Crítica: "Que todo se detenga", el descenso a los infiernos de Juan Baldana

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"Que todo se detenga"
"Que todo se detenga"
Por Juan Pablo Russo     

Basada en la novela homónima de Gonzalo Unamuno, el realizador de "Los del suelo" (2015), Juan Baldana, refleja en su estreno de este jueves, "Que todo se detenga" (2022) el descenso a los infiernos de un decadente escritor desencantado con todo aquello que lo rodea.

Gerardo Otero interpreta a Germán Barajas, un escritor de cuarenta años, desilusionado del mundo, adicto a las drogas y al alcohol, obsesionado con su exnovia, que se mantiene a duras penas colaborando con una revista francesa mientras se encierra en sí mismo y en las cuatro paredes del departamento que habita. La trama busca reflejar el interior de Barajas a través del encuentro que mantiene con una serie de personajes de su entorno: un vecino, la hermana, el amigo, la ex...

Otero se pone en la piel de un perdedor desencantado del mundo que funciona como un espejo de la sociedad actual. El egoísmo, el "yo" y las relaciones superfluas parecen ser los únicos valores que importan. Barajas no es querible, no genera empatía con el espectador y es muy fuerte el rechazo hacía él y su forma de actuar frente a los demás. Un riesgo necesario para que el cuento funcione a pesar de la incomodidad que genera su sola presencia en pantalla.

Juan Baldana construye en "Que todo se detenga" un relato oscuro, claustrofóbico, donde muestra el lado políticamente incorrecto de un personaje sin límites, anárquico, difícil de llevar, y lo hace metiendo la cámara dentro de su cabeza, mostrando lo que ve y como lo ve desde el punto de vista de un hombre que se encuentra en un estado de desilusión (y desesperación) permanente. Baldana no filma la historia de un hombre sino un estado. Un estado de intranquilidad y tristeza, de desazón e inconformismo. Y ese es su mayor logro.

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