Luis Estrada, listo para volver a provocar políticamente, ahora con la serie "Las muertas"

por © Redacción (México)-NOTICINE.com
"Las muertas"
"Las muertas"
A dos años largos de sacudir el panorama nacional con "¡Que viva México!, el director mexicano Luis Estrada regresa a la primera línea con una nueva provocación. Su proyecto más reciente, la miniserie "Las muertas", llegará a Netflix el próximo 10 de septiembre. Se trata de una adaptación de la novela homónima de Jorge Ibargüengoitia que Estrada llevaba queriendo realizar desde que era adolescente, aunque por el camino ya adaptó otra de sus obras, "La Ley de Herodes". Aparente historia criminal, el cineasta mantiene que como el resto de su producción, estamos ante una serie política que retrata la corrupción en el país, la cual no ha cambiado sustancialmente pese al paso del tiempo y de los partidos en el poder.

"Yo no me siento ni politólogo, ni historiador, ni analista; yo soy un contador de historias y de cuentos a través del cine y, en este caso, a través de la serie. Pero creo que los problemas esenciales de México están enquistados en esta sociedad y que, efectivamente, cambian los rostros, cambian las promesas, cambia la clase política, ha habido unas supuestas alternancias, pero creo que no se ha dado realmente una transición completa. A lo mejor, claro, hay matices, sutilezas, pero la esencia, cuando tú hablas de una clase política, se mantiene muy poco fiable, corrupta, impune. Ibargüengoitia retrataba un país del PRI, pero la esencia de la desigualdad social, el abuso y la violencia siguen y Las muertas es un ejemplo de que estaba en nuestro ADN", cuenta a El País.

La serie, compuesta por seis capítulos de una hora de duración, narra la historia de las hermanas Baladro, personajes inspirados en las infames hermanas Valenzuela, conocidas como "Las Poquianchis". Estas mujeres operaron una red de prostitución y trata de personas en los estados de Jalisco y Guanajuato entre 1945 y 1964, época durante la cual se les atribuye el asesinato de más de noventa personas, principalmente mujeres que trabajaban en sus burdeles. Se cree que muchas de las víctimas fueron enterradas vivas.



Uno de los momentos más emblemáticos de la producción muestra una escena donde políticos locales participan en una bacanal en uno de los prostíbulos de las hermanas. La secuencia, que ocurre durante las fiestas patrias del 15 de septiembre, culmina con el secretario del gobernador dando el grito de independencia desde el balcón del lupanar, bandera en mano. Esta imagen sintetiza la mirada crítica de Estrada hacia la complicidad entre el poder político y el crimen organizado.

Estrada explica por qué eligió este material: "Desde muy joven tuve una fascinación por la literatura de Ibargüengoitia, porque maneja como nadie el que para mí es mi género favorito, que es la sátira y el humor negro". El director reconoce que el proyecto llegó en el momento adecuado, después de varios intentos infructuosos por obtener los derechos de adaptación. El éxito de su anterior película, "¡Qué Viva México!", finalmente le abrió las puertas financieras de Netflix.

La decisión de hacer una serie en lugar de una película respondió a la complejidad narrativa de la historia. "Nunca me imaginé haciendo una serie para la televisión, pero también el mundo ha ido cambiando", reflexiona Estrada. El formato de seis capítulos le permitió desarrollar con mayor profundidad la trama que sigue el ascenso y caída de las hermanas Baladro.

El rodaje demandó 22 semanas de trabajo y contó con un reparto encabezado por Alfonso Herrera, Arcelia Ramírez, Joaquín Cosío y Paulina Gaitán. La producción construyó cuatro foros en los Estudios Churubusco para recrear los diferentes burdeles que operaban las hermanas, además de numerosos sets en locación.

Mantener el tono de ironía y humor negro característico de Ibargüengoitia representó uno de los principales desafíos. Estrada comenta al respecto: "Sin ningún lugar a dudas fue un reto. Ibargüengoitia tenía esta visión crítica, ácida, vitriólica sobre la realidad mexicana".

Aunque la historia se sitúa en el México priista de mediados del siglo XX, Estrada considera que los problemas esenciales del país permanecen enquistados en la sociedad. "Cambian los rostros, cambian las promesas, cambia la clase política, ha habido unas supuestas alternancias, pero creo que no se ha dado realmente una transición completa", señala el director.

Esta no es la primera vez que el caso de las proxenetas asesinas llega a la pantalla. En 1976, el director Felipe Cazals estrenó "Las Poquianchis", cinta protagonizada por Diana Bracho, Jorge Martínez de Hoyos y Pilar Pellicer, entre otros. Sin embargo, la aproximación de Estrada promete diferenciarse por su tono satírico y su mirada crítica hacia las estructuras de poder que permitieron la impunidad de estas criminales.

La serie representa además una reconciliación entre Estrada y Netflix, después de los desencuentros por la distribución de "¡Qué Viva México!". Francisco Ramos, vicepresidente de contenidos para Latinoamérica en Netflix, describió el proyecto como "la unión de una obra maestra de la literatura mexicana con una mirada única de uno de los directores más importantes de la historia del cine mexicano".

Estrada abordó el proyecto con la meticulosidad que lo caracteriza. "He sido muy minucioso en la manera de tratar de entender quiénes somos y cómo somos los mexicanos", afirma el director, quien además del cine siente interés por "la historia, la política, la economía, la literatura, el arte mexicano".

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