Crítica Toronto: "Polvo serán", una tragicomedia musical sobre el amor, la muerte y la eutanasia

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Castro y Molina, en "Polvo serán"
Castro y Molina, en "Polvo serán"
Por Santiago Echeverría      

El español Carlos Marqués-Marcet, conocido por sus anteriores trabajos como "10.000 Km" o "Los días que vendrán", ha estrenado mundialmente en la sección competitiva Platform del Festival de Toronto "Polvo serán" una ambiciosa y provocadora propuesta cinematográfica que aborda temas tan delicados como la eutanasia y el suicidio asistido, combinándolos con elementos de comedia, drama y musical.

El film, protagonizado por dos titanes de la interpretación como la española Angela Molina (Claudia) y el hiperactivo actor chileno Alfredo Castro (Flavio), sigue a la decisión de una pareja de ancianos de acabar con sus vidas de manera conjunta en Suiza, donde el suicidio asistido es legal. Claudia, una actriz diagnosticada con un tumor cerebral irreversible, decide no esperar el inevitable sufrimiento y propone a su pareja, Flavio, morir juntos. Este conflicto se extiende a sus tres hijos, quienes, sorprendidos por la noticia, se ven forzados a enfrentar el dilema ético y emocional de la decisión de sus padres.

Uno de los puntos más destacados y aplaudidos de "Polvo serán" es la química y la fuerza interpretativa de sus protagonistas. Molina y Castro logran transmitir con sutileza la profundidad de su relación, marcada por un amor que se resiste a la separación, incluso en la muerte. Su capacidad de expresar tanto dolor como ternura es una de las principales virtudes del film, logrando conmover incluso a los espectadores más escépticos.



El elemento, sin embargo, más discutible de esta película española sería la integración de los números musicales dentro de una trama que, en su esencia, es un drama profundo y reflexivo. Si bien estas secuencias intentan aligerar el tono sombrío de la película y ofrecer una dimensión más lúdica, rompen con la fluidez narrativa y se sienten desconectadas del drama central. No se trata de que no estén bien ejecutadas, sino que estos interludios musicales no logran justificar su presencia en la historia, dejando una sensación de inconsistencia tonal.

Aun así, hay que otorgar a Marqués-Marcet que consigue evitar la trampa de caer en la solemnidad o el sentimentalismo excesivo al abordar temas como la eutanasia. Su  película logra mantener un equilibrio entre el humor negro y el drama, evitando caer en clichés o en un tratamiento morboso del tema. La complejidad emocional de los personajes, así como la naturalidad con la que se presentan las dinámicas familiares, añaden una capa de verdad que resuena de manera potente en el espectador.

"Polvo serán" no solo reflexiona sobre la muerte, sino también sobre el derecho a decidir cuándo y cómo poner fin a la vida. La película, que se estrena pocos días después de que Almodóvar haya ganado en Venecia con otra película sobre la muerte digna y voluntaria, pone en primer plano las preguntas filosóficas que surgen ante el fin de la existencia y el papel del amor en ese contexto: ¿El amor sobrevive a la muerte? ¿Es posible que la memoria mantenga viva la esencia de una persona? Estas cuestiones quedan abiertas, invitando al receptor a reflexionar sin ofrecer respuestas definitivas.

"Polvo serán", que abrirá la próxima Seminci de Valladolid, el próximo octubre, es un film humanista que, aunque pueda chirriar por sus números musicales, resulta profundamente conmovedor gracias a las magistrales actuaciones de Molina y Castro y a la valentía (o la provocación...) de su propuesta narrativa. Logra capturar con honestidad las emociones de sus personajes, aunque su mezcla de géneros y la inclusión de elementos musicales a veces entorpezcan su desarrollo.

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