaban entrever su poderío regocijadamente mientras un vendedor ambulante africano, que arrastraba un carrito de la compra con unas cuantas baratijas probablemente compradas en el mercadillo, se acercaba a ellos para intentar venderles algo.
Ni se dignaron mirarle cara a cara. Eso sí, alcancé a oír cómo uno de ellos, que entre dos bocanadas del suculento plato que tenía delante, huevos con beicon y salchichas con tostadas acompañado de un tanque de cerveza, le decía riéndose pese a que la boca la tenía repleta: "¿Muchacho, vendes calzoncillos de repuesto?. He comido tanto que me he cagado encima. jajaja".
Aquel pobre muchacho, que pasa el día intentado encontrar unos euros para mandárselos a su familia que se quedó en África, no sabía qué responder y prefirió tomárselo a guasa, mientras se alejaba arrastrando aquel carrito lleno ya de desesperanza.
Estamos muy lejos del espíritu de aquel movimiento de gente poderosa en el mundo del espectáculo que llevó por el mundo entero la famosa canción titulada "We Are the World" cuya letra fue escrita por Michael Jackson e interpretada por Ray Charles, Kenny Rogers, Lionel Richie, Diana Ross, Paul Simon, Huey Lewis, Tina Turner, Billy Joel, Dionne Warwick, Stevie Wonder, Cyndi Lauper, Steve Perry, Bob Dylan y Bruce Springsteen dio la vuelta al mundo varias veces.
Según algunos, Haiti "es la cuna del vudú haitiano, la tierra maldita donde nació la magia negra y donde los muertos vivientes se levantan de sus tumbas y caminan sedientos de sangre humana".
Este argumento macabro lo hemos escuchado centenas de veces y visto en el cine otras pocas muchas. Sin embargo, hay gente que cree eso está totalmente fuera de lugar, puesto que esa leyenda fue vehiculada por el estreno en 1987 de la película "Los creyentes / The Believers", relato de un psiquiatra del policía interpretado por Martin Sheen que se muda con su hijo a Nueva York tras la pérdida de su mujer y se ve envuelto en una serie de crímenes vinculado a la brujería y la magia negra.
Es justamente gracias a esa película que su director, el británico John Schlesinger, consigue crear el miedo y la psicosis en torno a las religiones africanas.
Un mito cuya única origen fue provocado por el mismo cineasta británico que años más tarde adaptaría la novela de James Leo Herlihy titulada "Cowboy de medianoche / Midnight Cowboy", un largometraje premiado nada menos que con tres Oscars y que ya forma parte de la historia del cine.
Aquellas fábulas que Hollywood creó no ayuda en nada a restaurar la idea de la auténtica Haití. Con o sin huracán, con o sin terremoto, con o sin vudú, en el fondo a nadie le importa lo que ocurra en el país más pobre de América. Aunque la gente muera regularmente a chorros.
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La pregunta del día: ¿Alguien se acuerda de Haití?, ¿Alguien se acuerda de la última catástrofe que asoló ese país que es considerado como el más pobre de América y que probablemente es por encima de todas las estadísticas uno de los más miserables del mundo?. Someto dicha cuestión porque realmente a nadie parece importarle ese país que tanta carga histórica soporta y que tiene en su historia parte de gran cultura.
El huracán dejó en 2010 por lo menos 316 000 muertos. El temblor de tierra de 2016 otros mil muertos más por lo menos. La sangría continúa.
A estos horrorosos resultados habría que agregar las insoportables destrucciones, que echaron a la calle a miles y miles de haitianos.
Siempre hay almas caritativas, organizaciones internacionales, pero nada es suficiente para doblegar la furia de los elementos, de la mala suerte, de la fatalidad. Uno se pregunta si los niños, esos niños negros que con tanto gusto apadrinamos en África, donde los recién nacidos siguen muriéndose de hambre día a día, podrán llegar a un día a comprender el porqué de tanto horror. No son cosas que se enseñan en los manuales escolares.
Aunque está clarísimo que la caridad no existe como debiera.
Mientras estaba sentado en un bar cualquiera de esta localidad del sur de España repletas de turistas, tomando una nubecita (poco café con mucha leche, típicamente andaluz), dejando que el día aclarase, se me ocurrió preguntarme: "¿Qué puñetas le pasa a esta sociedad?".
Al mirar a mí alrededor observé en una mesa cercana a un grupo de guiris (nombre con el que los indígenas designan a los extranjeros) que dejaban entrever su poderío regocijadamente mientras un vendedor ambulante africano, que arrastraba un carrito de la compra con unas cuantas baratijas probablemente compradas en el mercadillo, se acercaba a ellos para intentar venderles algo.
Ni se dignaron mirarle cara a cara. Eso sí, alcancé a oír cómo uno de ellos, que entre dos bocanadas del suculento plato que tenía delante, huevos con beicon y salchichas con tostadas acompañado de un tanque de cerveza, le decía riéndose pese a que la boca la tenía repleta: "¿Muchacho, vendes calzoncillos de repuesto?. He comido tanto que me he cagado encima. jajaja".
Aquel pobre muchacho, que pasa el día intentado encontrar unos euros para mandárselos a su familia que se quedó en África, no sabía qué responder y prefirió tomárselo a guasa, mientras se alejaba arrastrando aquel carrito lleno ya de desesperanza.
Estamos muy lejos del espíritu de aquel movimiento de gente poderosa en el mundo del espectáculo que llevó por el mundo entero la famosa canción titulada "We Are the World" cuya letra fue escrita por Michael Jackson e interpretada por Ray Charles, Kenny Rogers, Lionel Richie, Diana Ross, Paul Simon, Huey Lewis, Tina Turner, Billy Joel, Dionne Warwick, Stevie Wonder, Cyndi Lauper, Steve Perry, Bob Dylan y Bruce Springsteen dio la vuelta al mundo varias veces.
Según algunos, Haiti "es la cuna del vudú haitiano, la tierra maldita donde nació la magia negra y donde los muertos vivientes se levantan de sus tumbas y caminan sedientos de sangre humana".
Este argumento macabro lo hemos escuchado centenas de veces y visto en el cine otras pocas muchas. Sin embargo, hay gente que cree eso está totalmente fuera de lugar, puesto que esa leyenda fue vehiculada por el estreno en 1987 de la película "Los creyentes / The Believers", relato de un psiquiatra del policía interpretado por Martin Sheen que se muda con su hijo a Nueva York tras la pérdida de su mujer y se ve envuelto en una serie de crímenes vinculado a la brujería y la magia negra.
Es justamente gracias a esa película que su director, el británico John Schlesinger, consigue crear el miedo y la psicosis en torno a las religiones africanas.
Un mito cuya única origen fue provocado por el mismo cineasta británico que años más tarde adaptaría la novela de James Leo Herlihy titulada "Cowboy de medianoche / Midnight Cowboy", un largometraje premiado nada menos que con tres Oscars y que ya forma parte de la historia del cine.
Aquellas fábulas que Hollywood creó no ayuda en nada a restaurar la idea de la auténtica Haití. Con o sin huracán, con o sin terremoto, con o sin vudú, en el fondo a nadie le importa lo que ocurra en el país más pobre de América. Aunque la gente muera regularmente a chorros.
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