El Personaje: Daniel Calparsoro, pura adrenalina
- por © Angel L. Esteban
22-III-02
Cuando "Salto al vacío", el primer largometraje de Daniel Calparsoro, llegó a las pantallas de cine fue en aquellos años en que se comenzó a hablar con fervor de un nuevo nuevo cine español. Un cine realizado por chicas y chicos muy jóvenes que había vivido la transición como niños y tenían de los años de la dictadura franquista sólo el recuerdo de lo que sus mayores le contaban. Esto significaba una revolución temática en un cine que seguía traumatizado por el pasado colectivo, y una nueva generación de creadores que habían bebido directamente del cine norteamericano de grandes efectos visuales y espectaculares escenas de acción.
Aunque con presupuestos muy lejanos de aquellos, Calparsoro fue uno de esos jóvenes directores vascos - junto a Alex de la Iglesia, Juanma Bajo Ulloa, los hermanos Ibarretxe y demás - que se las apañaron a mediados de la década de los noventa para sorprender a todos y recuperar para la taquilla del cine hispano una nueva generación de espectadores que hasta entonces eran únicamente carne de superproducciones de Hollywood. El shock que a muchos les produjo aquel primerizo, imperfecto pero impactante "Salto al vacío" supuso un auténtico descubrimiento surgido de la orilla más independiente de nuestra industria, nada que ver con muchas operas primas recientes que cuentan con estrellas de primera y amplio respaldo de televisiones y distribuidoras.
Desconocido él y desconocidos sus actores, en especial esa chica extraña, introvertida y aparentemente agresiva que le acompañó desde el principio y que se ha convertido en una de las actrices más interesantes y carismáticas de los últimos años. Nawja Nimri, con la que se casó de blanco y por la Iglesia a pesar de la subversiva imagen pública de ambos, le ha acompañado en toda su trayectoria incluso más allá de la disolución de la pareja, aunque no figura en su último estreno "Guerreros", que ahora se estrena, por no encajar sus condiciones físicas con los requisitos de sus bélicos personajes. Ambos formaron durante mucho tiempo un tandem único y siempre interesante que ha dado como resultado películas con una absorvente mezcla de violencia y erotismo, de realismo social y sensualidad, sobre juventud inconformista tremendamente amargada pero dispuesta a sobrevivir contra todos los pronósticos.
Sus siguientes estrenos, "Pasajes" - donde Nimri comparte romance y obsesión con una Charo López un tanto desubicada - y "A ciegas" - dura incursión romántica en la violencia terrorista que le llevo hasta el Festival de Venecia - no fueron sino manidas revisiones de los mismos temas y obsesiones, que hicieron albergar serias dudas sobre el verdadero talento del joven rebelde, anclado en su la seguridad de un primer éxito e incapaz de evolucionar. Nuevas esperanzas llegaron con su cuarto filme "Asfalto", en el que se traslada a Madrid para narrar un trio sentimental y sexual implicado en asuntos turbios, acompañado de música moderna y espectaculares persecuciones por las calles del centro capitalino.
Tras mostrar la vida cotidiana en una gran ciudad como una batalla diaria, ahora Daniel Calparsoro se traslada a la guerra de verdad, la que sufren una patrulla de soldados españoles en misión humanitaria en Kosovo. "Guerreros", que protagonizan una nueva generación de jóvenes actores como Eloy Azorín, Ruben Ochandiano, Iñaki Font, Carla Pérez o Jordi Vilches a las órdenes de Eduardo Noriega - a punto de perder un ojo en un accidente del rodaje - es una aventura de trasfondo real y mensaje antibelicista que puede servir para coronar al director vasco como el principal experto español en cine de acción.
Y es que Calparsoro ha podido encontrar en esta guerra cercana la oportunidad de descender a un auténtico infierno, donde los gritos, el dolor y la muerte aún flotan en el ambiente. Con este "cine de entretenimiento con contenido", como él mismo lo define, se apunta el tanto de acercarse desde la ficción por primera vez a este conflicto, con la oportunidad de esmerarse en su punto más flojo: el guión. Aquí parece moverse en su medio ideal, rodeado de confusión y tensión, incentivando la incomodidad del espectador y ahondando en el sentimiento pesimista que impera en toda su filmografía.
Para muchos sin embargo, su principal mérito seguirá siendo el haber descubierto a Nawja Nimri, a la que después otros han sabido sacar mucho mejor partido, y que ha colaborado con su grupo en el apartado músical de "Guerreros" como muestra de sus buenas relaciones.
Cuando "Salto al vacío", el primer largometraje de Daniel Calparsoro, llegó a las pantallas de cine fue en aquellos años en que se comenzó a hablar con fervor de un nuevo nuevo cine español. Un cine realizado por chicas y chicos muy jóvenes que había vivido la transición como niños y tenían de los años de la dictadura franquista sólo el recuerdo de lo que sus mayores le contaban. Esto significaba una revolución temática en un cine que seguía traumatizado por el pasado colectivo, y una nueva generación de creadores que habían bebido directamente del cine norteamericano de grandes efectos visuales y espectaculares escenas de acción.
Aunque con presupuestos muy lejanos de aquellos, Calparsoro fue uno de esos jóvenes directores vascos - junto a Alex de la Iglesia, Juanma Bajo Ulloa, los hermanos Ibarretxe y demás - que se las apañaron a mediados de la década de los noventa para sorprender a todos y recuperar para la taquilla del cine hispano una nueva generación de espectadores que hasta entonces eran únicamente carne de superproducciones de Hollywood. El shock que a muchos les produjo aquel primerizo, imperfecto pero impactante "Salto al vacío" supuso un auténtico descubrimiento surgido de la orilla más independiente de nuestra industria, nada que ver con muchas operas primas recientes que cuentan con estrellas de primera y amplio respaldo de televisiones y distribuidoras.
Desconocido él y desconocidos sus actores, en especial esa chica extraña, introvertida y aparentemente agresiva que le acompañó desde el principio y que se ha convertido en una de las actrices más interesantes y carismáticas de los últimos años. Nawja Nimri, con la que se casó de blanco y por la Iglesia a pesar de la subversiva imagen pública de ambos, le ha acompañado en toda su trayectoria incluso más allá de la disolución de la pareja, aunque no figura en su último estreno "Guerreros", que ahora se estrena, por no encajar sus condiciones físicas con los requisitos de sus bélicos personajes. Ambos formaron durante mucho tiempo un tandem único y siempre interesante que ha dado como resultado películas con una absorvente mezcla de violencia y erotismo, de realismo social y sensualidad, sobre juventud inconformista tremendamente amargada pero dispuesta a sobrevivir contra todos los pronósticos.
Sus siguientes estrenos, "Pasajes" - donde Nimri comparte romance y obsesión con una Charo López un tanto desubicada - y "A ciegas" - dura incursión romántica en la violencia terrorista que le llevo hasta el Festival de Venecia - no fueron sino manidas revisiones de los mismos temas y obsesiones, que hicieron albergar serias dudas sobre el verdadero talento del joven rebelde, anclado en su la seguridad de un primer éxito e incapaz de evolucionar. Nuevas esperanzas llegaron con su cuarto filme "Asfalto", en el que se traslada a Madrid para narrar un trio sentimental y sexual implicado en asuntos turbios, acompañado de música moderna y espectaculares persecuciones por las calles del centro capitalino.
Tras mostrar la vida cotidiana en una gran ciudad como una batalla diaria, ahora Daniel Calparsoro se traslada a la guerra de verdad, la que sufren una patrulla de soldados españoles en misión humanitaria en Kosovo. "Guerreros", que protagonizan una nueva generación de jóvenes actores como Eloy Azorín, Ruben Ochandiano, Iñaki Font, Carla Pérez o Jordi Vilches a las órdenes de Eduardo Noriega - a punto de perder un ojo en un accidente del rodaje - es una aventura de trasfondo real y mensaje antibelicista que puede servir para coronar al director vasco como el principal experto español en cine de acción.
Y es que Calparsoro ha podido encontrar en esta guerra cercana la oportunidad de descender a un auténtico infierno, donde los gritos, el dolor y la muerte aún flotan en el ambiente. Con este "cine de entretenimiento con contenido", como él mismo lo define, se apunta el tanto de acercarse desde la ficción por primera vez a este conflicto, con la oportunidad de esmerarse en su punto más flojo: el guión. Aquí parece moverse en su medio ideal, rodeado de confusión y tensión, incentivando la incomodidad del espectador y ahondando en el sentimiento pesimista que impera en toda su filmografía.
Para muchos sin embargo, su principal mérito seguirá siendo el haber descubierto a Nawja Nimri, a la que después otros han sabido sacar mucho mejor partido, y que ha colaborado con su grupo en el apartado músical de "Guerreros" como muestra de sus buenas relaciones.