Julio Medem escribe sobre el estreno de "8"
- por © Morena Films-NOTICINE.com

Por Julio Medem *
Desde el inicio, "8" lanza una propuesta cinematográfica de lenguaje que encuentra su estilo en la osadía, el riesgo, en ser propia y muy libre. Pero además, "8" contiene una gran carga emocional que se va sumando, que se acumula y crece en cada uno de los 8 peldaños de su escalera ascendente.
Su arco dramático de 90 años, en 8 capítulos en continuidad, con las vidas completas de Octavio y Adela dentro, también puede verse como un poema cinematográfico cuyo lenguaje simbólico, sus rimas y repeticiones conectan rítmicamente los sentimientos de los personajes, sus tiempos con sus recuerdos...
"8" es un poema trágico que comienza y progresa con versos de muerte, y termina con dos versos de amor.
La atracción del azar
Cada capítulo, marcado en rojo con una fecha, día, mes y año, dura sólo un momento, un rato, entre 10 y 20 minutos. En cada rato comenzamos siguiendo los pasos de uno, y tras un cruce continuamos con los pasos del otro, en un constante y tranquilo movimiento hasta dibujar la silueta del número 8.
Los destinos de Octavio y Adela, sin ellos saberlo pues no se ven, se entrelazan y conectan entre sí creando una realidad que está más allá de la que ellos viven, es la meta realidad de "8"; el hecho de estar separados pero unidos por una fuerza de atracción que emana del azar. Sólo el espectador puede disfrutar de esta privilegiada visión general.
"Una de las dos Españas ha de helarte el corazón"
Octavio primero y luego Adela nacen en dos pueblos muy próximos de una sierra cercana a Madrid, en la misma madrugada en la que la radio anuncia que España se acuesta monárquica y amanece republicana. Así, desde que nacen, comienzan dos vidas que bien podrían haber inspirado a Antonio Machado su poema "Españolito": "Ya hay un español que quiere / vivir y a vivir empieza / entre una España que muere / y otra que bosteza. / Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios. / Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón." Con este poema arranca la película.
Desde el principio de la historia, la fuerza invisible del "8" somete a los dos protagonistas, a veces descarnada y cruelmente, a sus diferentes entornos sociales y políticos, con lo que toda la historia puede verse como una representación de España, una de las miles posibles, pero sobre todo de las dos Españas. Una reflexión emocional de las guerras entre hermanos españoles, del ciego y cruel cainismo. Así, los dos bucles de "8", además de corresponder a sus dos protagonistas, son también los de cada una de sus Españas, y juntos, los cuatro, comparten el arco dramático de las tres últimas generaciones de españoles.
Tras los muertos de la primera generación, en la guerra y la posguerra, donde tanto Octavio como Adela han perdido cada uno a su padre, 50 años después, ya en tiempos de democracia, llega un muerto de la tercera generación que resulta ser el hijo de ambos.
Pero la vida en "8" no pasa en balde, no se puede repetir el abismo con una nueva guerra, y aunque sea algo tarde aparece el ansiado reconocimiento del otro, la eliminación de la disputa heredada generación tras generación, y el necesario perdón. Así, a este nuevo clímax del cainismo le sucede el clímax del perdón; saber pedir perdón y estar dispuesto a perdonar. A partir de aquí, "8" es sólo unión en sí misma y emoción, un territorio de paz, sin guerras, sin política, la fusión total que provoca el verdadero amor, sin condiciones.
La propuesta fotográfica
"8" contiene una propuesta fotográfica que diferencia los 8 capítulos, ya que cada uno tiene el tipo de imagen, el formato de pantalla y el estilo cinematográfico característico de su época: Desde un blanco y negro expresionista en el primer capítulo, inspirado en "El vampiro de Düsseldorf" de Murnau, con tintes azulados, sepiados y rosas; al blanco y negro fuerte y contrastado en la Guerra Civil; al primer color en la posguerra; al cine neorrealista de los 60; a la utilización de nuevas ópticas en 1977; a la máxima calidad del 35 mm en 1992; hasta el digital en HD en 2008; y en 6k en 2021. Rafael Reparaz es el director de fotografía que ha realizado esta arriesgada propuesta.
El ritmo de los taconeos
La historia tiene de fondo un blanco esencial, del que todo nace, y que es el territorio de los taconeos, zapateos, chasquidos de dedos, palmas y respiraciones de Sara Baras. Se manifiestan al comienzo, con trazos en rojo que marcan el texto, y luego en el espacio que se respira entre los capítulos. Pero estos blancos taconeados también asoman brevemente en medio de cualquier escena, interrumpiéndola para opinar artísticamente, como si aflorara el subconsciente, pues están siempre por debajo de la narración, siguiéndola y haciéndola vibrar cuando hace falta.
Estos taconeos, que Sara Baras interpretó viendo imágenes de la película, marcan la españolidad profunda de "8", como un código genético, que tiene su culminación en la canción final de Israel Fernández, "Dos miradas", cantada con su apasionado aire flamenco.
La composición de la música de Lucas Vidal, vigorosa y sensible, arrebatadora y delicada, es uno de los pilares de la propuesta cinematográfica de "8", con una carga emocional que forma parte esencial de su lenguaje poético.
8 épocas
Hay más pilares en los que se apoya el universo visual de "8". Como la dirección de arte de Montse Sanz, con su fino e impecable recorrido por decorados en continuidad, en 8 épocas diferentes durante 90 años.
Otro gran pilar, que será inolvidable, es el maquillaje de Cecilia Escot, la peluquería de Eduardo Torres y el maquillaje FX de Rubén Samos, que se han enfrentado a uno de los mayores retos de toda mi filmografía. Ellos me proponían hacer algo que nunca había visto en el cine, y que de hecho pensaba que no era posible hacer; que Javi Rey y Ana Rujas interpretaran a Octavio y Adela desde que son veinteañeros... hasta sus 90. Tras las asombrosas pruebas de envejecimiento que me mostraron en equipo, dos meses antes del rodaje, decidí que adelante con el riesgo. Lo que han conseguido supera lo que había soñado.
Javi y Ana
Pero claro, quienes tenían que estar dentro de Octavio y Adela durante 70 años, en 6 etapas, erigirse así en el alma de la película para culminar el trabajo de todos, eran Javi y Ana.
Yo digo que ellos dos, con sus interpretaciones en escalera ascendente, hasta su viaje a la Luna... son la bestia dramática de "8".
(*): Julio Medem (San Sebastián, 1958) impactó poderosamente con sus primeras películas: "Vacas", "La ardilla roja", "Tierra"... Se consagró ante la crítica y el público con dos títulos, "Los amantes del círculo polar" y "Lucía y el sexo", su mayor éxito comercial. Sus más recientes trabajos -según la mayoría de los críticos- no han alcanzado el mismo nivel. Antes de "8", protagonizada por Javier Rey y Ana Rujas, que se estrena este viernes en salas españolas, dirigió (en 2022) en República Dominicana "Minotauro. Picasso y las mujeres del Guernica", que por el momento continúa inédita para festivales y público.
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Desde el inicio, "8" lanza una propuesta cinematográfica de lenguaje que encuentra su estilo en la osadía, el riesgo, en ser propia y muy libre. Pero además, "8" contiene una gran carga emocional que se va sumando, que se acumula y crece en cada uno de los 8 peldaños de su escalera ascendente.
Su arco dramático de 90 años, en 8 capítulos en continuidad, con las vidas completas de Octavio y Adela dentro, también puede verse como un poema cinematográfico cuyo lenguaje simbólico, sus rimas y repeticiones conectan rítmicamente los sentimientos de los personajes, sus tiempos con sus recuerdos...
"8" es un poema trágico que comienza y progresa con versos de muerte, y termina con dos versos de amor.
La atracción del azar
Cada capítulo, marcado en rojo con una fecha, día, mes y año, dura sólo un momento, un rato, entre 10 y 20 minutos. En cada rato comenzamos siguiendo los pasos de uno, y tras un cruce continuamos con los pasos del otro, en un constante y tranquilo movimiento hasta dibujar la silueta del número 8.
Los destinos de Octavio y Adela, sin ellos saberlo pues no se ven, se entrelazan y conectan entre sí creando una realidad que está más allá de la que ellos viven, es la meta realidad de "8"; el hecho de estar separados pero unidos por una fuerza de atracción que emana del azar. Sólo el espectador puede disfrutar de esta privilegiada visión general.
"Una de las dos Españas ha de helarte el corazón"
Octavio primero y luego Adela nacen en dos pueblos muy próximos de una sierra cercana a Madrid, en la misma madrugada en la que la radio anuncia que España se acuesta monárquica y amanece republicana. Así, desde que nacen, comienzan dos vidas que bien podrían haber inspirado a Antonio Machado su poema "Españolito": "Ya hay un español que quiere / vivir y a vivir empieza / entre una España que muere / y otra que bosteza. / Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios. / Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón." Con este poema arranca la película.
Desde el principio de la historia, la fuerza invisible del "8" somete a los dos protagonistas, a veces descarnada y cruelmente, a sus diferentes entornos sociales y políticos, con lo que toda la historia puede verse como una representación de España, una de las miles posibles, pero sobre todo de las dos Españas. Una reflexión emocional de las guerras entre hermanos españoles, del ciego y cruel cainismo. Así, los dos bucles de "8", además de corresponder a sus dos protagonistas, son también los de cada una de sus Españas, y juntos, los cuatro, comparten el arco dramático de las tres últimas generaciones de españoles.
Tras los muertos de la primera generación, en la guerra y la posguerra, donde tanto Octavio como Adela han perdido cada uno a su padre, 50 años después, ya en tiempos de democracia, llega un muerto de la tercera generación que resulta ser el hijo de ambos.
Pero la vida en "8" no pasa en balde, no se puede repetir el abismo con una nueva guerra, y aunque sea algo tarde aparece el ansiado reconocimiento del otro, la eliminación de la disputa heredada generación tras generación, y el necesario perdón. Así, a este nuevo clímax del cainismo le sucede el clímax del perdón; saber pedir perdón y estar dispuesto a perdonar. A partir de aquí, "8" es sólo unión en sí misma y emoción, un territorio de paz, sin guerras, sin política, la fusión total que provoca el verdadero amor, sin condiciones.
La propuesta fotográfica
"8" contiene una propuesta fotográfica que diferencia los 8 capítulos, ya que cada uno tiene el tipo de imagen, el formato de pantalla y el estilo cinematográfico característico de su época: Desde un blanco y negro expresionista en el primer capítulo, inspirado en "El vampiro de Düsseldorf" de Murnau, con tintes azulados, sepiados y rosas; al blanco y negro fuerte y contrastado en la Guerra Civil; al primer color en la posguerra; al cine neorrealista de los 60; a la utilización de nuevas ópticas en 1977; a la máxima calidad del 35 mm en 1992; hasta el digital en HD en 2008; y en 6k en 2021. Rafael Reparaz es el director de fotografía que ha realizado esta arriesgada propuesta.
El ritmo de los taconeos
La historia tiene de fondo un blanco esencial, del que todo nace, y que es el territorio de los taconeos, zapateos, chasquidos de dedos, palmas y respiraciones de Sara Baras. Se manifiestan al comienzo, con trazos en rojo que marcan el texto, y luego en el espacio que se respira entre los capítulos. Pero estos blancos taconeados también asoman brevemente en medio de cualquier escena, interrumpiéndola para opinar artísticamente, como si aflorara el subconsciente, pues están siempre por debajo de la narración, siguiéndola y haciéndola vibrar cuando hace falta.
Estos taconeos, que Sara Baras interpretó viendo imágenes de la película, marcan la españolidad profunda de "8", como un código genético, que tiene su culminación en la canción final de Israel Fernández, "Dos miradas", cantada con su apasionado aire flamenco.
La composición de la música de Lucas Vidal, vigorosa y sensible, arrebatadora y delicada, es uno de los pilares de la propuesta cinematográfica de "8", con una carga emocional que forma parte esencial de su lenguaje poético.
8 épocas
Hay más pilares en los que se apoya el universo visual de "8". Como la dirección de arte de Montse Sanz, con su fino e impecable recorrido por decorados en continuidad, en 8 épocas diferentes durante 90 años.
Otro gran pilar, que será inolvidable, es el maquillaje de Cecilia Escot, la peluquería de Eduardo Torres y el maquillaje FX de Rubén Samos, que se han enfrentado a uno de los mayores retos de toda mi filmografía. Ellos me proponían hacer algo que nunca había visto en el cine, y que de hecho pensaba que no era posible hacer; que Javi Rey y Ana Rujas interpretaran a Octavio y Adela desde que son veinteañeros... hasta sus 90. Tras las asombrosas pruebas de envejecimiento que me mostraron en equipo, dos meses antes del rodaje, decidí que adelante con el riesgo. Lo que han conseguido supera lo que había soñado.
Javi y Ana
Pero claro, quienes tenían que estar dentro de Octavio y Adela durante 70 años, en 6 etapas, erigirse así en el alma de la película para culminar el trabajo de todos, eran Javi y Ana.
Yo digo que ellos dos, con sus interpretaciones en escalera ascendente, hasta su viaje a la Luna... son la bestia dramática de "8".
(*): Julio Medem (San Sebastián, 1958) impactó poderosamente con sus primeras películas: "Vacas", "La ardilla roja", "Tierra"... Se consagró ante la crítica y el público con dos títulos, "Los amantes del círculo polar" y "Lucía y el sexo", su mayor éxito comercial. Sus más recientes trabajos -según la mayoría de los críticos- no han alcanzado el mismo nivel. Antes de "8", protagonizada por Javier Rey y Ana Rujas, que se estrena este viernes en salas españolas, dirigió (en 2022) en República Dominicana "Minotauro. Picasso y las mujeres del Guernica", que por el momento continúa inédita para festivales y público.
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