Colaboración: La otra mejilla cubana

Por Sergio Berrocal    

Cuando se tiene cierta edad es fastidioso perder amigos, porque luego faltarán en el cementerio y a la familia siempre le gusta que los entierros, cremaciones y otros festejos de esta índole sean multitudinarios. Y todo por no saber nada de timbas y menos de danzar salsa.

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Colaboración: Enamoradizos apagones de La Habana

Por Sergio Berrocal   
 
Dios santo, San Gabriel, Angeles de los ángeles de escala inferior, cómo he amado los apagones de La Habana, como he adorado algo que los cubanos, y con mucha razón, odiaban porque era un sin luz, un sin gracia, una ruptura en una vida, la sensación de que perteneces a un mundo inferior donde tienes que sufrir esos inconvenientes como un castigo merecido.
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Colaboración: "Palmeras en la nieve", bwana

Por Toni Berrocal   

Mientras el cine de monstruos que te quieren o que te repelen se impone cada día más, quizá porque no hacen falta diálogos y es bueno para los analfabetos, en España se ha vuelto a la época colonial. La Guinea Española comprendía las islas de Fernando Poo, Annobón, Elobey y Corisco. En 1959 los territorios españoles del Golfo de Guinea pasaron a ser considerados provincias metropolitanas.
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Colaboración: Adiós, mi vida

Por Sergio Berrocal   

Por muchos remilgos que se quieran anteponer a los sueños que parecen realidades como puños, por mucho pero que se quiera meter en el guiso, el cine seguirá siendo un mundo tan mágico que, sólo o con un buchito de güisqui, te permite no olvidar lo que siempre deberías recordar, en color y Cinemascope.
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Colaboración: La habitación de Sinatra en La Habana

Por Sergio Berrocal   

Tengo un compañero de piso periodístico en La Habana, empecemos misteriosamente, que además de un periodista de pro, tiene un sentido de lo que los españoles llaman cachondeo que lo convierte en más enigmático que los sesenta años de la Revolución cubana. Manolo Somoza ha vivido la Revolución, la de la erre mayúscula, de cabo a rabo y se ha convertido en un valioso especialista de este extraño período del mundo, viviendo en su propia carne todos los momentos difíciles, y fueron tantos, de ese invento de un señor llamado Fidel Castro.
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