Cine argentino 2001: Esperanzas antes de la crisis
- por © Cynthia García-NOTICINE.com
26-XII-01
Resulta contradictorio que en un año de profunda crisis económica, que finaliza con un estallido social y la posterior renuncia del Presidente de la Nación, Fernando de la Rúa, el cine argentino haya logrado concebir dentro de un marco tan adverso una serie de importantes logros, que incluye ubicar dos títulos -“La fuga” y “El hijo de la novia”- entre los filmes más taquilleros del año, recibir diversos premios en diferentes festivales internacionales y estrenar sus películas fuera del país. Todas esas felices coincidencias que ayudan a forjar esa industria nacional que tanto se anhela chocan con la falta de dinero para financiar las producciones y la necesaria difusión, un caso que se ha repetido en muchas películas argentinas estrenas este año, a lo que ahora se suma la inseguridad y el caos que imperante en la nación, lo cual obligó a suspender las actuales filmaciones de los nuevos largometrajes de Pablo Trapero y Adrián Caetano.
Repasando lo que ha dejado este año, uno de los puntos más destacados fue el desembarco de mujeres realizadoras con películas que abarcaron todo tipo de géneros y estilos, encabezadas por Lucrecia Martel con “La ciénaga”, uno de los filmes argentinos más premiados del año que recibió el galardón a la mejor opera prima en el Festival de Berlín, hubo desde jóvenes debutantes como Albertina Carri (“No quiero volver a casa”) pasando por documentalistas (Liliana Mazure co-dirigió “Van Van. Empezó la fiesta” y lo mismo hicieron Sandra Godoy y Candela Galantini con “Agua de fuego”) para concluir el año con la primera argentina en dirigir en los Estados Unidos, Gabriela Tagliavini, con su comedia “La mujer que todo hombre quiere”.
Como ya se ha convertido en moneda corriente en estos últimos tiempos, una buena cantidad de jóvenes realizadores hicieron su aparición en escena; Rodrigo Grande (“Rosarigasinos”), Ariel Rotter (“Sólo por hoy”) y Lisandro Alonso (“La libertad”) fueron algunos de los debutantes que estrenaron su opera prima, pero los grandes éxitos llegaron de los consagrados Eduardo Mignogna, quien dirigió a un verdadero “dream team” en “La fuga”, y Juan José Campanella con la emotiva “El hijo de la novia”, justamente ambas películas están protagonizadas por Ricardo Darín, el indiscutido gran actor argentino que goza del favor de la crítica desde “El mismo amor, la misma lluvia” y del público con el suceso de “Nueve reinas”.
Dar a conocer el cine en el exterior fue otro objetivo que se cumplió, a la presencia argentina en los más importantes festivales internacionales se le sumó la muy esperada posibilidad de estrenar comercialmente en otros países; “La ciénaga”, “Plata quemada”, “Nueve reinas” y “La libertad” fueron algunos de los filmes que se conocieron en Latinoamérica, España, Estados Unidos y Francia, toda una variada selección del panorama cinematográfico argentino, que ahora debe enfrentarse a la forma de sobrevivir y tratar de crecer en un país cuyo futuro hoy por hoy resulta incierto.
Resulta contradictorio que en un año de profunda crisis económica, que finaliza con un estallido social y la posterior renuncia del Presidente de la Nación, Fernando de la Rúa, el cine argentino haya logrado concebir dentro de un marco tan adverso una serie de importantes logros, que incluye ubicar dos títulos -“La fuga” y “El hijo de la novia”- entre los filmes más taquilleros del año, recibir diversos premios en diferentes festivales internacionales y estrenar sus películas fuera del país. Todas esas felices coincidencias que ayudan a forjar esa industria nacional que tanto se anhela chocan con la falta de dinero para financiar las producciones y la necesaria difusión, un caso que se ha repetido en muchas películas argentinas estrenas este año, a lo que ahora se suma la inseguridad y el caos que imperante en la nación, lo cual obligó a suspender las actuales filmaciones de los nuevos largometrajes de Pablo Trapero y Adrián Caetano.
Repasando lo que ha dejado este año, uno de los puntos más destacados fue el desembarco de mujeres realizadoras con películas que abarcaron todo tipo de géneros y estilos, encabezadas por Lucrecia Martel con “La ciénaga”, uno de los filmes argentinos más premiados del año que recibió el galardón a la mejor opera prima en el Festival de Berlín, hubo desde jóvenes debutantes como Albertina Carri (“No quiero volver a casa”) pasando por documentalistas (Liliana Mazure co-dirigió “Van Van. Empezó la fiesta” y lo mismo hicieron Sandra Godoy y Candela Galantini con “Agua de fuego”) para concluir el año con la primera argentina en dirigir en los Estados Unidos, Gabriela Tagliavini, con su comedia “La mujer que todo hombre quiere”.
Como ya se ha convertido en moneda corriente en estos últimos tiempos, una buena cantidad de jóvenes realizadores hicieron su aparición en escena; Rodrigo Grande (“Rosarigasinos”), Ariel Rotter (“Sólo por hoy”) y Lisandro Alonso (“La libertad”) fueron algunos de los debutantes que estrenaron su opera prima, pero los grandes éxitos llegaron de los consagrados Eduardo Mignogna, quien dirigió a un verdadero “dream team” en “La fuga”, y Juan José Campanella con la emotiva “El hijo de la novia”, justamente ambas películas están protagonizadas por Ricardo Darín, el indiscutido gran actor argentino que goza del favor de la crítica desde “El mismo amor, la misma lluvia” y del público con el suceso de “Nueve reinas”.
Dar a conocer el cine en el exterior fue otro objetivo que se cumplió, a la presencia argentina en los más importantes festivales internacionales se le sumó la muy esperada posibilidad de estrenar comercialmente en otros países; “La ciénaga”, “Plata quemada”, “Nueve reinas” y “La libertad” fueron algunos de los filmes que se conocieron en Latinoamérica, España, Estados Unidos y Francia, toda una variada selección del panorama cinematográfico argentino, que ahora debe enfrentarse a la forma de sobrevivir y tratar de crecer en un país cuyo futuro hoy por hoy resulta incierto.