Ciclo Huppert: La reina Isabelle

por © Frank Padrón (Cuba)-NOTICINE.com
La pianista
La pianista
Gracias por el chocolateLa pianista23-I-07

Acaba de finalizar en la sala Chaplin el ciclo Homenaje a la actriz Isabelle Huppert, que desde el pasado día 12 ocupa las tres tandas de la céntrica sala capitalina, sede principal de la Cinemateca de Cuba, tras un recorrido que llevó tal muestra por plazas internacionales tan importantes como París, Nueva York, Berlín, Tokio, Roma, Madrid, Londres, Río de Janeiro y Beijing.

Tras verla, una vez más o por primera (más de uno de los films de la selección eran estrenos en Cuba o en Cinemateca) en algunos de sus más importantes desempeños a lo largo de una vasta y fructífera carrera, se reafirma lo que desde hace ya tiempo considerábamos: Isabelle Huppert es la mayor de las actrices francesas, en un reino donde, por cierto, no escasean para nada las grandes damas del arte histriónico.

Huppert une técnica y pasión, virtuosismo y espontaneidad, elegancia y precisión, a roles que exigen de esa entrega y ese estudio para ser compuestos en toda su dimensión para la pantalla grande; así, pudimos admirarla en la joven y cínica prostituta joven de “Salve quien pueda, la vida / Sálvese quien pueda” (Godard, 1979) o amando incondicionalmente a Gerard Depardieu, vago y libertino “Loulou” (Pialat, 1980); la reservada y tímida aprendiz de peluquera en “La encajera / El destino de un amor” (Goretta, 77), que le confiriera sus primeros reconocimientos como actriz, o la esposa insatisfecha que se enreda en una relación lésbica cuando recibe “Entre nosotras / El flechazo” (Kurys, 83).

La disfrutamos de nuevo en su personal y contundente “Madame Bovary” (Chabrol, 91), en otra de casadas que rompen (“La separación”, Vincent, 94) o en uno de sus más elogiados y laureados desempeños (junto a Sandrinne Bonnaire en “La ceremonia”, de Chabrol, 95) para seguirla en la educadora intolerante y dogmática de un colegio para señoritas nobles venidas a menos en “Saint Cyr” (Mazui, 99) y, finalmente, en “La pianista”(2000), uno de sus personajes más complejos y contradictorios, esa solterona y brillante profesora del Conservatorio de Viena que da rienda suelta a sus apetitos como vouyerista hasta que un alumno mucho más joven se enamora de ella. Con esta cinta dirigida por Michael Haneke (“Caché”), Huppert no sólo obtuvo el premio a su labor en Cannes sino que recibió el de Mejor actriz europea del año 2000, y se piensa que, en realidad, pocas de sus colegas podían habérselo arrebatado.

Este viaje intenso y representativo por tan brillante carrera encontró su colofón en el documental “Isabelle Huppert, una vida para actuar”, de Serge Toubiana, que no sólo resultó un broche de oro al ciclo, sino un hermoso film per se. Eludiendo los abordajes al uso, el cineasta se acerca a la figura tal si colocara un micrófono en su mente: la actriz reflexiona durante 56 minutos en torno al arte de la actuación y lo que significa en su vida: filosófica, madura, poética, Huppert se nos revela como esa mujer inteligente, sensible y creadora que delatan sus interpretaciones: no hay lugar a la intuición en sus trabajos, calculados y estudiados hasta el detalle, aunque ella, hábilmente lo oculte. Pocas veces confesándose directamente ante la cámara del director, vemos sobre todo a la actriz en plena faena (comienza y finaliza el documental con las últimas actuaciones en la temporada teatral de “Medea”, en Avignon en 2001) lo cual incluye los minutos precedentes en su camerino donde culminan los ensayos. Imágenes de la niñez alternan con las de sus cintas o las que Toubiana logró durante ciertas filmaciones (“La pianista” o “Gracias por el chocolate”, de Chabrol) para, auxiliado por un inteligente y exquisito montaje, armar este retrato de la inmensa actriz.

Una vida para actuar, ciertamente, para vivir entregada al cine, al teatro, al arte de comunicarse con los otros y de este modo permitir el conocernos mejor. Isabelle Huppert tiene ese don, y este ciclo (complementado por varias de las muchas fotos que grandes artistas del lente le han realizado, y que se exhibieron en el lobby del cine) nos la ha hecho más cercana, más nuestra, más grande.