Crítica: "Hijos nuestros", el amor como salvavidas

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"Hijos nuestros"
Por Edurne Sarriegui  

"Hijos nuestros" es la ópera prima de Juan Ignacio Fernández Gebauer y Nicolás Suárez, que ya habían recorrido camino juntos en la realización de varios cortos. En este primer largometraje usan algo tan argentino como la pasión futbolera llevada a todos los ámbitos de la vida, para contar la historia cotidiana de un hombre común pero con una segunda lectura sobre la soledad, la frustración y las nuevas oportunidades. Desde su título hace mención a una expresión bien futbolera y argentina que atribuye la condición de hijos a aquellos equipos que son siempre derrotados por el mismo rival.

Hugo (Carlos Portaluppi) es un taxista porteño malhumorado y un poco amargo que pasa los días subido a un taxi recorriendo la ciudad. Hincha de San Lorenzo de Almagro, vive y respira por y para su equipo. Todos sus amigos comparten la misma pasión, todos los programas de televisión que ve tienen que ver con su equipo y hasta el bar que frecuenta está frente al estadio del club de sus amores. Los realizadores muestran poco a poco a lo largo del film,  sin necesidad de largos diálogos, el origen de su frustración de la cual nunca se habla. Jugador profesional de San Lorenzo por un corto periodo, su carrera se vio interrumpida por una lesión que no fue bien tratada.

Un día encuentra una billetera en su taxi que pertenece a un adolescente, Julián (Valentín Greco) que viajó con su madre, Silvia (Ana Katz), hasta un club barrial de fútbol para pasar una prueba. Vuelve para devolver la billetera en cuestión y entabla una relación con la madre y el hijo.

Julián y sus aparentes capacidades futbolísticas se convierten en una nueva oportunidad para volver a ser parte del club San Lorenzo y Silvia tal vez llegue a ser el fin de su soledad. Pero los adultos de este film no pueden superar su torpeza para sostener una relación. Hugo es incapaz de llegar a tiempo a una cita o de mantener con vida a una planta. Silvia saca adelante sola a su hijo, sostenida por un sincretismo religioso que abarca desde una colección de estampitas y rosarios hasta budas de todos los tamaños. Es obvio que ambos están en una búsqueda de cambio.

Si bien la historia se centra en la figura de Hugo y su dificultad para salir del estancamiento en el que está sumida su vida, los personajes de Silvia y su hijo ponen sobre el tapete la posibilidad de alcanzar una vida amable dentro de una familia no tradicional.

Sin grandes despliegues, "Hijos Nuestros" cuenta una historia bien narrada basándose sobre todo en el estupendo trabajo actoral de sus protagonistas. Es una película fácil de ver a pesar de su trasfondo trágico que sin caer en el sentimentalismo deja una puerta abierta a la esperanza. Y sin duda los fanáticos del deporte más jugado del mundo encontrarán regocijo en los múltiples guiños y expresiones que hacen referencia al mismo.

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