OPINIÓN: Embrujo contra promesa de Shanghai

por © NOTICINE.com
Aída Folch en El embrujo de Shanghai
Aída Folch en El embrujo de Shanghai
Fernando TruebaAída Folch en El embrujo de Shanghai22-IV-02

Por Diego Vázquez

Aquí está por fin el elemento de la discordia. Para hacer un poco de memoria a los que no se hayan enterado del asunto (pocos espero, gracias al afortunado revuelo de medios que provocó), éste "embrujo de Shanghai" es el resultado de lo que fue una adaptación que inicialmente Andrés Vicente Gómez adjudicó a Víctor Erice, el cual trabajo durante tres años en un guión que proponía una relectura de la novela de Juan Marsé (como toda adaptación cinematográfica debiera ser) por un autor que, digámoslo ya, es el auténtico genio en activo con que cuenta el cine español. Ese guión, que incluso había modificado el título de la novela por el de "La promesa de Shanghai", transformaba una gran obra literaria en una obra maestra cinematográfica.

¿Qué sucedió entonces? El asunto es muy turbio y en los dos últimos años ha salido suficiente información y declaraciones cruzadas de las dos partes en conflicto (Andrés Vicente Gómez y Erice) como para que cada cual pueda formarse su propia opinión. Yo por mi parte tengo una versión bastante cercana de los hechos y mi conclusión es que lo que ha sucedido es imperdonable, que nos han privado de la obra de un maestro por culpa de los ojos llenos de beneficios de un inaprensivo productor. Vicente Gómez se ha traído a su lacayo para remendar lo que Erice había hecho y realizar una "fiel" adaptación de la novela firmada por Fernando Trueba, pero no nos engañemos, siendo una auténtica película de productor, por lo que el resultado hay que atribuírselo en buena parte a él.

Esta larga introducción es necesaria para este crítico, que tras salir del cine no pudo contener la rabia que le embargó al saber que este engendro sería la adaptación del libro que el gran público recordaría, mientras un auténtico autor veía despreciado su duro trabajo y sometido al olvido para buena parte de los espectadores. Afortunadamente, el guión que escribió Erice está publicado y sus páginas abiertas para que cualquiera compruebe que en él se esconde más cine que en cualquiera de las imágenes de esta hueca adaptación de la que nada se debe decir excepto un gran mutis.

Cine muerto, preciosista, sin alma, con unos medios desbordantes que envuelven un envoltorio vacío y sin la más mínima muestra de talento o de verdad, más allá del gesto de cara a la galería. Una película insufrible que en el propio pase de prensa provocó pitidos e indignación. Un cine que conseguirá su objetivo (el éxito en taquilla) gracias al poder de un gran productor que sabe adornar y vender el producto, enseñando al público qué es lo que no se debe perder.

Si de algo puede servir esta crítica que sea para afirmar con voz firme y segura que este no es el cine español (ni de ninguna otra parte) que hace grande al medio, que hace soñar a un espectador instruido, que arrebata, que da vida. Es un simple gesto de un director funcional que un día nos regalo "El sueño del mono loco" pero del que nunca más se supo. Para que lo que ha ocurrido con Erice no se vuelva a repetir, hagamos silencio.