Michel Franco responde finalmente a las críticas: "Mi película no es ni clasista ni racista"
- por © Esther González-NOTICINE.com
El cineasta mexicano Michel Franco ha vivido una auténtica montaña rusa de vivencias con tu última película, "Nuevo orden". Primero la satisfacción del premio recibido en la Mostra y Venecia y las buenas críticas internacionales, pero luego -desde el lanzamiento del primer trailer- las descalificaciones en las redes sociales que consideraron su sexto largometraje como "clasista y racista", por supuestamente mostrar como villanos a los más desfavorecidos en un México aún más distópico. Ahora, por fín, responde a quienes le han insultado sin siquiera verlo: "Lo último que quiero es que mi película sea motivo de discusiones huecas. Todo mi cine tiene un sentido social y es profundamente crítico de quiénes somos".
Cuando se estrenó, el pasado octubre, alcanzó el número uno en las no demasiadas salas de cine abiertas en el país, pero el público cayó en picado a partir de la segunda semana, mientras llovían reproches, caricaturas e insultos contra Franco, sus actores y su cinta.
La controvertida película, protagonizada por Naian González Norvind, Diego Boneta y Mónica Del Carmen, cuenta un derrumbe del sistema político a partir del ataque a una celebración de boda de la élite. El relato se muestra desde los ojos de la prometida y de los criados de su familia que observan como la celebración se convierte en una sangrienta lucha de clases.
En declaraciones a Life and Style, Franco considera que éste podría ser el premio a pagar por molestar a algunos con una temática social polémica: "Es el famoso dicho de 'nunca hay que juzgar un libro por su portada'. Es un reflejo de lo polarizada que está la opinión pública y cómo quisieran politizar una película que no está hecha con esa intención. Para mí la profunda inconformidad que hay por la desigualdad social explica perfectamente el porqué la gente se revela".
"La película sí es un acto político, pero no partidista. Lo último que quiero es que mi película sea motivo de discusiones huecas o que sirvan para la agenda de alguien más". Además, el de Ciudad de México marca que su deseo es que su trabajo "se valore por lo que representa; eso no quiere decir que le guste a todo mundo, pero por favor que discutan sobre lo que se ve en pantalla. Se confundieron, porque la película no es clasista; habla sobre el clasismo. La hice para pelear contra la discriminación. En la historia se dan situaciones discriminatorias, pero obviamente son para criticar a esta clase alta que vive en una burbuja y es poco empática".
Michel Franco siempre ha tocado asuntos candentes, aunque hasta ahora eran mucho más personales o familiares que sociales. Desde su opera prima, "Daniel y Ana", una historia de incesto, a su largometraje "A los ojos", sobre el amor obsesivo de una madre, el mexicano se ha forjado una carrera compuesta por dramas complejos y perturbantes. Pero ha sido con su última película, "Nuevo orden", cuando Franco, ha estado más expuesto que nunca, primero a elogios y luego a furibundos ataques.
"Fueron 150.000 personas a verla el primer fin de semana. Es la mejor apertura para una de mis películas, y esto pese a la pandemia", explica Franco a Life and Style, dolido por la dureza de los críticos hacia su nueva película. El estreno de "Nuevo orden" convocó a los cines a cerca de medio millón de mexicanos, además de ser vendida a cuarenta y ocho países, incluido Estados Unidos. Sin embargo, la elegida para representar a México en los Óscar ha sido otra, "Ya no estoy aquí", la nueva película de Fernando Frías.
"Nuevo orden" se ha librado de pocos comentarios desde el positivo de Jorge Volpi en Reforma, "Es una película incómoda, no cabe ninguna duda de eso, y acaso esta sea su mayor virtud", a "Un tonito iluminado lleno de pretensión", de Fernando Zamora de Milenio. Algunas palabras han sido más ariscas, como las de Camila Osorio de "El País": "Su análisis social es pandito (poco profundo), pero su fascinación por la violencia es inmensa" o "Explora, la pesadilla burguesa que es, el miedo a la revolución, menospreciando las invisibles causas que la provocan" de Alonso Díaz de la Vega.
Michel Franco, un autodidacta que bebió en sus inicios del que considera su mentor, el cineasta Jesús Chávez, ha resaltado que no va a disculparse por "hacer buen cine y ganar premios en nombre del país es absurdo. Tendría que ser motivo de orgullo unánime, aunque la película después divida opiniones".
Con varios premios sobre sus hombros en todos su films antecesores, el director mexicano más aclamado en Cannes ha intentado cerrar la discusión con los medios aceptando los malos mensajes: "Hay que tener la piel gruesa y saber que toda la polémica es pasajera, pero la película queda ahí para siempre".
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Cuando se estrenó, el pasado octubre, alcanzó el número uno en las no demasiadas salas de cine abiertas en el país, pero el público cayó en picado a partir de la segunda semana, mientras llovían reproches, caricaturas e insultos contra Franco, sus actores y su cinta.
La controvertida película, protagonizada por Naian González Norvind, Diego Boneta y Mónica Del Carmen, cuenta un derrumbe del sistema político a partir del ataque a una celebración de boda de la élite. El relato se muestra desde los ojos de la prometida y de los criados de su familia que observan como la celebración se convierte en una sangrienta lucha de clases.
En declaraciones a Life and Style, Franco considera que éste podría ser el premio a pagar por molestar a algunos con una temática social polémica: "Es el famoso dicho de 'nunca hay que juzgar un libro por su portada'. Es un reflejo de lo polarizada que está la opinión pública y cómo quisieran politizar una película que no está hecha con esa intención. Para mí la profunda inconformidad que hay por la desigualdad social explica perfectamente el porqué la gente se revela".
"La película sí es un acto político, pero no partidista. Lo último que quiero es que mi película sea motivo de discusiones huecas o que sirvan para la agenda de alguien más". Además, el de Ciudad de México marca que su deseo es que su trabajo "se valore por lo que representa; eso no quiere decir que le guste a todo mundo, pero por favor que discutan sobre lo que se ve en pantalla. Se confundieron, porque la película no es clasista; habla sobre el clasismo. La hice para pelear contra la discriminación. En la historia se dan situaciones discriminatorias, pero obviamente son para criticar a esta clase alta que vive en una burbuja y es poco empática".
Michel Franco siempre ha tocado asuntos candentes, aunque hasta ahora eran mucho más personales o familiares que sociales. Desde su opera prima, "Daniel y Ana", una historia de incesto, a su largometraje "A los ojos", sobre el amor obsesivo de una madre, el mexicano se ha forjado una carrera compuesta por dramas complejos y perturbantes. Pero ha sido con su última película, "Nuevo orden", cuando Franco, ha estado más expuesto que nunca, primero a elogios y luego a furibundos ataques.
"Fueron 150.000 personas a verla el primer fin de semana. Es la mejor apertura para una de mis películas, y esto pese a la pandemia", explica Franco a Life and Style, dolido por la dureza de los críticos hacia su nueva película. El estreno de "Nuevo orden" convocó a los cines a cerca de medio millón de mexicanos, además de ser vendida a cuarenta y ocho países, incluido Estados Unidos. Sin embargo, la elegida para representar a México en los Óscar ha sido otra, "Ya no estoy aquí", la nueva película de Fernando Frías.
"Nuevo orden" se ha librado de pocos comentarios desde el positivo de Jorge Volpi en Reforma, "Es una película incómoda, no cabe ninguna duda de eso, y acaso esta sea su mayor virtud", a "Un tonito iluminado lleno de pretensión", de Fernando Zamora de Milenio. Algunas palabras han sido más ariscas, como las de Camila Osorio de "El País": "Su análisis social es pandito (poco profundo), pero su fascinación por la violencia es inmensa" o "Explora, la pesadilla burguesa que es, el miedo a la revolución, menospreciando las invisibles causas que la provocan" de Alonso Díaz de la Vega.
Michel Franco, un autodidacta que bebió en sus inicios del que considera su mentor, el cineasta Jesús Chávez, ha resaltado que no va a disculparse por "hacer buen cine y ganar premios en nombre del país es absurdo. Tendría que ser motivo de orgullo unánime, aunque la película después divida opiniones".
Con varios premios sobre sus hombros en todos su films antecesores, el director mexicano más aclamado en Cannes ha intentado cerrar la discusión con los medios aceptando los malos mensajes: "Hay que tener la piel gruesa y saber que toda la polémica es pasajera, pero la película queda ahí para siempre".
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