Crítica: "Raya y el último dragón", empoderamiento y unión
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Por Alvaro Juanas
"Raya y el último dragón / Raya and the Last Dragon", codirigida por el mexicano Carlos López Estrada, se acaba de estrenar en la plataforma de streaming de Disney+ además de en países con salas de cine abiertas. En una primera impresión, podríamos resumir que estamos ante la primera película animada realmente empoderante de Disney.
El film narra la historia de los Drunn, unos siniestros monstruos que acabaron con la paz tal y como se conocía en el reino de Kumandra, convirtiendo a todos en piedra. Fueron los dragones los que tuvieron que sacrificarse para que la humanidad siguiese adelante y es ahora 500 años más tarde, cuando Raya, una joven guerrera, inicia una aventura para encontrar al último dragón y acabar con el mal.
A pesar de que de primeras la sinopsis no sugiera más que la reconocida historia del viaje del héroe, en este caso de la heroína, que parte de un mundo ordinario con una llamada a la aventura que acepta, y que acaba con una prueba decisiva a la que deberá enfrentarse, la película es capaz de ofrecer creatividad, imaginación y originalidad no solo en los diálogos sino en las imágenes que se ven en pantalla. Todo ello a través de un tema que confluye en toda la narración: la necesidad de unión, de complicidad y de trabajo en equipo.
Este nuevo largometraje de Disney es un gran ejemplo de cómo ha evolucionado la animación en los últimos años, no solo a nivel estético, en el que destaca el progreso de las luces, del tratamiento del color y de detalles magistrales como los brillos, sombras y texturas, sino también a nivel narrativo. Absolutamente nadie puede decir que a día de hoy los dibujos animados son para niños, la capacidad que tiene este y otros films como "Soul" de crear una estructura con doble interpretación para mostrar el mensaje que quieren transmitir a los más pequeños, y de conseguir la sonrisa y la atención plena de los adultos, es magistral.
Sorprende la capacidad de recreación de diferentes tipos de vestuario cuyos personajes cuentan con rasgos físicos poco vistos en el cine occidental, ofreciendo una visión más multicultural. Por otra parte, el film apuesta por el empoderamiento de diferentes mujeres con expresiones de género que varían y que suponen el fin de los prototipos físicos y también los roles de género impuestos por una sociedad patriarcal, que hasta hace no tanto, conseguía teñir y ensombrecer películas de cualquier género.
Disney avanza con una historia nueva, que a diferencia de "Mulán", representa una nueva realidad donde no hace falta vestirse de hombre para que te tomen en serio, y que muestra a los niños una visión de un mundo más tolerante y diverso.
El tema, la necesidad de la unión y del trabajo en equipo, es capaz de confluir en toda la narración, sin pecar, como en otras muchas películas de ofrecer una moraleja final cogida con pinzas y que apenas se vislumbra durante el transcurso de la obra. Esto es así porque durante cada aventura o hazaña que viven, es solo cuando todos ponen de su parte cuando consiguen salir victoriosos, huyendo así de la percepción que se tiene de un mundo basado en la individualidad y la incapacidad de confiar en otros.
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"Raya y el último dragón / Raya and the Last Dragon", codirigida por el mexicano Carlos López Estrada, se acaba de estrenar en la plataforma de streaming de Disney+ además de en países con salas de cine abiertas. En una primera impresión, podríamos resumir que estamos ante la primera película animada realmente empoderante de Disney.
El film narra la historia de los Drunn, unos siniestros monstruos que acabaron con la paz tal y como se conocía en el reino de Kumandra, convirtiendo a todos en piedra. Fueron los dragones los que tuvieron que sacrificarse para que la humanidad siguiese adelante y es ahora 500 años más tarde, cuando Raya, una joven guerrera, inicia una aventura para encontrar al último dragón y acabar con el mal.
A pesar de que de primeras la sinopsis no sugiera más que la reconocida historia del viaje del héroe, en este caso de la heroína, que parte de un mundo ordinario con una llamada a la aventura que acepta, y que acaba con una prueba decisiva a la que deberá enfrentarse, la película es capaz de ofrecer creatividad, imaginación y originalidad no solo en los diálogos sino en las imágenes que se ven en pantalla. Todo ello a través de un tema que confluye en toda la narración: la necesidad de unión, de complicidad y de trabajo en equipo.
Este nuevo largometraje de Disney es un gran ejemplo de cómo ha evolucionado la animación en los últimos años, no solo a nivel estético, en el que destaca el progreso de las luces, del tratamiento del color y de detalles magistrales como los brillos, sombras y texturas, sino también a nivel narrativo. Absolutamente nadie puede decir que a día de hoy los dibujos animados son para niños, la capacidad que tiene este y otros films como "Soul" de crear una estructura con doble interpretación para mostrar el mensaje que quieren transmitir a los más pequeños, y de conseguir la sonrisa y la atención plena de los adultos, es magistral.
Sorprende la capacidad de recreación de diferentes tipos de vestuario cuyos personajes cuentan con rasgos físicos poco vistos en el cine occidental, ofreciendo una visión más multicultural. Por otra parte, el film apuesta por el empoderamiento de diferentes mujeres con expresiones de género que varían y que suponen el fin de los prototipos físicos y también los roles de género impuestos por una sociedad patriarcal, que hasta hace no tanto, conseguía teñir y ensombrecer películas de cualquier género.
Disney avanza con una historia nueva, que a diferencia de "Mulán", representa una nueva realidad donde no hace falta vestirse de hombre para que te tomen en serio, y que muestra a los niños una visión de un mundo más tolerante y diverso.
El tema, la necesidad de la unión y del trabajo en equipo, es capaz de confluir en toda la narración, sin pecar, como en otras muchas películas de ofrecer una moraleja final cogida con pinzas y que apenas se vislumbra durante el transcurso de la obra. Esto es así porque durante cada aventura o hazaña que viven, es solo cuando todos ponen de su parte cuando consiguen salir victoriosos, huyendo así de la percepción que se tiene de un mundo basado en la individualidad y la incapacidad de confiar en otros.
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