OPINIÓN: María Bethânia, matriz, motriz...

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Escenas del documental
Escenas del documental
Escenas del documental25-IV-06

Por Frank Padrón

Dentro del Octavo Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires que se desarrolló hasta el pasado fin de semana, lo más interesante se encontraba en el documental, ya sea puro, ya atravesado por elementos ficticios. Con mucho éxito fue presentado por su director, el francés afincado en Suiza Georges Cachot ("Marta Argerich, conversación nocturna") su más reciente film dentro del género, incluido en una muy notable sección paralela dedicada a a la música en este encuentro: "María Bethânia: música é perfume", en torno a la gran cantante brasileña, quien, según palabras del cineasta, "me cambió la vida tras escucharla". Se le entiende: a quién no le ocurre lo mismo cuando se enfrenta a esa mujer que lleva en sus venas la fuerza de todo ese cuasi continente que es el Brasil, adonde pertenece, al que representa y proyecta como muchos de sus artistas.

Musicólogo versado en lo clásico, Cachot llegó al cine por la música, y tras once días de filmación, tuvo listo este documental que será próximamente comercializado en varios países (En España ya fue estrenado hace meses); en una mezcla de portugués, francés e inglés, contestó las preguntas del público y dijo haberse fascinado por un lugar mágico, del que Bethânia y su música son todo un símbolo.

Tomando como título una de las frases dichas por la intérprete, "la música es perfume", el film nos entrega a la artista toda: no sólo en plenas funciones creativas (poniendo voz a las pistas en el estudio de grabación, entregada absolutamente, como lo hace en el show) sino en la intimidad de su casa, hablando de las cosas más sencillas o elementales, o reflexionando en torno a la cultura y la idiosincrasia brasileñas.

A propósito, quien la imagina grave o demasiado dramática por lo que generalmente proyecta en sus presentaciones, incluso en sus grabaciones, quizá no imagina a la María risueña, simpática, con un exquisito sentido del humor, que también Cachot ha sabido atrapar. Pero no es sólo la figura: el Brasil con su luz especial, con su aura, su misticismo y su encanto, son captados por el lente de la cámara sin que para nada encontremos pretensiones turísticas. El mundo esotérico y profundo de Bahía, el natal Santo Amaro de Bethânia, sus ritos y procesiones, sus calles y gentes humildes y hermosas, nos llegan tanto desde los sonidos como de las imágenes, como lo hacen sus hermosas playas de Río de Janeiro (su ciudad adoptiva) en la noche, o ese mar omnipresente en el repertorio de la diva.

El director ha logrado, con la ayuda de muy capaces montajistas, fundir ensayos a momentos esenciales del estudio o el escenario, alternar con exquisito equilibrio declaraciones (ya de la artista emblemàtica, ya de gente cercana a su vida y/o trabajo) a momentos musicales. Y dentro de estos, levantar sutiles puentes que conducen a otros con ellos relacionados.
El resultado, con una fotografía reveladora, rica en contrastes y matices, con un sonido no menos preciso que a más de la maravillosa música incorpora lo natural, es un retrato dinámico, inteligente, al que contribuye no sólo la fluida conversación de María, sino de los otros: su madre, Doña Canó, el "mano Caetano", o compañeros ilustres tales Jaime Alem (el inseparable arreglista y director artístico), Chico (con el imprescindible "Olhos nos olhos", su mayor suceso en voz de la estrella), Gil, Miúcha y Naná Caymi (alguien en el público preguntó por Gal Costa, mas supimos que no estaba en el país durante la filmación).

Cuando trasncurren, sin que parezca que ello ha ocurrido, los 80 minutos de María Bethânia: música é perfume, uno concluye que además de eso, ella es en sí mismo el Brasil, como el Brasil es Bethânia, volvemos a la interrogación que en su voz hiciera otra presencia referida pero sustancial en el film (la de Vinicius de Moraes) y Georges Cachot nos ayuda un poco a encontrar la respuesta: ¿qué es la patria?: pues eso, la poesía, la música, que artistas como Bethânia constituyen y trasmiten.