Presentan libro con cartas de Tomás Gutiérrez-Alea
- por © Redacción-NOTICINE.com
10-IX-07
La Fundación Autor ha editado "Volver sobre mis pasos", una selección de cartas de Tomás Gutiérrez-Alea que permiten acercarse de forma más íntima al influyente director cubano. Artista comprometido y director de cintas como "Historias de la revolución" (1960) o "Memorias del subdesarrollo" (1968), o de las populares películas que codirigió con Juan Carlos Tabío, "Fresa y Chocolate" (1993) y "Guantanamera" (1995), el fallecido cineasta es recordado en este libro a través de textos, dibujos e imágenes que ponen de relieve su vida creadora, que fueron recopilados por su viuda, Mirtha Ibarra.
"Es precisamente Mirtha Ibarra la que se encarga de revelarnos de manera excepcional los rasgos principales del carácter de Titón: su insobornable inconformidad con el estado de cosas existentes en la vida; su intolerancia ante la mediocridad espiritual; su tendencia a hacer de la duda y hasta del error otro modo muy humano de crecer", dice en el prólogo Juan Antonio García Borrero. El libro incluye además comentarios de Sidney Pollack, Carlos Saura y Julio García Espinosa para continuar con las correspondencias de Gutiérrez Alea, ordenadas de forma cronológica desde 1951 hasta 1996. Entre las cartas reunidas, que ocupan cerca de quinientas páginas, destacan las que envió y recibió de colegas de profesión como el propio Carlos Saura, Costa Gavras, Robert Redford o José Luis Borau, o a Carlos Fuentes y Juan Goytisolo, entre muchos otros.
Tras las cartas, Ibarra -que actualmente prepara un documental sobre Gutiérrez-Alea, narra en un amplio capítulo la vida en común que compartió con el cineasta cubano que concluye con su situación actual: “Aquí estoy, sobrevivo acompañada de recuerdos, con su viva presencia en cada objeto, cada libro, cada música que escucho. Me acompaña, me critica, me aconseja. Cómplice de mi soledad. Me observa. Me hace dudar. Me pone a prueba cotidianamente frente a los tropiezos de mi existencia. Me induce a mirar el tiempo con benevolencia, sin sobresaltos. A no perder la capacidad de ser feliz pero, sobre todo, a no buscarle otro sentido a la vida, que no sea vivirla”.
La Fundación Autor ha editado "Volver sobre mis pasos", una selección de cartas de Tomás Gutiérrez-Alea que permiten acercarse de forma más íntima al influyente director cubano. Artista comprometido y director de cintas como "Historias de la revolución" (1960) o "Memorias del subdesarrollo" (1968), o de las populares películas que codirigió con Juan Carlos Tabío, "Fresa y Chocolate" (1993) y "Guantanamera" (1995), el fallecido cineasta es recordado en este libro a través de textos, dibujos e imágenes que ponen de relieve su vida creadora, que fueron recopilados por su viuda, Mirtha Ibarra.
"Es precisamente Mirtha Ibarra la que se encarga de revelarnos de manera excepcional los rasgos principales del carácter de Titón: su insobornable inconformidad con el estado de cosas existentes en la vida; su intolerancia ante la mediocridad espiritual; su tendencia a hacer de la duda y hasta del error otro modo muy humano de crecer", dice en el prólogo Juan Antonio García Borrero. El libro incluye además comentarios de Sidney Pollack, Carlos Saura y Julio García Espinosa para continuar con las correspondencias de Gutiérrez Alea, ordenadas de forma cronológica desde 1951 hasta 1996. Entre las cartas reunidas, que ocupan cerca de quinientas páginas, destacan las que envió y recibió de colegas de profesión como el propio Carlos Saura, Costa Gavras, Robert Redford o José Luis Borau, o a Carlos Fuentes y Juan Goytisolo, entre muchos otros.
Tras las cartas, Ibarra -que actualmente prepara un documental sobre Gutiérrez-Alea, narra en un amplio capítulo la vida en común que compartió con el cineasta cubano que concluye con su situación actual: “Aquí estoy, sobrevivo acompañada de recuerdos, con su viva presencia en cada objeto, cada libro, cada música que escucho. Me acompaña, me critica, me aconseja. Cómplice de mi soledad. Me observa. Me hace dudar. Me pone a prueba cotidianamente frente a los tropiezos de mi existencia. Me induce a mirar el tiempo con benevolencia, sin sobresaltos. A no perder la capacidad de ser feliz pero, sobre todo, a no buscarle otro sentido a la vida, que no sea vivirla”.